La doble altura en el hall juega con las luces y sombras, mientras otorga a la estancia una sensación visual de amplitud espacial. En portada, el atrio a doble altura sobre el que se configura la entrada al hotel.
Volviendo a apreciar las raíces
“El edificio original se había ido perdiendo entre el tiempo y sus diversas ampliaciones”, comienzan desde el despacho, indicando que aquello había provocado una amalgama de elementos tradicionales y modernos, a menudo en desacuerdo y sin ningún discurso ni coherencia. Con un enfoque audaz, los arquitectos desenterraron la esencia de la estructura, separando lo que deseaban conservar de lo que debía evolucionar. Uno de sus aciertos, tal y como aseguran, fue la reubicación de la entrada principal hacia el frente, mirando al mar y creando un atrio de doble altura que conecta el espacio interior con el horizonte marino.
Tal gesto no solo les iba a otorgar una experiencia inolvidable a los huéspedes del Aethos Ericeira. Ahora les da la bienvenida, al mismo tiempo que ha redefinido la presencia arquitectónica del lugar. Bien lo saben quienes ya han visitado el hotel. También, en paralelo, los autores del complejo transformaron los arcos, antes marginales, en elementos distintivos, y con la demolición casi al completo de un sótano, en Pedra Silva liberaron la piscina permitiendo una conexión bastante más fluida con el edificio principal.
Como si siempre hubiera estado ahí
Por no hablar de las ventanas expansivas. Aquí no aparecen exclusivamente para ganar luz y disfrutar al máximo del paisaje. Desde fuera resultan cajas metálicas que se proyectan desde las fachadas, creando un contraste cautivador. “Esta oda a las ventanas era otro de los complementos perfectos del rediseño”, informan los arquitectos. “Es el detalle que le pone el punto y final a esa sensación de planta abierta”. Un efecto que en el hotel se genera tanto en el área del salón y la recepción como en los espacios de usos múltiples. O en el restaurante mismo.
Pero, por si fuera poco, tal conexión interior-exterior viene acentuada todavía más por el nuevo juego de materiales, formas, texturas y colores. Lo subrayan los arquitectos del Aethos Ericeira, quienes eliminaron cubiertas inclinadas, abrieron balcones, aplicaron lamas de madera cálidas bajo la visión de Astet Studio y, para las paredes, optaron por tonalidades claras, muy similares a las del alrededor. Se observa incluso en los dormitorios, ubicados tanto en los niveles superiores del edificio principal como del anexo, enriquecido con conexiones a las áreas de relajación. Porque, de hecho, hoy en este complejo portugués también destaca un spa que, emergiendo como un edificio adyacente, se fusiona con la piscina y el gimnasio, consolidándose así como un oasis de serenidad en medio del salvaje y natural paisaje.
Vista de uno de los dormitorios, acompañado de los mismos colores que imperan a lo largo del hotel. Esa labor de sintonía, por cierto, se aprecia en muchos de los proyectos de interiorismo que resuelven Ala Zeigrat y Óscar Engroba, de Astet Studio.