
Mazda se mantiene fiel a su filosofía Kodo, tal y como prueba el automóvil junto al que aparecen retratados, de izquierda a derecha, Jo Stenuit y Tom Matano respectivamente.
“Tu tema de diseño inicial debe abrirse paso hasta un diseño de producción en serie sin perder su esencia, superando el intenso escrutinio al que se somete durante las fases de diseño de producto e industrialización. Durante mi época, lo conseguimos con el RX-7 FD. También con los MX-5 NA y NB, el MX-6 y el Mazda3. Mazda siempre ha tenido un gran equipo de ingenieros, que sabe entender la visión del diseño y trabaja codo con codo con nosotros”, asegura Matano. Y sabe de lo que habla porque se incorporó a la marca en 1983 y, durante esos años, dejó su impronta en modelos como el Mazda RX-7, el MX-5 y el concept car Miata M Coupé, entre otros muchos.
Esencia empática
Los diseños de la casa tienen un alma que se expresa a través de la superficie de sus vehículos. Crean una conexión emocional con quien los conduce. En ellos juega un papel fundamental el tacto y las sensaciones que producen los materiales empleados en los interiores, los mandos y los demás elementos que intervienen en la interacción humana. Para Jo Stenuit, importante también es la vocación de Mazda de crear coches para amantes de la conducción. Un rasgo que se expresa a través de las formas exteriores, las cuales parten de su filosofía de diseño Kodo y de unos interiores con una estética excelente, enfocados al conductor.
“El diseño Kodo genera sensaciones de movimiento a través de proporciones dinámicas y superficies de aspecto artesanal. Los interiores son siempre limpios y acogedores, y se presentan en delicadas combinaciones de materiales. Tal unión entre exterior e interior es algo único de la cultura japonesa y de nuestra firma”, continúa Stenuit. Esta manera tan especial de entender la importancia del diseño en el proceso de producción de un automóvil ha hecho que apenas haya distinciones entre las diferentes generaciones de los diseñadores de la casa, exceptuando por el momento histórico en el que entraron a ella.

Jo Stenuit, actual director de diseño de Mazda Motor Europe, asegura que el alma y el espíritu de los diseños de la firma japonesa se expresan a través de la superficie de sus vehículos.
Manteniéndose intactos, pese a todo
En la firma, cada autor ha asumido que, con el tiempo, aparecen nuevos requisitos y los clientes cambian, son diferentes. Pero no la esencia del concepto, el cuidado artesanal permanece intacto. “Hay nuevas tecnologías, nuevos materiales y procesos de fabricación en constante evolución, que influyen en la forma en que pueden materializarse los diseños. Del mismo modo, se han producido cambios en la legislación que implican cambios radicales en las arquitecturas”, asegura Matano.
Da un ejemplo. “Es el caso de las normas sobre seguridad o sobre consumo de combustible, que han obligado a mejorar la aerodinámica y a reducir el peso. Por no hablar de la preocupación por la sostenibilidad, la reducción de la huella de carbono o los vehículos con cero emisiones”. Prosigue. “Evidentemente, a Tom y a mí nos apasionan los automóviles y queremos crear coches que emocionen. Y para ello hay que saber adaptarse. Los automóviles modernos son mucho más complejos y exigen un enfoque de diseño más holístico”.

Para Matano, uno de los éxitos como diseñador radica en que las creaciones logren superar la etapa de diseño de producto e industrialización sin perder su esencia.

Triunfo con razón de ser
El mejor caso de esta filosofía lo encontramos en el MX-5, indisolublemente asociado a las palabras Jinba Ittai. Se trata de un término japonés que hace alusión a la armonía que debe existir entre un arquero a caballo y su montura. Para Mazda, el concepto representa la conexión que el conductor establece con un coche que responde a sus intenciones de forma intuitiva. A la hora de plantearlo, el punto de partida para Tom Matano y su equipo fue una visión de un nuevo género de deportivos accesibles, siempre creados pensando en los amantes de la conducción.
“El éxito”, asegura Stenuit, “se debe a que, desde el principio, había una visión muy clara. La idea era hacer un coche asequible, pequeño y ágil que a la gente le encantase conducir, incluso sin correr. Ha tenido relevancia durante tanto tiempo porque hemos sabido mantener el concepto esencial durante más de 30 años, y eso se ha traducido en una base de incondicionales que no deja de crecer”. De acuerdo a Matano, además, hay otra clave fundamental. “Sin duda el concepto de placer al volante, que se transmite de forma muy clara a través del diseño tanto exterior como interior”.
Entre bambalinas
Sobre el proceso, cuenta Stenuit que él suele idear sus diseños sobre papel y luego trata de construirlos lo antes posible. Preferiblemente, en un formato físico. “Pruébalos tú mismo y enséñaselos a los demás. Escucha sus comentarios y utilízalos para aprender y mejorar. Diseñar es probar cosas, mostrarlas y tomar las decisiones (correctas)”. Tom Matano, por su parte, concluye también revelando cuál es su visión de trabajo. “Siempre diseño cosas fieles a su función, tan sencillas como sea posible. Con unas proporciones, una actitud, una luz y unas sombras que sean capaces de crear movimiento dinámico. Y con una distribución visual del peso muy cuidada. Uno se identifica con aquello que está diseñando y piensa en el diseño desde dentro, en lugar de contemplarlo meramente desde fuera. A eso lo llamo método de diseño empático”.

En la imagen, Tom Matano firmando uno de los diseños de la casa japonesa bajo su filosofía. La de idear automóviles sencillos y, ante todo, fieles a la función por la que nacen.