
Collage nº28 (1999), Amparo Cores. Museo de Bellas Artes de Asturias.
Composición 1 (1959), Jesús de la Sota. Galería José de la Mano.

Ella era una pintora familiar, muy pausada. Y con una increíble sensibilidad para la captación de la luz, tenía un especial talento psicológico para los retratos de los niños. Lo bueno, y ahí el factor clave, es que Amparo Cores no solo se dedicó a la figura. El paisaje visto desde la abstracción, así como la creación de atmósferas únicas, fueron otros campos en que la asturiana despuntó. Sus naturalezas muertas tenían cierta reminiscencia poscubista. Para algunos incluso, hoy es considerada una de las collagistas más interesantes cuyos trabajos recuerdan a Miró, Schwitters y al dadaísmo de Raoul Hausmann.
Ahondando en los comienzos
Mientras que Amparo Cores se formaba desde muy niña en las escuelas de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, San Jorge en Barcelona y con André Lothe en París, los comienzos de Jesús de la Sota en el panorama artístico fueron tardíos. De hecho, fue en su juventud cuando decide abandonar la carrera de Derecho para dedicarse a dibujar. En 1954 se traslada a Madrid para asistir al estudio de Daniel Vázquez Díaz. Los primeros motivos del gallego en sus dibujos eran intencionadamente escasos (barcas, cabras, peces…) y, al año siguiente, gana el tercer premio del concurso de estampados de telas de Gastón y Daniela.

Jesús de la Sota frente al mural de cabras que pintó en 1955 en la Escuela Técnica de Ingenieros Agrónomos de Madrid.
Silencios y ritmos (1955-1961), Jesús de la Sota. Museo Gustavo de Maeztu.


Guadarrama (1958-1969), Jesús de la Sota. Galería José de la Mano.
A la vez, De la Sota comienza a ayudar a su hermano Alejandro en muchos de los murales de sus construcciones. Entre ellos, uno muy famoso realizado para el Pabellón de la Cámara Sindical de Pontevedra en la Casa de Campo de Madrid. Sin duda fue uno de nuestros artistas contemporáneos más polifacéticos, convirtiéndose en fotógrafo, pintor, dibujante y diseñador. Es durante un viaje a Fuengirola, con Amparo Cores y José María de Labra, el momento en que empieza a dibujar sus célebres tejados.
La tuberculosis, sin embargo, trunca su carrera y tiene que recluirse en el sanatorio de Guadarrama donde continúa esbozando series de tejados de líneas depuradas y estudiados contrastes para acentuar el volumen. Ya recuperado, instala en Madrid su taller con Amparo Cores, con la que se casa al año siguiente, en 1962. Reanuda las colaboraciones con su hermano Alejandro y en esos años diseña junto a Luis Marsans la invitación del Pabellón español de la Feria Internacional de Nueva York. También el catálogo para la exposición de Antonio Gades en la Gran Manzana, trabajos que compagina con encargos de pinturas para la clase alta.

Boceto para el pabellón de la Cámara Sindical de Pontevedra en la Casa de Campo de Madrid (1956), Jesús de la Sota. Galería José de la Mano.
Otro de los diseños que le ayudaron a De la Sota a concebir el Pabellón de Pontevedra en 1956. Galería José de la Mano.

Un final alejado de las expectativas
En 1970, Jesús realiza el mural Negra en colaboración con su mujer Amparo. Es el mismo año en el que los dos abren la tienda de interiorismo Cores y Sota en la calle Jorge Juan de Madrid, aunque la acaban clausurando pronto. En esencia, porque se trataba de un proyecto muy innovador para la época. Era una especie de utopía industrial en la España de entonces y, por tanto, incomprendido en el panorama nacional de la época. Sota acaba retirándose a la Manga del Mar Menor donde retoma lo que realmente le apasiona. Es decir, el dibujo, la pintura y la fotografía, animado en gran parte por su mujer.
A la vez es en estos años cuando ella comienza a dedicarse al collage buscando la armonía mediante el uso de diversos materiales con un cromatismo que se movía entre tonos grises. Los cuales, por cierto, se podrían englobar en las corrientes constructivistas de finales del XX.

Árboles, Amparo Cores. Museo de Bellas Artes de Asturias.
Así es el retrato que la asturiana pintó de su hijo Pablo de la Sota Cores, cómo no, también artista a día de hoy. Museo de Bellas Artes de Asturias.

De la Sota muere en Berlín repentinamente en 1980 y desde entonces dicen que la mirada de Amparo Cores se volvió triste. La obra de él quedó eclipsada por la sombra de sus contemporáneos. El tener un talento multidisciplinar tampoco ayudó, puesto que a veces era más conocido por sus diseños de muebles que por otros aspectos de su trabajo. Aparte, su producción fue limitada debido a su perfeccionismo y además poseía un carácter poco dado a la exhibición (durante su vida solo realizó una muestra individual de sus pinturas). La obra de Amparo no tuvo mejor suerte: Cores siempre priorizó el cuidado de su familia y tampoco es que le interesara pertenecer demasiado a los circuitos comerciales. En 2003, el Principado le concedió la Medalla de Plata de Asturias muriendo en 2015, eso sí, acompañada y rodeada de los suyos.