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PIONEROS DEL INTERIOR #10. Antonio Pérez de Castro, precursor en la enseñanza

Fotografía: Archivo IADE

Si hoy el diseño en España se estudia como una disciplina universitaria que va más allá de lo superfluo es porque, durante el XX, este madrileño luchó para alzar una institución educativa (sin restricciones de género) que atendiera tanto a la forma como a la función.

Tal vez fue un maestro poco conocido. O, quizás, un artista que supo revolucionar la enseñanza del diseño luchando por elevarla al nivel universitario, sin olvidar de concederle la justa categoría al aprendizaje de los oficios. Antonio Pérez de Castro (Madrid, 1928-2002) fue el fundador de la Institución Artística de Enseñanza IADE, la primera escuela de diseño de interiores de nuestro país y, en realidad, la única existente durante casi 30 años. También estuvo detrás, junto a Paco Muñoz y Luís Moreno de Cala, de la creación del Colegio Oficial de Decoradores de España.

Antonio Pérez de Castro fue el fundador de la primera escuela española de diseño e interiorismo, titulada IADE. En portada, el madrileño en Atenas durante uno de los viajes que tanto le gustaba hacer. 

Proyecto llevado a cabo por estudiantes de IADE con lápices, sacapuntas y clips que forman un árbol de Navidad (2015).

Su padre, ingeniero de caminos, eligió para él una educación liberal en el Liceo Francés y en la Institución Libre de Enseñanza, lo que ya le marcó una diferencia con respecto a los de su generación. Pérez soñaba con ser aviador o marino mercante, pero esa ilusión se diluyó en un accidente que le afectó a la visión del ojo derecho. Tuvo que cambiar entonces sus afanes de aventuras por las Bellas Artes para, desde ahí, meterse en un lío diferente pero no menos apasionante. De hecho, con su carrera recién acabada, se fue a visitar Europa bajo la idea de ver lo que se estaba cociendo, matriculándose en la Escuela de Ulm, al sur de Alemania, una de las más avanzadas del país germano y a la que apodaban la Nueva Bauhaus.

Una revolución vital

De esa escuela el madrileño quedó impresionado por sus métodos de enseñanza. Alucinó con las materias que se impartían: clases fuera de las aulas, profesores que compartían sus teorías y las contrarias, trabajos propuestos por empresas, todos mostraban opiniones distintas que luego se debatían y ponían en común. Se trabajaba en equipo y sobre todo se aprendían los oficios. El argentino Tomás Maldonado, su director, era una combinación de William Morris con Walter Gropius. Y, de una mezcla así de revolucionaria, nació esta personalidad latinoamericana que estaba lanzando el discurso más innovador en Europa, el cual Antonio Pérez de Castro, que era un visionario, recogió y decidió aplicar.

Buen conocedor de rincones secretos de nuestra geografía, Antonio Pérez de Castro organizó importantes viajes didácticos con los alumnos por España y también alrededor de Europa.

Otro de los retratos del madrileño pertenecientes al archivo histórico de IADE.

A su vuelta a casa todo había cambiado en su cabeza. Se había vuelto más crítico y creativo, observaba minuciosamente lo que ocurría y lo que no a su alrededor. Es más, pensaba y analizaba cómo le gustaría que ocurriera lo que el madrileño consideraba necesario. Y de ahí que, en el año 1957, decidiera abrir IADE en la calle Hermosilla de la capital (no muy lejos de donde se ubica ahora, en Claudio Coello, 48), una escuela donde se enseñara lo que era el diseño y el interiorismo, pero enfocada de forma global y desde diferentes puntos de vista. Porque, si bien era cierto que en aquel momento se puso de moda estudiar decoración en España, Pérez quería un programa de estudios enfocado a combinar la función y la forma.

Proyecto de imaginación Foto Continuada, para la profesora de Análisis de Formas Virginia Frieyro, en el que los alumnos de IADE, a partir de un recorte de foto, debían inventar un interior que recreara las líneas formales de la imagen (a la derecha).

Proyecto de un interior de estilo años 70 en el que los estudiantes tenían que buscar estilismos de época y trabajar los colores usados en ese momento. También para la profesora de Análisis de Formas.

Una planta de distribución dibujada a mano, con instrumentos tradicionales, en un boceto para un ejercicio de la profesora de Proyectos de primero, Elena Flores.

