Predilecciones cromáticas también tiene
Junto a ese color insignia, en la cerámica carmelitana jamás fallan los derivados del óxido que arrojan tonos tierra, los verdes y azules que provienen del cobre, los purpuras nacen del manganeso y los tonos rojizos, del selenio. En esta década, de la mano de los Laboratorios de Diseño e Innovación de Artesanías de Colombia, los artesanos han explorado negros, azules petróleos y hasta berenjenas sobre diseños más contemporáneos, pero nunca ajenos a las formas orgánicas tan representativas de esta tradición.
“La loza carmelitana no es reconocida por su forma, tampoco por su proceso de producción, sino por una decoración hecha a mano que en sí misma es una expresión visual tan identificable y colorida que podríamos hablar de ella como iconográfica”. Es con lo que concluye el periodista y escritor colombiano Esteban Duperly, un gran conocedor de esta artesanía, y sobre la que arroja un último apunte. “El Carmen de Viboral no es solo el nombre de un pueblo. También el de una cerámica hecha mediante un proceso sensorial y extremadamente hermoso”.