
Los interiores de Hotelito by MUSA, aunque adoptan tintes tropicales, no dejan de lado las líneas geométricas del Modernismo latinoamericano.
La infinity pool se prolonga hasta la paradisiaca playa en la que se asienta este complejo, el cual es neutral en su consumo de energía y cuenta con jardines en la azotea que refrescan los espacios. El agua de lluvia se recolecta, la biomasa se reutiliza como mantillo y un arrecife artificial ayuda a generar hábitats acuáticos saludables.


Vista de una de las fachadas del proyecto, dominada al completo por las texturas de las piedras y maderas locales.
72 hectáreas conforman la iniciativa, de la que sus creadores comentan lo siguiente: “Guerrero es un sitio al que nadie iría a priori. Solo tiene Acapulco, que no se corresponde para nada con la filosofía que perseguimos. Así que el propio lugar es un primer filtro. Sabemos que quien venga es porque va a entender nuestro trabajo al 100%”.
Rumbo a la playa 79, Loma Bonita es la evocadora dirección de este singular proyecto que nace de imaginar el pueblo del futuro siempre de forma responsable. Aunque la iniciativa en realidad existía mucho antes en la cabeza de Andrés y Tara. Su historia se remonta a una época en la que él se había mudado a Itxapa para montar su estudio de arquitectura y surfear la icónica ola de Loma Bonita. Ella, nacida en Canadá, pasaba por una encrucijada en su vida, “y cuando nos conocimos, Andrés me dijo que debería mudarme a México. El resto es historia”, sentencia Tara.
Un concepto para los más aventureros
Con el tiempo ambos resultaron ser socios comerciales, colaborando en los proyectos de desarrollo de Saavedra y fundando LOOT, una marca de estilo de vida de surf que construye una comunidad en Zihuatanejo y la Ciudad de México a través de eventos culturales, espacios comerciales contemporáneos, cafés, galerías de arte y mucho más. Evolucionaron ese concepto y crearon MUSA, Modern Utopian Society of Adventurers (Sociedad Utópica Moderna de Aventureros), que hoy es un hotel ubicado en esa península salvaje que Saavedra había soñado con comprar durante años. Un proyecto del que esperan que solo sea el principio de un ecopueblo. Sí, ese es el término con el que designan la hazaña en la que están trabajando.

La financiación del proyecto se basa en inversores que compran cualquiera de las casas del complejo (construidas poco a poco bajo los parámetros de la sostenibilidad). Y cuando no están los propietarios, Tara y Andrés, a través de MUSA, se encargan de alquilarlas a otras huéspedes y creadores.
Una de las casitas que se puede alquilar.

El compromiso, la concienciación y el alto diseño pueden ir de la mano, como bien demuestra esta habitación de Hotelito by MUSA articulada con materiales locales, trabajados por gente de la zona de forma sostenible.
Pero la declaración de intenciones de ambos ya salta a la vista en Hotelito by MUSA, y más en concreto en su estructura e interiorismo. Porque, en lugar de imaginar un proyecto en abstracto y cumplirlo a rajatabla, Andrés le dio la vuelta y aplicó la consciencia y la sostenibilidad al máximo. Es decir, miró lo que tenía alrededor, y eso básicamente fue lo que utilizó. “Hemos trabajado con los menos materiales posibles y la distancia más cercana, tratando de ser sofisticados pero a la vez honestos”. De ahí que en el hotel abunde cantera, maderas tropicales, estucos tradicionales, cemento, marmolina y algunos pigmentos. La paleta del complejo es simple, lo único que cambia, y ahí la clave, son las texturas con la que éste se presenta.
Tropical y muy modernista
Así, en las 13 habitaciones de Hotelito by MUSA reina una atmósfera bastante apaciguadora que combina el modernismo mexicano y un enfoque orgánico wabi-sabi, con mucho detalle hecho a mano por trabajadores que viven a menos de 100 kilómetros del complejo. Los suelos de terrazo negro, por ejemplo, se crearon aquí mismo usando piedra y granito de la zona, los azulejos y mosaicos personalizados fueron elaborados por Tata Mosaicos de Oaxaca, y los carpinteros y fabricantes locales construyeron muebles de parota y madera de palma a medida. Además, las obras de arte del programa de artistas en residencia y la colección de arte permanente de MUSA, con figuras como Oso Parado, Brian Eno, Ryan Estep y Linnea Goransson, decoran las paredes de las habitaciones y los espacios públicos.
Los dos creadores de Hotelito by MUSA. “A medio plazo queremos hacer un hub para fomentar la creatividad y la tecnología. Habrá talleres de joyería o música a modo de residencias, y una escuela para los hijos de los propietarios pero también para la comunidad local y nuestros empleados”.
Analizándolo en profundidad, Hotelito by MUSA puede ser considerado un microcosmos de la vida en comunidad. Se alienta a los invitados a aprovechar más de un kilómetro y medio de playas vírgenes, actividades sociales, charlas y activaciones de arte que combinan instalaciones en vivo con música y experiencias. A su vez están trabajando en laboratorios de medios, estudios de música y espacios de talleres. “Pretendemos hacer también una zona de spa, un mercado, otros restaurantes y una zona comercial. Pero no tenemos prisa. Los inversionistas no nos meten presión, y nuestra idea es respetar el miedo ambiente”, concluye Tara. “Cuando miremos las fotos en unos años, queremos ver este espacio más verde y limpio, con más árboles y más pájaros. Y si ocurre”, considera Saavedra, “eso se sentirá como un verdadero éxito”.