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Del ‘mid-century’ al interiorismo, Pepita de Oliva se hace hueco en el diseño nacional

Fotografía: Pepita de Oliva

Tras casi una década la firma del norte de España ya no quiere dedicarse únicamente al terreno con el que consiguió hacerse un nombre. El mobiliario mid-century les encanta y les sigue interesando, solo que ha llegado la hora de dar un pasito más ambicioso.

Hace ya nueve años que los de Pepita de Oliva abrieron un pequeño espacio a las afueras de A Coruña, su idea era cubrir la demanda de muebles mid-century que muchos pedían en la ciudad. Y esta marca podía hacerlo, a uno de los socios le encantaba viajar al norte de Europa y traer piezas originales de los contactos que allí tenía. Eran joyas de la ebanistería firmadas por los más grandes, obras de la estadounidense Ray Eames, el holandés Cees Braakman y los daneses Hans J. Wegner, Poul Henningsen, Børge Mogensen, Niels Otto Møller y Verner Panton. Ante un plantel de nombres así la cosa indicaba que a la compañía gallega les iba a salir bien la jugada, cómo no, cosa que ha ocurrido tal cual. Hoy no solo siguen en pie sino que su dinámica, al evolucionar año tras año, se ha ampliado lo suyo.

“Los propios clientes eran los que nos decían: ‘voy a compraros unas sillas pero necesito una mesa de equis medida que la acompañe, ¿vosotros me la podríais conseguir?’. Ahí fue cuando empezó el taller, fue el momento en que entré yo”, recuerda la actual directora de Pepita, Claudia Rodríguez, quien deja claro que aunque las piezas que comenzaron a hacer a medida se inspiraban en las mid-century auténticas, no eran un calco: “Se ve claramente cuáles son diseños antiguos y cuáles creamos nosotros”. En gran parte, porque los gallegos no confeccionan sillas ni butacas per se (de esa tipología solo venden originales y taburetes limitados propios). Ellos se centran en versiones múltiples de mesa, aparadores y estanterías en cualquier formato así como algún que otro pequeño accesorio.

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Mesa de comedor CM019, un diseño propio de la marca.

Taburetes rústicos ideados por Pepita de Oliva.

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Son diseños además de una madera muy concreta, una duradera y resistente ya que cumple muchísimos años hasta que se corta, según Rodríguez: “La madera con la que trabajamos es maciza y, aunque no siempre, la mayoría de veces sí utilizamos madera de Galicia, que es tierra de castaños y robles”. A partir de la nobleza de ese material dos talleres externos a la marca, de seis personas en total, alzan cada uno de los muebles para luego rematarse en el taller propio de la casa, donde figura un restaurador encargado de recuperar los originales y otro especialista, el que entra en juego aquí, que es el que se ocupa de la carpintería definitiva y la instalación posterior ya no solo de las piezas, sino de los interiores que en Pepita idean desde que su clientela empezó a pedírselo.

La directora lo explica: “Era lo típico de ‘ya que me decoráis el salón, ayudadme por favor a reformar la cocina’, y ahí entramos en proyectos de interiorismo. Por eso nuestro equipo ha ido creciendo y nos cambiamos de local a uno más grande en el centro de la ciudad (avenida Finisterre, 42-44)”. En resumen, la evolución de la compañía ha sido un poco esa, del mueble mid-century al proyecto global pero siempre en función de la demanda. ¿Seguiréis así o también pasaréis a la arquitectura si el cliente os la encarga? Rodríguez ríe: “El objetivo ahora es que nos vean más como un estudio de interiorismo en el que se puede hacer de todo, pero desde el proyecto integral y no tanto desde el adquirir una mesita y que luego vayan saliendo más cosas. Queremos trabajar a la inversa de como lo hemos hecho hasta ahora”.

Ya están en ello de hecho, en viviendas como una de 250 metros cuadrados que acaban de entregar en A Coruña, y en la ciudad a su vez andan con una unifamiliar revestida por fuera de madera y con techos puntiagudos, aparte de un piso en Asturias de los años 40 cuya propietaria les ha pedido mantener los interiores al máximo, todo lo que sea posible. En Madrid tienen clientes varios y cada vez la cifra asciende más y más, de ahí que ahora estén pensando en montar un espacio en la capital (ojo, no una tienda sino estudio) cuando encuentren un local alineado con sus aspiraciones y especialmente uno que entre dentro de sus posibilidades, sobre todo teniendo en cuenta la situación del mercado inmobiliario que impera hoy en las grandes ciudades. 

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Butaca Roly Poly de la diseñadora Faye Toogood.

Las piezas de esta marca gallega se trabajan artesanalmente a lo largo de todo su proceso.

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Las sillas S32, conocidas como Cesca, son obra de Marcel Breuer.

Lámpara PH5 de Louis Poulsen junto con la mesa CM008 en madera y mármol de Pepita.

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Las maderas macizas utilizadas por la marca acostumbran a ser gallegas, casi siempre de roble o castaño.

Sillas Casalino 2004 ideadas por Alexander Begge en 1971.

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En los años 50, Lucian Ercolani planteó estas sillas de comedor llamadas Ercol Butterfly hechas en madera de fresno.

La mesa CM021 (en madera de castaño) es otro de los diseños propios de Pepita de Oliva.

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