En la obra de los años 70 del arquitecto madrileño, la orientación se pensó de cara a aprovechar la luz del invierno favoreciendo así un ambiente cálido.

El proyecto destaca, entre otros detalles, por las cubiertas con teja árabe procedente de un convento que establecen un diálogo con el contexto arquitectónico y la historia.
La construcción de la casa Martín de Prados se rodea de un cuidado paisajismo, con la vegetación integrada en los porches y galerías en diálogo con la piedra de granito procedente de la Sierra de Madrid.

Quienes hayan tenido la suerte de visitarla, bien lo saben. Un tesoro de la arquitectura así permite adentrarse en la genialidad del arquitecto madrileño que trabajó mano a mano con grandes maestros del XX. Entre ellos no faltaba Ricardo Bofill, Emilio Donato, Jaime Verdaguer, José Serrano-Suñer o Ramón Tort. Tampoco Fernando Higueras, con quien colaboró en proyectos como la Unidad Vecinal de Absorción (UVA) de Hortaleza (1963) o el famoso edificio conocido como ‘La corona de espinas’, actual sede del Instituto del Patrimonio Cultural de España a escasos metros de la Universidad Complutense.
Mucho más que una economía material
Que Antonio Miró bebiese de Frank Lloyd Wright es innegable. Se aprecia y se reconoce su influencia al echar un vistazo a la casa Martín de Prados en la que el hormigón toma el protagonismo. Sin embargo, hay un estilo propio con tintes regionalistas, una nueva mirada más orgánica y dinámica que se aleja de la rigidez del estadounidense. Construida en dos alturas, la vivienda se integra a la perfección en el entorno con nada más ni nada menos que 18 hectáreas de parcela, más de 33.000 metros cuadrados, en las que la naturaleza de arboleda autóctona se muestra en su máxima expresión. Sus interiores también participan del espectáculo, gracias a grandes ventanales y puertas correderas que permiten una conexión interior-exterior que parece seguir las tendencias contemporáneas. La fluidez de hoy.
Así, desde las estancias interiores, el jardín orientado al sur, con piscina y una vivienda exenta, se convierte en parte del paisaje emocional entre enebros, arces, fresnos y encinas. Todo seguido, a través de una espectacular puerta de pino de Oregón, la cual dialoga con el resto de carpinterías, se accede a la planta principal del proyecto. Ahí es donde descansan las zonas comunes. Dos ambientes con chimeneas y totalmente abiertos, sin tabiques que los dividan, se abren al exterior a través de puertas correderas de cristal. La cocina, en un espacio independiente, se comunica visualmente con el comedor y con la salida al jardín. En esta zona también hay espacio para un dormitorio, cuarto de baño y aseo.
En el ala contraria de esa misma planta, cinco dormitorios se prolongan en línea (todos con vestidor y baño en suite) a lo largo de una galería con acceso al exterior. Una escalera de acero roba el protagonismo por su carácter vanguardista para abrir el paso a la planta superior. En ella, de nuevo, lo diáfano se convierte en la norma, mediante una zona de estar, un despacho y un dormitorio para invitados con su propio baño integrado que comparten metros cuadrados con dos terrazas de magnitudes casi infinitas. Completando el edificio, aún queda una planta baja con salida a un porche, que dispone de espacios sociales, una bodega y otro dormitorio.

Una escalera se abre paso en el hormigón, generando una conexión fluida entre niveles y favoreciendo la circulación de luz natural.
Otra vista de los exteriores de la casa Martín de Prados.

Atrás queda un fin de semana dedicado a la arquitectura
La sorpresa de encontrar la joya de Antonio Miró es solo una de las que ha planteado la edición de este año del festival Open House Madrid. Bajo el lema Arquitectura con alma, una extensa programación ha permitido visitar más de 125 edificios de forma gratuita y, por primera vez, ha llegado hasta San Lorenzo del Escorial. Ha habido incluso obras nunca antes abiertas al público, desde el Colegio Mayor de Aquinas (Premio Nacional de Arquitectura 1956), la famosa obra de José María García de Paredes y Rafael de La-Hoz, hasta el Hangar 6 de la compañía Iberia.
También se ha podido descubrir un edificio de Fernando Higueras en la calle Serrano o el Instituto Homeopático y Hospital San José, declarado Bien de Interés Cultural. Por no mencionar las rutas de curiosidades, como la que el sábado abordó las construcciones industriales del barrio de Delicias. La del domingo enfocada a la historia del Paseo de la Castellana (con una buena retrospectiva de las estrellas de la arquitectura que a lo largo de sus manzanas levantaron edificios icónicos). O la guinda del pastel, un itinerario dedicado a José María García Paredes, el arquitecto sevillano que junto a Antonio Miró ha sido referencia en este Open House Madrid, y del que se ha ofrecido un recorrido temático para conocer su legado arquitectónico en la capital española.