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Ludwig Godefroy, esteta francés con sede en México

Fotografía: Fabiola Zamora (Retrato), Rory Gardiner y Ramiro Chaves

Conversamos con este arquitecto nacido en Normandía, al norte de Francia, para conocer a fondo el discurso que hay detrás de su apuesta por el Brutalismo Tropical, bien cargado de cemento y referencias a la cultura prehispánica del país latinoamericano en el que hoy vive y trabaja.

Tras titularse en la École de la Ville & des Territoires de París, y pasar por distintos estudios de arquitectura como el de Leeser en Nueva York, Miralles & Tagliabue en Barcelona, OMA en Róterdam y Tatiana Bilbao en Ciudad de México, Ludwig Godefroy sentó sus bases en la capital mexicana hace 15 años para abrir su oficina en 2011. Inspirado por los búnkeres de su Normandía natal y la cultura prehispánica, se ha posicionado como un precursor de la arquitectura radical emocional a base de hormigón y madera. Sus casas abstraen las referencias históricas a través de materiales macizos y libres de ornamentos que envejecen con dignidad, con elementos vernáculos interpretados de forma contemporánea, como escalones monolíticos que evocan los antiguos templos aztecas.

¿Qué es lo más importante que has aprendido en tu carrera?

A conocer la libertad, a hacer las cosas por mí mismo, a retarme y a definir mis límites como arquitecto.

¿Cuál fue tu primer diseño?

El club M.N. Roy en Ciudad de México fue mi debut como arquitecto independiente; tenía 31 años. Hice también el interiorismo, muy distinto a lo que hago ahora. Hoy concibo una arquitectura mucho más cruda que antes.

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El club M.N. Roy en Ciudad de México, diseñado por Godefroy.

Esta discoteca fue el primer proyecto del francés, que ya se inspira en la cultura prehispánica.

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¿Materiales predilectos para trabajar?

Prefiero tener pocos pero macizos, como la madera, el concreto y la piedra, que con el paso del tiempo no se dañan, siguen intactos y van adquiriendo una pátina natural que les otorga una esencia particular.

¿Cómo describirías tu estilo?

Es brutalista tropical. Viene de la corriente más importante de la arquitectura, representada por la Unidad Habitacional de Le Corbusier en Marsella, Francia. Este defendía que, si quitaba los acabados de la obra y repartía de otra forma el presupuesto, construiría un 20% más de vivienda con el mismo dinero. Esa es la filosofía de mi arquitectura. El 80% de mi presupuesto lo uso para la estructura y el 20% para accesorios, como puertas, iluminación, closets, y no más. Me gustan las cosas necesarias, no el adorno. Y tropical porque trabajo en México, y está en clima cálido. Me inspiro en el brutalismo tropical de Brasil, el de Niemeyer, Filgueiras y Bo Bardi, en cómo juegan con la conexión entre interior y exterior. Esto lo permite la zona donde desarrollo mi obra.

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Dormitorio en la Casa Mérida de Ludwig Godefroy.

Vista exterior de esta vivienda de hormigón ubicada en Mérida, México, obra del francés.

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¿Cómo debe ser una casa para que perdure?

Para mí se trata de despertar emociones y sensaciones. También de buscar que los usuarios vayan descubriendo nuevas perspectivas, luces, texturas… Un ejemplo es la casa-cueva en la Ciudad de México del gran Juan O’Gorman, que recuerda a la arquitectura prehispánica e imprime en cada detalle un sentimiento.

¿Para quién te gustaría diseñar una vivienda?

Para mi madre. Ella no estudió arquitectura y le costó mucho trabajo entender mis decisiones con respecto a mi carrera profesional. Tampoco comprendía mi estética, que es un tanto radical y cruda. Después de 15 años ha empezado a comprender mi filosofía e, incluso, los materiales que uso. Hoy estamos alineados, ella tiene la confianza y la seguridad de que las decisiones que tomé fueron las mejores para estar donde me encuentro. Dicho esto, me encantaría hacerle un proyecto como agradecimiento y tributo.

¿Lo último que has terminado?

El hotel Casa TO en Punta Zicatela, en la costa de Oaxaca. Originalmente iba a constar de tres casas independientes construidas de manera conjunta. Sin embargo, el cliente cambió de idea y decidió hacer un hotel, por lo que tuve que volver a unirlas por dentro a través de tres círculos de concreto, que permiten diferentes perspectivas dependiendo del punto en que se encuentre el huésped. Estas estructuras circulares evocan el patrón de la Cisterna Basílica (Yerebatan Sarayi) de Estambul y el de la Hornsey Wood Reservoir del Finsbury Park de Londres.

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El hotel Casa TO, en Punta Zicatela (Oaxaca), con sus círculos en el cemento que permiten distintas perspectivas.

¿De dónde nace tu inspiración?

