
La principal petición del cliente fue que la casa tuviera la capacidad de ampliarse y contraerse según sus necesidades, por lo que la terraza, con muebles de Paola Lenti, ofrece diferentes rincones para el entretenimiento y el descanso.
Las pasarelas acristaladas de la vivienda están pensadas para dejar pasar la luz.


Entrada a la casa creada por René González, quien fundó su estudio homónimo en 1997. Desde entonces ha recibido numerosos reconocimientos, incluidos dos premios del National American Institute of Architecture.
Prairie Avenue Residence es uno de esos proyectos que no figura a nivel de costa. Su autor lo ingenió a modo de casa de vacaciones, como un lugar íntimo que sirviera para meditar y disfrutar de la paz de Miami aunque, según René González, siendo capaz a la vez de albergar grandes reuniones con colegas y familiares. “El dueño es un amigo cercano”, avanza el arquitecto. “Él vive en un clima más frío durante la mayor parte del año, así que queríamos crear un destino que tuviera una gran relación con el paisaje tropical”. Ese contexto circundante, por tanto, debía respirarse dentro y fuera de la casa, y para ello se tomó como inspiración los métodos con que los indios Seminole de Florida elevaban sus cabañas Chickee a principios del XIX. El mecanismo les brindaba protección frente al húmedo suelo y las alimañas, y permitía que la brisa fluyera debajo de la casa. Era una magnífica idea para ventilar.

Así es el garaje de la casa. Mauricio del Valle, el paisajista encargado, se centró en garantizar que las plantas seleccionadas, especialmente en el nivel inferior, fueran tolerantes a la sal y capaces de adaptarse a diferentes condiciones.
La Prairie Avenue Residence se sostiene sobre pilares estructurales como respuesta al cambio climático.

Revisando éxitos pasados
René González y su equipo se fijaron también en una referencia que triunfó lo suyo durante los años 30 y 40, era una comunidad de casas llamada Stiltsville que se construyó sobre el agua en la Bahía Vizcaína de Florida. Partiendo de tales ejemplos, en la Prairie Avenue Residence nada podía salir mal. Y así ha sido: la vivienda encarna ahora las cualidades de su lugar y adopta una solución muy creativa para convivir con los efectos del cambio climático. A la vez que responde a las necesidades del cliente, porque en el interior se incluye un dormitorio principal aislado junto a un baño de proporciones generosas a un lado y, en el lado opuesto, una suite de invitados, tal y como el amigo del arquitecto le pidió.
Por su parte, los espacios comunes incorporan cocina, comedor y una gran sala de estar que se abre directamente a la piscina exterior y a la terraza. “Nuestro objetivo fue crear una visión holística, fluida e integrada para todo el proyecto y difuminar la línea donde termina el interior y comienza el exterior”, describe René González, señalando que su despacho no solo se ocupó de la arquitectura. También del interiorismo, y con piezas de mobiliario ad hoc ideadas en colaboración con figuras como el italiano Vincenzo De Cotiis o el estudio de Ámsterdam del diseñador Germans Ermičs.
La cocina continúa con tonos neutros para, de nuevo, darle el máximo protagonismo al entorno natural de la parcela.
El segundo dormitorio de esta casa es una suite-galería concebida con piezas de arte y de diseño, dedicadas al disfrute de los invitados del propietario.

El dormitorio principal adquiere un gran carácter íntimo, tal y como le solicitó el cliente a René González.
Otra de las terrazas de la vivienda.

Al estilo de un paraíso tropical
Las obras de arte que se despliegan a lo largo de la vivienda pertenecen a Roberto Dragoni, Darío Escobar o José Dávila. Tampoco falla Sinisa Kukec, Jeff Zimmerman, Eva Zethraeus, Artur Lescher, Sam Messenger o Jong Oh y Yann Gerstberger. ¿Y qué hay del paisajismo? Claramente, en Prairie Avenue Residence toma un papel predominante. La paleta vegetal se basó en primer lugar en consideraciones de tolerancia a la luz, el agua y la sal. Y como las plantas que vivían en el techo necesitaban poder florecer bajo un sol intenso salpicado de lluvia, al mismo tiempo que las plantas en el nivel más bajo debían tolerar tanto la sombra como las inundaciones esporádicas, aquí se seleccionó una gran variedad de especies que propiciaran la sensación de un exuberante jardín tropical.
“Para mí, el mayor logro es diseñar una casa que parezca que siempre ha estado ahí”, cuenta René González, asegurando que su trabajo en esta casa de Miami Beach, estrenada ya, “permite a los visitantes experimentarla como si creciera naturalmente en su espacio, junto con todas las variedades de plantas nativas que la rodean y enriquecen”.
Lo interesante del proyecto del arquitecto es que, para documentarla, ha contado con el fotógrafo Michael Stavaridis y, por si fuera poco, se le ha dedicado un libro monográfico en colaboración con la editorial mexicana Arquine. Se llama (No) la pequeña casa en la pradera y viene con textos de la arquitecta Cecilia Hernández Nichols y de Charles Renfro, uno de los socios de Diller Scofidio + Renfro. Él es quien, en resumen, mejor ha descrito el proyecto. Y lo ha hecho comparándolo con otras célebres viviendas del modernismo estadounidense. Al nivel de las diseñadas por Paul Rudolph. O de las históricas casas experimentales Case Study Houses de California.
Así es la vivienda desde el exterior. “A diferencia de los nuevos condominios multimillonarios que siguen construyéndose directamente en la costa, sin tener en cuenta las realidades del calentamiento global”, señala René González, “este proyecto es excepcionalmente adaptable, armonioso y, al mismo tiempo, lujoso”.