Más allá de la estética

En resumidas cuentas, él buscaba que se enseñara cómo el espacio debía de ser tratado en su totalidad, antes de que se colocaran las butacas y las flores, aplicando los oficios artesanales al diseño interior y a la arquitectura. Unas áreas que según él sí o sí debían de encontrarse y convivir. Aprender haciendo fue el lema de la Escuela de Ulm que Antonio Pérez de Castro decidió adoptar para IADE, con un foco muy puesto en la reutilización de materiales y objetos. Algo tan nuevo y tan viejo a la vez que él practicó y mantuvo siempre en sus proyectos.

Junto a esta figura tampoco faltó su mujer, Mercedes Méndez, quien compartió aquellos años de diseño y nuevas visiones, involucrándose en las aulas a la vez que, según cuenta a MANERA, daba biberones a sus tres hijos Diego, Antonio y Mercedes. Hoy están al frente de esta escuela y se encargan de conservar las teorías de su padre. “Decía que necesitábamos carpinteros, albañiles, costureras, pero que había que darles un bagaje intelectual, que supieran la historia de lo que estaban haciendo y que, a todos aquellos que estaban trabajando con las manos, había que subirles de nivel. Darles una profesión y hacerles profesionales”, relata Mercedes.

Visita de estudios a Chillida Leku en San Sebastián. En primer plano, Mercedes Méndez, Pilar Belzunce y Eduardo Chillida, rodeados de alumnos de IADE.

Antonio, Mercedes y Diego Pérez de Castro y Méndez, responsables hoy de las distintas áreas de la escuela IADE, fundada por sus padres.

Rompiendo esquemas

Lo cierto era que, durante aquellos años, ganas y ansias por aprender no faltaban. La mayoría del alumnado eran chicas y, aunque generalmente no les dejaban viajar durante esas épocas, en IADE les organizaron toda una serie de viajes didácticos muy memorables. El objetivo era que pudieran ver arte y diseño, y vaya que lo hicieron. Con su look a lo Doris Day, las estudiantes recorrieron Berlín, Roma, Venecia y Atenas mirando, dibujando. Y grabando en su retina todo lo que habían visto en los libros.

Lo primero que se enseñaba en IADE, con su modelo de educación en libertad, era a pensar y luego a dominar el oficio. O sea, a dibujar. “Teníamos un montón de horas de dibujo no solo para controlar la geometría, también el color”, recuerda Mercedes. “Se incorporaron las clases de cromática para hacer que los planos resultaran atractivos. Pero lo más revolucionario e innovador, vigente hoy en esta escuela, fue la obsesión de Antonio por que los profesores no se erigieran como jueces, sino que ayudaran al alumno a crecer. Su obligación era abrir puertas y rendijas en la enseñanza”.

Visitando Venecia en los años 60, otro de los viajes didácticos con alumnos de IADE.

Visita al Guggenheim de Nueva York, donde el alumnado pudo disfrutar de su arquitectura y obras de arte contemporáneo.

Uno de los primeros viajes organizados para los alumnos de IADE fue a Italia a principios de los 60. El final de jornada tuvo lugar en la Fontana di Trevi en Roma.

El valor está en el balance

“Hoy el ordenador lo domina todo, pero desde la institución se empeñan en seguir dibujando a mano”, prosigue. “Y así va a seguir, porque dibujando se aprende a pensar”. A modo de ejemplo cita la técnica del color con gouache: “Como necesitas un tiempo para mezclarlo, ahí te das cuenta de si lo has hecho bien o no. Lo ajustas y lo extrapolas a la obra”. Segurísimo que Antonio Pérez de Castro estaría más que de acuerdo con las palabras de su mujer. Y también con el resumen que ella hace de estos 60 años de enseñanza. “El diseño cambia todos los días. Es muy potente y hay que estar preparado para evolucionar. Aunque, a la vez, hay que mostrar respeto, aprovechar la artesanía y los viejos oficios, y unirlos a las nuevas tecnologías”.

Los viajes organizados en IADE estaban integrados casi en su totalidad por alumnas y sus profesores. Fue una gran oportunidad que les permitió viajar y ver en vivo arte y arquitectura.

Proyecto de un spa en el campo de Salamanca, en un entorno rústico con un programa lúdico y sofisticado. Ejercicio para la profesora de Análisis de Formas Virginia Frieyro.

Axonometría de un espacio proyectado. Los estudiantes de IADE, tras haber diseñado el espacio, decidían cuál era la mejor visión volumétrica. Ejercicio para la profesora de Proyectos de primero Elena Flores.

 

* Especial agradecimiento a Mercedes Méndez y a Diego, Antonio y Mercedes Pérez de Castro.