De los viajes aprendo las formas, la luz, las sombras, las curvas y la sensualidad de la arquitectura de objetos pequeños que uno se va topando. También de mi historia personal me gusta mezclar ideas, referencias, estilos completamente aleatorios. Aunque tengo un tema recurrente que es el concreto y lo prehispánico. Nací en Normandía, al norte de Francia, conocido como el muro del Atlántico en la Segunda Guerra Mundial, por lo que mi pueblo está rodeado de búnkeres y vestigios. Tengo aquellas ruinas de mi infancia en la cabeza y, por otro lado, toda la historia prehispánica de México como pirámides, templos y sitios arqueológicos, me encanta su monumentalismo. Son temas que a priori no tienen nada que ver, pero para mí tienen todo el sentido.

La última cosa que has comprado es…

Una botella de vino tinto. Cuando llegué a México aún no existía como hoy una cultura del vino. Siendo francés me costó trabajo acostumbrarme al sabor y al cuerpo del vino local, pero fue mejorando con el paso del tiempo y ahora puedo decir que casi siempre tomo vino mexicano. ¡Sí, para sorpresa de muchos! Uno de mis favoritos es el Mogor Badán.

Un proyecto que te identifica…

Hace cinco años cumplía una década de vivir en México, por lo que decidí celebrarlo diseñando una tortillería llamada Expendio de Maíz, de la que soy socio. Es un proyecto que me hace muy feliz y que me caracteriza como un francés mexicanizado que hace tortillas.

¿Cómo es tu proceso creativo?

A partir del encargo, pido tres meses para entregar la propuesta. Las tres primeras semanas no dibujo, solo escribo las ideas que se me ocurren, pequeñas descripciones o listas de palabras. En la tercera semana empiezo a esbozar las primera líneas y me suele tomar un mes y medio o dos dibujar un proyecto. El último mes lo dedico a hacer planos, renders y maquetas para el cliente. Lo mejor de todo el proceso es sorprenderme a mí mismo, no tengo una receta para concebir una obra, las ideas surgen siempre de modo diferente.

Si no fueras arquitecto, serías…

Definitivamente músico. Para mí la música es como la arquitectura, no necesitas entender la letra para sentir las notas y las vibraciones. No sé tocar ni un instrumento, pero escucho todos los géneros, jazz, experimental, clásica, rock… Uno de mis discos favoritos es Idiot Prayer de Nick Cave and The Bad Seeds.

Un maestro del diseño que admires:

Le Corbusier, fuente de inspiración absoluta y a quien le debo todo mi respeto, pues desde mi punto de vista es quien inventó todo en arquitectura. Rompió el esquema de la casa tradicional; hay mucha poesía en su obra a través de la luz, su arquitectura es escultórica, solemne.

Un edificio que te inspire…

El Convento de Santa María Tourette construido por Le Corbusier en Lyon, Francia, entre 1957 y 1960.

El libro vinculado con tu profesión que te haya marcado:

El cómic La fiebre de Urbicande, de Benoît Peeters y François Schuiten.

Tu habitación favorita…

Mi estudio. A raíz de la pandemia cerré mi oficina y la trasladé a mi casa, en donde tengo un jardín que disfruto con mi hija de cuatro años y mi esposa. Tengo la fortuna de trabajar y poder tomar descansos para estar con ellas, y luego volver a retomar encargos sin tener que salir de casa.

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Viñeta del cómic La fiebre de Urbicande.

El comedor de la casa propia de Godefroy en Ciudad de México hecho, cómo no, en concreto.

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Convento de Santa María de la Tourette en Lyon de Le Corbusier, uno de los maestros referentes del francés.

La próxima pieza que añadirás…

Una silla de piedra maciza o de concreto.

Lo último en llegar a tu vestidor:

Una camisa con cuatro mangas de Comme des Garçons.

El mejor regalo que te han hecho últimamente:

Un cuchillo japonés.

El artista del que coleccionarías obra…

Michael Heizer. Hijo del arqueólogo Robert Heizer, viajó durante su juventud a México, Perú y Egipto, países en los que nació su interés por “el arte que deja huella”. Las pirámides mayas, aztecas, egipcias e incas, así como los monumentales templos de Chichén Itzá, Luxor y de Machu Pichu, son su gran inspiración. Es considerado pionero del Arte Terrestre, excava la roca buscando recrear el ambiente de los campamentos arqueológicos en los que veía a su padre trabajar.

La última comida que te ha impresionado:

Fideo Gordo, el nuevo lugar de noodles más rico de la Roma, en la Ciudad de México.

Un talento descubierto recientemente:

Anadol, el proyecto de música psicodélica synth folk de la artista turca Gözen Atila.

¿Lo que más te gusta de México?

El caos, que te forja la espontaneidad y la libertad en tu vida. También la cultura del sí a todo: debes aprender a leer si es un sí que significa no, o si es un sí puro y duro. Lo contrario que en Francia, allí para todo es “no”.

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Obra City en el desierto de Nevada del artista Michael Heizer.

Entre los favoritos del arquitecto destaca el restaurante Fideo Gordo en Ciudad de México.

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