Como ninguna de las piezas de Mestiz, las alfombras tampoco cumplen con los clásicos patrones geométricos.



Los textiles se confeccionan utilizando una fibra llamada ixle, extraída de la planta lechuguilla.
Tampoco se ha interesado él por la sobriedad de un sueco o un danés, porque con los años Mestiz ha ido evolucionando de lo popular al tema de la fauna y flora de México, un viraje hacia lo salvaje bien apreciable en la exposición que Valero inauguró el pasado octubre en la tienda-galería AGO Projects (puede visitarse hasta diciembre) en Ciudad de México. En la muestra, La otra isla se llama, se comparte la última colección de la marca titulada Wood Fauna la cual gira en torno a la arquitectura colonial de San Miguel de Allende, donde el fundador abrió su casa-estudio hace tres años, y en la que cada vivienda e iglesia se asemeja o diferencia de las otras por su talla de madera, de forma que es el material el que otorga identidad. Pero no solo eso.

Para las piezas de madera de Mestiz, el proceso de tallado constituye una de las partes más esenciales en diseño.
Muchos de los objetos en grandes dimensiones utilizan el mimbre como materia prima.


La cerámica de la marca se trabaja en Dolores, al norte de Ciudad de México.
Viviendo en San Miguel, Valero ha conocido a Don Javi por medio de otro carpintero, es tallador y se dedica a arreglar carpinterías en las escuelas locales. “Trabajando con él comenzaron a surgir los símbolos de la ciudad, que al ser históricamente una parada de viajeros pues está el tema de la concha. La hay por todas partes”, comenta: “De ahí nacieron las primeras piezas con órbita y nos fuimos adentrando en esta especie de zoomorfismo. Hay un lagarto, porque Don Javi me habló del que vio en su viaje al mar, y ahora estoy haciendo una que es como un jaguar”. Se puede observar dentro de la exposición en lo que él llama su pequeña isla, un mundo inmersivo de fantasía al que se le suman mesas y bancos de siluetas dispares y orgánicas laqueadas sobre madera, gabinetes enormes o alfombras en lana y fibras naturales como el ixle (se extrae de la planta maguey lechuguilla) en forma de divinidades.
Diseños hechos con tiempo
Sobre los tiempos que precisa cada mueble u objeto, el autor señala que la técnica manda: “Pero establecemos plazos aproximados. Para las piezas más chicas hacen falta unas ocho semanas de trabajo, 12 en el caso de las medianas y, si se trata de un gran formato, la confección puede llevar incluso de 16 a 18 semanas”, aclara, subrayando que en su estudio y talleres solo se ocupan de ediciones limitadas pensadas mayormente para galerías e interioristas. Al cliente final, de acuerdo a Valero, lo que más le fascina son las piezas pequeñas, platos, vajillas completas o lámparas en las que por supuesto la identidad regional, esa con la que Mestiz se ha ganado un nombre a escala internacional resaltando lo suyo propio, también está muy pero que muy presente y, al parecer, todavía le queda una vida larga por delante. Menos mal.

Piezas insignia de Mestiz elaboradas en sus talleres de cestería y madera.
La producción del mimbre se focaliza al completo en Tequisquiapan, en el centro del país.


Pantallas de lámpara ideadas por Daniel Valero en mimbre.

Los objetos de cerámica constituyen una de las piezas más aclamadas por el público final que compra al por menor.
Artesano en Tequisquiapan.


Un buen resumen de los diseños más icónicos y coloridos de Mestiz.
Una escultura de este tamaño requiere en torno a 12 semanas de producción artesana.


Detalles del estudio de Valero, fundador y director de la firma mexicana.