Así es el jardín que ha diseñado Takk Architecture para esta muestra del Palau Robert. En portada, una maqueta del proyecto Colegio Reggio de Andrés Jacque.
En Somia la ciutat, comisariada por el arquitecto Roger Subirà, el mañana de las urbes se imagina mediante proyectos en vías de materializarse, otros que simplemente fueron propuestas para concursos, y algunas entrevistas y reflexiones teóricas que no asustarán al gran público. Muchas tienen visiones radicales, sí, pero son entendibles y apuntan hacia el optimismo con una primera sala que, desde una visión histórica y de la mano del comisario del ala contemporánea de la Cité de l’Architecture et du Patrimoine de París, Fernando Marzá, recorre los futuros urbanos que se imaginaban en el pasado. Yendo más allá, claro, de la visión ultra tecnológica de los 90 bien ilustrada por la serie Futurama.
De ayer al mañana
Por mucho que se empeñase Matt Groening, en la realidad no se aspiraba a conducir coches voladores, sino al orden, a la higiene, a seguir pegados a la naturaleza. Valores que continúan muy presentes en el XXI y que por supuesto la muestra les ha dedicado una sala propia. Con el título Revolució verda, el espacio incluye sistemas y pavimentos drenantes, y es ahí donde los barceloneses Casa Protea han alzado una instalación de musgo natural preservado, junto a una torre fabricada por el Institut d’Arquitectura Avançada de Catalunya con la que se investiga las posibilidades de la madera como material de construcción urbano. Otra sala aborda la ética ambiental, y más en específico el hecho de que con el cambio climático habrá especies que se vean obligadas a emigrar, un asunto en el que se profundiza con un jardín de Takk Architecture.
Sobre el verde también se reflexiona de la mano de la arquitecta Tatiana Bilbao y su acuario de Mazatlán en México. E incluso se habla de la biofilia a través del aeropuerto Jewel Changi en Singapur, diseñado por los israelíes de Safdie Architects, mientras que la zona de baños del puerto de Aarhus en Dinamarca, a cargo del despacho de Bjarke Ingels, sirve de cara a ilustrar el vínculo que una ciudad costera debería tener con el mar. Entre las obras del arquitecto danés figura además su montaña urbana CopenHill del 2019. A su vez, el foco de Somia la ciutat subraya la memoria colectiva, las periferias o para qué debe servir el centro de una urbe.
¿Más asuntos de esta muestra en el Palau Robert?
Su comisario Roger Subirà no se olvida de la revolución digital, pasando por la realidad aumentada o el poder de la Data en el urbanismo, ni tampoco se deja en el aire el concepto de la identidad. Es decir, el construir espacios que cuiden de sus habitantes sea cual sea su género, edad, salud o condición, cosa que queda patente en el Colegio Reggio que la oficina de Andrés Jaque construyó en Madrid pensando en la integración máxima. Es uno de los tantos proyectos de esta exposición que, muchos siendo ya una realidad física y tangible, en el fondo refuerzan la esperanza sobre la vida del mañana en una gran ciudad.