
“La teatralidad de Hamman (2003) de Huang Yong Ping, su provocadora escenografía, es un viaje a otras civilizaciones que vivieron en tierras andaluzas y que marcaron su cultura”, cuenta Jimena.
En Pared de Ladrillos Quasi (2002), Olafur Eliasson utiliza la luz como un elemento más de la obra, creando vínculos entre el espacio físico y el espectador.


Retrato de la comisaria y coleccionista Jimena Blázquez, fundadora de NMAC.
“Mi objetivo era que los artistas pudieran salir del cubo blanco que son la mayoría de las galerías. Y que lo hicieran en un contexto histórico, geográfico y cultural como este en el que yo he nacido, que establece un diálogo entre Europa y África, el océano Atlántico y el mar Mediterráneo”. También buscaba atraer a España a nombres extranjeros que nunca hubieran expuesto aquí y a creadores españoles, fundamentalmente de su generación, que realizasen obras site specific.
Refugio en el paisaje
Para lograrlo subvirtieron todos los roles de la arquitectura militar: convirtieron los antiguos barracones en oficinas, los cuarteles en espacios expositivos, una biblioteca, project rooms… “El resultado es un refugio incrustado en el paisaje que sirve de trampolín para animar a nuestros invitados a crear fuera de su zona de confort, a imaginar a otro nivel”.

Según Jimena, “la luz intensa de Cádiz, sus pueblos blancos y la naturaleza inspiraron Impresión del Cielo (2001) de Gunilla Bandolin. Es como una escultura pero tiene la función de una pieza arquitectónica, replanteando la división tradicional de las Bellas Artes”.
Para Nidos humanos (2001), Marina Abramovic partió de los pájaros que anidan en Cádiz cuando emigran de Europa a África.


Uno de los Bancos Sociales Modificados (2006) de Jeppe Hein.
Así, la comisaria se trajo a James Turrell (“su Roden Crater en Arizona fue una de mis mayores experiencias artísticas”) y a Marina Abramovic, entre otros. “En estos 20 años el enfoque no ha cambiado, pero si al principio era un lugar aislado y casi alternativo, hoy se considera un museo. Y creo que es porque en 2022 la periferia ya no es periferia. En estas dos últimas décadas nos hemos acostumbrado a coger un avión para ver el arte que nos apetece sin que esté concentrado en unas pocas ciudades”, reflexiona.
Secuencia lumínica
Aunque su colección de obras es extensa y de una calidad irreprochable (Olafur Eliasson, Pilar Albarracín, Jeppe Hein, Gunilla Bandolin…), dice que el proyecto que más le ha marcado es, de nuevo, el de Turrell (en la foto de portada, la obra subterránea Second Wind, 2005, parte de su serie de arquitecturas para la luz llamadas Sky Spaces). “Nos costó siete años montarlo. Con su secuencia lumínica ves cambiar el cielo de color, del rosa al amarillo o al verde en los momentos de transición de día y noche”.

Cúpula de Second Wind, 2005 (2009) de James Turrell, para la que participaron arquitectos, ingenieros e informáticos con la ilusión de construir el Sky Space más grande de Europa.
Detalle del gran nido de alambre de espino Salam Europe! (2006) de Adel Abdessemed.

En verano su programa incluye danza, poesía, música, performances, talleres, actividades familiares… Abramovic fue una de sus primeras colaboradoras apenas iniciada la aventura, en 2001, con dos piezas, un vídeo titulado El héroe que después ha sido ampliamente difundido por todo el mundo y, más tarde, Nidos humanos, una intervención en las montañas de Vejer que habla de los flujos migratorios. “Cada trabajo es único e implica el esfuerzo de todo el equipo. Cada uno es una aportación más a mi idea inicial: integrar obras en la naturaleza sin invadirla. Que el paisaje forme parte de la pieza y la pieza del paisaje. Y recuperar el concepto de Al Andalus, que es local pero que también se inscribe en la frontera de infinidad de realidades y épocas, como pasa en otros lugares similares”.
El Viaje (2001), obra de la andaluza Pilar Albarracín.


Jardín Pasadizo (2003) de Michael Lin en uno de los barracones de la Fundación NMAC.

Cabañas envueltas en mallas metálicas Encens y Mirra (2001) de Susana Solano entre pinos y acebuches.
Instalaciones, fotografías, vídeos, esculturas, intervenciones arquitectónicas, pintura… De todo hay entre las propuestas de los 40 artistas que han trastocado hasta ahora el universo creativo de Montenmedio. Nada nuevo para la historiadora y comisaria, que pasó su infancia en este cruce de caminos del Sur, en una familia de coleccionistas, rodeada de arte y artistas con los que sus padres y ella convivían cotidianamente. “Este verano hemos publicado un libro con Siruela, La Naturaleza como Atelier, que recorre este experimento de 20 años en el que el entorno ha sido la inspiración”. Entre tanta belleza sorrentiniana, nos preguntamos si Blázquez ha querido salir ella también del cubo blanco para crear en lugar de inspirar. “No, ni hablar –se ríe– . Yo solo tengo el ojo”. Uno bien abierto.

En unos antiguos hangares, escultura La inocencia de los animales (2013) de Adrián Villar Rojas.