Esa misma relación es la que hoy, en 2023, puede verse en el museo MAAT de Lisboa y a través de la exposición Plug-In. Allí es donde han aterrizado las piezas de Vasconcelos por primera vez en 23 años. Mucho ha llovido desde que en el 2000, con el cambio de siglo, la artista celebrara su primer show en solitario justo donde hoy se encuentra el MAAT. Aunque por aquel entonces el lugar no se parecía en nada al asombroso museo que es hoy. El enclave ha cambiado por completo, al ritmo en el que la portuguesa se ha convertido en una de las artistas del país luso más importantes de los últimos siglos. De ahí que esta muestra se consagre como la oportunidad ideal para repasar algunas de sus mejores obras, a través de una selección de piezas que se pueden disfrutar hasta el 31 de marzo de 2024 a orillas del Tajo.
Gigante pagano
Plug-In apunta alto, porque a la hora de adentrarse en el universo de Vasconcelos ha recurrido a su buque insignia: la valquiria. A lo largo de los años, Joana ha creado una treintena de ellas, y esta es la primera que llegó a ocupar tales dimensiones. Diseñada y confeccionada a mano para el hotel-casino MGM de la ciudad de Macao en 2015, esta Valkyrie Octopus simboliza la histórica conexión entre la ciudad china y la cultura portuguesa. Todos los elementos aplicados se pueden encontrar en Lisboa: los colores pastel en las fachadas, al azul en el río, la pasamanería y el crochet, o los materiales. “No tuve que ir muy lejos para encontrarlo todo”, comenta la artista.
La enorme criatura parece descansar sobre tres patas de cerámica que representan los barrios de Chiado, Madragoa y Alfama, pero la magia realmente ocurre sobre las cabezas. La valquiria se encuentra suspendida del techo tras haber sido trasladada dentro del museo pieza por pieza. De hecho, Joana nunca ve su obra unida y completa hasta el instante final. “Hay equipos de ingenieros y arquitectos implicados en la creación de la valquiria. Para colgar la del Museo Guggenheim de Bilbao, hizo falta un grupo de 20 alpinistas y escaladores”, cuenta Joana. “En realidad, aunque no pese mucho, hay edificios antiguos como la Galería Uffizi o el Palacio de Versailles que no se sabe siquiera cómo se construyeron exactamente o cuánto peso pueden soportar, y ha habido veces donde hemos tenido que construir estructuras externas al techo desde donde colgar la obra”.
Volver a la casilla de salida
Dejando la Valkyrie Octopus atrás, pasado y presente de Vasconcelos confluyen entre dos coches y un peep show. Una tranquila música acerca al espectador hacia la melodía de Strangers In The Night, una obra que ya formó parte de aquella exposición en el año 2000 y con la que Joana cierra un círculo vital de 23 años. Con forma de peep show, la pieza arroja luz sobre las condiciones en las que se trabaja en la prostitución, muy presente en los alrededores del museo hace años. “¿Qué significa realmente que estas mujeres que dan placer y amor estén vistas como la basura de la sociedad?”, se pregunta a sí misma.
Y del pasado, al presente más reciente con Drag Race. Esta obra, llena de ironía y humor, es hija predilecta del confinamiento y el tiempo que tuvo Joana durante esos meses para poder recrearse en esta joya rococó de nuestros tiempos. Inspirada en un carruaje portugués del siglo XVIII llamado Carro Dos Oceanos y en la iglesia barroca de San Francisco de Oporto, Vasconcelos no ha dejado escapar la oportunidad que le brindaba la broma etimológica de Drag Race. Es una paradoja entre la drag queen y el coche de carreras. Un objeto masculino convertido en femenino. Una mujer chic y barroca y otra travesti y empoderada.
Raíces en casa
Finalmente, tras visitar las obras I’ll Be Your Mirror y Solitaire en el exterior del museo, no hay mejor manera de redondear este viaje que con el conmovedor y fascinante árbol de la vida que esconde el MAAT Central: Tree Of Life. Sus 13 metros de altura y 140.000 hojas crecieron paulatinamente en los meses de confinamiento, en cada una de las casas del equipo de Joana Vasconcelos, y la obra vio la luz el año pasado en la iglesia parisina de Sainte-Chapelle de Vincennes. El árbol, que parece haber surgido de la nada como cuando Daphne se transformó en laurel, es el último eslabón del universo Vasconcelos que seguirá creciendo por 23 años más. Hasta entonces, solo queda esperar a conocer cuál será el próximo techo por el que colgará su valquiria.