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Vista del comedor de la casa Dos Murs, obra del estudio Mesura de Barcelona.

Aislarse del entorno pero sin darle del todo la espalda: así es la nueva casa de Mesura en pleno Maresme

Fotografía: Maxime Delvaux
Arquitectura: Mesura

A pesar de que en el despacho catalán siempre trabajan respetando el lugar, el ingenio de sus integrantes florece (o brilla al máximo) cuando el paisaje está viciado, igual que les ha ocurrido en su última vivienda al norte de Barcelona. ¿La solución? Alejar la casa del vecindario aunque teniendo muy en cuenta el paisaje circundante.

Al proceso de crear los proyectos desde el respeto al lugar, entendido como la comprensión de la cultura local, su clima o el entorno físico inmediato en el que van a intervenir, el estudio barcelonés Mesura lo llama Genius Loci. Algo así como el espíritu protector del escenario. Pero, ¿qué sucede cuando un entorno inmediato no tiene un valor en sí? ¿Cuando se actúa en un entorno contaminado por el feroz urbanismo y una ecléctica arquitectura sin reflexión de conjunto? En este caso, cualquier intervención que se haga, será un “grano” más, a nivel formal y material, en un entorno que hace tiempo que ya dejó de ser virgen.

Fachada de la casa diseñada por Mesura en Alella.

Con este principio conceptual tan claro, los integrantes del despacho decidieron renegar de dicho entorno y desaparecer de la vista de la calle, buscando generar una sensación de puro aislamiento desde el interior de la vivienda. De una manera un tanto peculiar además, a base de erigir dos muros laterales que ahora actúan como protección visual del entorno pero que, a su vez, conducen las vistas al entorno que sí interesa porque tiene valor para los propietarios: al mar y a la montaña. De ahí el nombre de la casa en catalán, Dos murs, que significa “dos muros”.

El proceso es lo que de verdad importa

“Como filosofía de trabajo, en todos y cada uno de nuestros diseños comenzamos de cero, sin ningún prejuicio de cómo va a ser el resultado final. Esto hace que, aun estando dentro de una misma sensibilidad, cada una de nuestras obras obtenga un resultado en forma y materia diferentes entre ellas”. Benjamin Iborra Wicksteed, uno de los cinco socios de Mesura, explica el proceso detrás de esta construcción de 180 metros cuadrados ubicada en una zona residencial a las afueras de Alella, una de las localidades costeras del Maresme, en una suerte de urbanización que se extiende a lo largo de la ladera de la montaña con una mezcla ecléctica de estilos arquitectónicos. 

Perspectiva del gran salón-comedor que también engloba la cocina de carácter industrial, cuyos armarios y electrodomésticos aparecen escondidos al fondo.

Para el interior, en Mesura escogieron ladrillo de una cantera local utilizada para tabiquería y que, en ningún caso, está pensado para ser visto.

Debido a la fuerte pendiente y la cercanía entre las casas, la única vista abierta es hacia el mar. En la parte inferior de la parcela, los árboles nativos han crecido espontáneamente y enmarcan el paisaje montañoso, que se desarrolla en una continuación de colinas onduladas. “La casa busca unificar constantemente la vida de la familia. Es por ello que se entiende como un único espacio. La estructura deja lugar a un posible cambio de distribución para adaptarse a la futura vida familiar”, continúa Iborra. “A día de hoy, hay una habitación de matrimonio sin puertas, abierta hacia la sala de estar, una habitación gemela para dos niños cerrada por una puerta de abanico, una sala de estar en doble espacio, un comedor-cocina y un baño de cortesía”.

El dormitorio principal, parecido al que contemplaría un retiro espiritual, se abre a un jardín interior así como a la sala de estar.

Acceso a la zona de los pequeños de la casa.

Las habitaciones de los niños se pueden dividir o conectar gracias a la puerta en zigzag obra de Mesura.

Buscando privacidad máxima

Según Iborra, para hacer desaparecer del entorno la casa Dos Murs, en Mesura tuvieron que colocarla en una cota inferior a la calle, lo que a la vez hace que se adapte mejor a la fuerte pendiente del terreno. De esta manera el programa se divide en dos niveles escalonados cuesta abajo y se evita que el edificio destaque. Dos entradas están conectadas a través de una escalera a lo largo del muro oeste mientras que, en el frente opuesto, las aberturas limitadas controlan las visuales de las casas vecinas. 

En una actitud radicalmente diferente, las otras dos fachadas se abren completamente al exterior. “Se podría decir que la inspiración principal fue los Case Study Houses, unos experimentos estadounidenses de vivienda basados en dos conceptos de interés desde nuestro punto de vista. Por un lado la búsqueda de una espacialidad y manera de vivir única, y una materialidad industrial y muy optimizada por otro”, apunta el arquitecto.

Una de las características formales de la vivienda de Mesura es el mortero entre ladrillos, de color terracota y rehundido.

Así son las vistas que confiere la casa Dos murs a través de sus grandes ventanales.

Personalización ante el clima

También ahora una amplia ventana del techo al suelo en la fachada orientada al sur enmarca las vistas del paisaje local. Lo hace desde la sala de estar de doble altura y el piso superior. La cubierta y los muros de esta fachada sobresalen dos metros del límite del espacio interior, actuando como un elemento climático pasivo que protege el interior de la insolación directa durante todo el día en verano. 

A lo largo del invierno, mientras que las aberturas en ambos extremos del eje norte-sur permiten la ventilación cruzada, las fachadas de hormigón absorben el calor de la luz solar incidente durante el día para liberarlo cuando baja la temperatura. En el nivel superior, los dos dormitorios se conectan a un jardín aislado frente a la montaña. En el lado opuesto de las habitaciones, las mamparas modulares de madera se pueden cerrar total o parcialmente, ofreciendo diferentes grados de privacidad y regulando las corrientes de aire. Por encima de este piso, el techo plano de la casa diseñada por Mesura actúa como una gran terraza abierta.

Terraza ubicada en la cubierta de la vivienda.

No falla la sostenibilidad

En la vivienda, cada una de las soluciones adoptadas en el estudio catalán es un reflejo de su filosofía, de acuerdo a Iborra. “Como norma siempre utilizamos sistemas de arquitectura pasiva para reducir el consumo energético. La idea de los dos muros, por ejemplo, no solo sirve para aislarse visualmente, también a nivel técnico gracias a su espesor y la inercia térmica que consigue”. Además, siguiendo la idea de arquitectura honesta, desde el despacho no tienen problemas en enseñar cómo se ha construido la casa. De ahí que todo su hormigón se haya dejado visto. 

“En realidad se muestra la cara aparentemente “mala” de la pieza”, concluye el arquitecto, subrayando que a partir de ahí es cuando empezaron a definir los detalles últimos de la vivienda. “Como el mortero entre ladrillos, que es de color terracota y aparece rehundido. O los dinteles en las ventanas de hormigón, que también se han dejado vistos y coinciden con el tamaño del ladrillo. El aparejo respeta las verticales y gira cuando contacta con un vértice. Y los enchufes están en el vacío entre piezas”. Sin lugar a dudas, la que ha proyectado Mesura en este 2023 se trata de una forma única de vivir, de dentro hacia fuera.

La estructura, según Mesura, deja lugar a un posible cambio de distribución para adaptarse a la futura vida familiar.

Detalles de la estancia abierta de la cocina, reducida a lo esencial.