“Suena muy bonito de primeras, y lo era, pero cuando visitamos el palacio estaba hecho polvo, en completo estado de ruina. Llevaba muchos años abandonado”. Desde Erre Arquitectura lo cuentan para subrayar la ingente rehabilitación que les tocó liderar, porque además el complejo de estilo barroco figuraba muy cerca de la Iglesia San Juan del Hospital datada del siglo XIII y, por lo tanto, era Bien de Interés Cultural. Al principio les tocó reformar los muros del palacete con apeos para, al poco después, iniciar un proceso de evacuación a lo largo de la parcela. Lo recuerdan los arquitectos: “Durante toda la reforma los arqueólogos fueron un equipo del que no nos despegamos, estuvieron siempre con nosotros”.
Cinco años de intenso trabajo
El asunto de los arqueólogos no es para menos. Durante media década en el estudio han tenido que recurrir no solo a ellos. Les han hecho falta carpinteros, cerrajeros y restauradores, teniendo en cuenta que en el subsuelo se encontraron parte del circo romano de Valentia. Y que el emplazamiento, entre los siglos XI y XIII, perteneció a la Balansiya musulmana, muro con muro de lo que en su día fue la medina de la ciudad. Para Erre era vital que un pasado de esas condiciones se respirara al entrar al Centro de Arte Hortensia Herrero, que muy pronto reunirá exposiciones de talla mundial junto con la colección privada de la Fundación, la cual incluye obras de Anish Kapoor, Georg Baselitz, Mat Collishaw o, entre otros, Andreas Gursky.
Un resumen de todo ello es lo que se verá a lo largo de 3.500 metros cuadrados, en cuatro plantas distribuidas en el palacio y en el edificio contiguo, el de la calle Sant Cristòfol, del que únicamente se conservó la fachada y su cubierta inclinada. Una pasarela en el patio exterior ajardinado es la que hoy conecta ambos complejos. ¿Y qué hay de los materiales? “Hemos intentado respetar al máximo los que ya había, como algunas cerámicas, el ladrillo, las vigas de madera… y la piedra”. En Erre Arquitectura, con este último dato, se refieren a la piedra tallada que en 2023 sigue configurando la escalera original del patio central del palacio, justo por donde se accederá al centro de arte. “El patio es el eje vertebrador del proyecto”, apuntan.
Un punto claro de inflexión
Los arquitectos reconocen que ha habido algo único detrás de este proyecto. “Habíamos trabajado en edificios en los que era importante mantener lo existente, pero no hasta ese punto”. Se explican: “Aquí, lo complejo e ilusionante a la vez era el patrimonio. El reto estaba en juntar muchísimas etapas de la historia de Valencia en un mismo sitio e incorporarle una etapa más, la del centro de arte”. La conclusión en paralelo es que, al parecer, la Fundación Hortensia Herrero le toma el pulso y relevo a lo que lleva años ocurriendo en Italia, por ejemplo, con rehabilitaciones como la de la Fontana di Trevi en 2015 a manos de la firma de moda Fendi. Es decir, que se trataba de una inversión privada, cosa de la que en el despacho se muestran a favor. “Creemos que es importante devolverle la vida a los centros de las ciudades, y aún más”, concluyen en Erre, “cuando es para otorgarles un uso público y cultural”.