
Las siluetas zoomorfas sirven a las tribus del Amazonas como fuente de inspiración a la hora de armar sus asientos.
Banco tallado en madera, utilizado a su vez como mesita auxiliar.

Quien lo explica es Jose Argotí, diseñador líder de esta región para los Laboratorios de Diseño e Innovación de Artesanías de Colombia. Según la entidad, encargada de preservar y promover el patrimonio cultural artesanal colombiano, los bancos pensadores suponen un símbolo de sabiduría y autoridad. Y uno muy relevante, porque su creación es la materialización del momento de maduración del pensador. Concretamente, cuando ya está listo para sentarse en el banco y, por medio de la reflexión, crear un universo con sentido. Las ideas dejan de estar en el aire y se concentran en este lugar.
Pero, aun cuando muchos de los bancos pensadores comercializados en ferias y almacenes de diseño se han tallado con el fin de ser vendidos como pieza nueva, el aspecto comercial no le resta valor como piezas de alta artesanía. Una con una larguísima trayectoria además. “Algo fundamental es de estos es que, a nivel productivo, se procura tallar de una sola pieza de madera, utilizando herramientas manuales y maderas endémicas de cada territorio”, añade Argoti.

Muchos de los bancos pensadores requieren horas y horas de tallado manual.
Los asientos no solo identifican a la comunidad autora por su forma, sino por la tipología de madera con los que se han confeccionado.

Un asiento, distintas formas de analizar el mundo
Ahora, sin perjuicio de su función principal en cada comunidad indígena (colombiana en particular), estas se han encargado de personalizarlos de acuerdo a sus creencias y recursos disponibles. Por ejemplo, existe el Kamëntšá, un banco pensador tallado en madera de urapán por la comunidad que lleva este mismo nombre, ubicada en las regiones de Sibundoy y San Francisco en el departamento de Putumayo, en el sur del país. Su forma cónica, sostenida por dos patas que se curvan hacia afuera al tocar el piso, lo convierte en quizás uno de los bancos más reconocidos y con más variaciones gracias a su diseño ergonómico. También se encuentra en madera cruda, o en su versión tinturada en negro, y además se acostumbra a hacerle incrustaciones en chaquiras.

Por su forma, a día de hoy los bancos de los indígenas llegan a adoptar muchísimos usos en las casas contemporáneas.
Una versión del banco pensador, simple y minimalista, a cargo de las comunidades colombianas.


Así son los asientos (aquí, en versión mesita) llamados Kamëntšá.
Los Cubeo (departamento del Vaupés) y los Wounaan (Choco) comparten la misma sencillez en su diseño minimalista. Sin embargo, es en la parte gráfica del asiento en donde encuentran su forma de expresión al ilustrar su simbología utilizando tintes naturales. Por otro lado, los Ticuna (Amazonas) rinden un homenaje explícito al tallar monos en tamaño real. Es una predilección compartida con la comunidad Cocama, quienes se van más por las formas de los chigüiros, armadillos, ranas. E incluso osos perezosos y tortugas, generalmente utilizando la madera local de la región conocida como palosangre.

Otra versión del Kamëntšá con estructura de madera tintada en negro.
Asiento-animal obra de la comunidad Ticuna ubicada en el Amazonas.
