
La casa-estudio del artista en Irún.
Escalera concebida para la sede de Hidroeléctrica Española.


Bodegón fotografiado por el artista.
En su obra, Basterretxea decidió asumir como propia aquella doctrina nacida en la Bauhaus y que en su época recibía el nombre de integración de las artes. Aunque ha pasado a la historia como escultor, practicó también la pintura, la arquitectura, el cine, la fotografía, el collage y el diseño gráfico y de mobiliario. A pesar del aparente carácter insaciable de experimentar con todas las disciplinas o de una falsa incertidumbre sobre su identidad creativa, Néstor Basterretxea tenía claro que tal dispersión nacía de la clarividencia de saber que, fuera cual fuese el medio, el método y el contenido permanecían intactos. También sabía que los límites que separaban las artes en cajones estancos pertenecían al mundo de las convenciones y que, por tanto, podían romperse.
Integración de las artes
En sus propias palabras: “Lo mío es trabajar en el conocimiento del ente estético, en sus distintas manifestaciones, las interrelaciones que existen entre ellas […] me resisto a quedar limitado a un solo aspecto del variado y apasionante campo de la estética”. Algo parecido manifestaba en una carta dirigida a Miguel Fisac en la que, con ocasión de su exposición junto a Oteiza en la mítica Sala Neblí de Madrid, se ponía a disposición del arquitecto para colaboraciones futuras y le explicaba sus ideas sobre el muro-escultura como vía para “la integración concebida como fusión absoluta y armoniosa”.

Sofá diseñado para Juan Huarte (1957).
Uno de los primeros trabajos realizados por Basterretxea tras su regreso a España fue el muy poco conocido encargo de diseñar una escalera para la sede de Hidroeléctrica Española, construida en Madrid a comienzos de los años cincuenta. A partir de una trama de trazos rectos en blanco, negro y oro, grabados sobre los vidrios transparentes de la barandilla, organiza toda una representación geométrica de la fusión de la industria (simbolizada en forma de turbinas, postes de alta tensión…) con elementos de la naturaleza como los microbios, la nieve o las estalactitas. Este asunto del progreso técnico en unión victoriosa y feliz con la naturaleza será el tema central de la primera incursión cinematográfica de Basterretxea, un cortometraje absolutamente vanguardista titulado Operación H (1963) y encargado por el empresario y mecenas Juan Huarte para promocionar al modo moderno su empresa constructora Huarte y cia.
Un lenguaje constructivo propio
Una de las experiencias más radicales del arte español de los años cincuenta y sesenta fue la propuesta colectiva del Equipo 57 entorno a la abstracción geométrica, la ordenación del espacio y el diseño de mobiliario. La participación de Néstor Basterretxea en el grupo fue fugaz pero significativa, en cuanto al alcance de su influencia en el lenguaje constructivo que adoptó el Equipo 57, y un punto de inflexión en el estilo del propio artista. El colectivo diseñó su primera serie de mobiliario comercial en 1959 a partir de las mismas ideas compositivas con las que ya había experimentado en otros formatos artísticos.

Mesa de centro de 1964 en pino macizo para Biok.
Basterretxea ya se había contagiado de aquella fiebre por adentrarse en un terreno, el del diseño industrial, que representaba una nueva visión totalizadora del arte y un compromiso social. “Cuando función y forma están consustanciados y los materiales utilizados lo están del modo más eficaz ¡qué servicio se hace a la comunidad!”, escribió. Había sido al entrar en contacto en 1957, vía Oteiza, con Juan Huarte. La ocasión fue la construcción de un edificio para la familia de este en el madrileño Paseo de la Castellana. Los dos artistas diseñaron para sus interiores varios muebles geniales y elementos artísticos integrados en la arquitectura. Basterretxea pensaba que “Diseño y Arte mayor […] no viven separados por límites muy concretos”, a lo que añadía que “a veces se desbordan y se integran mutuamente”.
Nace Biok
Poco después, en 1958, Huarte fundó la empresa de mobiliario moderno H Muebles y contó con su creatividad para el diseño de varias sillas y butacas con las que la nueva empresa marcaba su propio camino de riesgo y absoluta modernización en lo que era entonces un mercado caduco e inmovilista. La siguiente etapa empieza con la apertura en San Sebastián de la tienda de decoración Espiral y con la fundación de la empresa Biok en Irún a comienzos de la década de 1960. Los primeros muebles comercializados por esta segunda fueron diseñados por el propio Basterretxea y responden a los gustos de la época por superar la austeridad anterior y buscar tanto la contundencia expresiva como una cierta vuelta a lo confortable, derivando, incluso, en un estilo cercano a lo que podríamos llamar pop constructivo.

Néstor Basterretxea, de pie a la dcha., con el equipo de Biok, la editora de muebles que fundó en los años 60.
Aun así, hay rasgos que permanecen constantes en las piezas de la segunda mitad de los cincuenta y en las posteriores para Biok. Para esta editora, Basterretxea adaptó el sofá que ya había diseñado una década antes para Juan Huarte, añadiéndole el aspecto futurista que demandaba el mercado de los años sesenta, o creó una poderosa mesa de centro construida con pino de Valsaín que casi podría confundirse con una de sus esculturas. La contundente materialidad difiere de la ligereza de piezas anteriores, pero mantiene su estilo característico de romper los límites de las piezas estructurales o descomponer los ejes creando líneas quebradas y ritmos que bordean el equilibrio.
Un interesante diseñador
Visto en conjunto el corpus creado por Basterretxea en el campo del diseño, aún hoy injustamente desconocido, hay que empezar a considerar a su creador como uno de los más interesantes y geniales diseñadores españoles del siglo xx. Queda pendiente, sin embargo, la difusión de sus piezas y la recuperación de los lamentablemente escasos ejemplares que se han conservado de la mayor parte de ellas.

Tres lámparas creadas por Néstor Basterretxea.
Ajedrez escultórico obra del artista.

Más allá de su interés por las cuestiones formales del arte y el diseño, Basterretxea profundizó en otros temas como el de la identidad. Su origen vasco y los largos años pasados en América despertaron formas de la tradición y del folklore, pero siempre buscando lo que de universal y trascendente de las mitologías ancestrales permanece en la modernidad del presente. Dan cuenta de todo ello los conjuntos escultóricos Serie cosmogónica vasca, Homenaje a la América primera, el mobiliario litúrgico creado para la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en Lasarte y las películas documentales Ama Lur (Tierra madre) de 1968 y Pelotari, rodada en 1964.
Carrera poliédrica

Néstor, Julio Amóstegui y Fernando Larruquert en el rodaje del documental Ama Lur (1968).
Fotografía de Néstor Basterretxea del rodaje de su corto Pelotari (1964).
