Iván Ferreras (Maderatree), reflexión en torno a la nobleza de su material predilecto
Lleva largos años trabajando con la madera. “Aunque en serio algo más de un año”, puntualiza él. Desde entonces, Ferreras no ha parado de darle forma a este material al que considera bonito de por sí, con varios encargos en marcha y mucha proyección desde su Valladolid natal. “Mi trabajo lo defino como el arte de hacer murales o cuadros con madera, cortando las piezas de manera geométrica para después darles vida con colores. Todas las piezas las tallo y y lijo una a una para, posteriormente, ser pintadas o teñidas y pegarlas sobre una superficie también de madera”.
El vallisoletano, dice, encuentra la inspiración mientras trabaja desde la artesanía su material insignia. “También en almacenes de madera, tiendas, casas, revistas y todo lo que pase por mi vista”. Recuerda perfectamente la primera revelación que tuvo para sus murales. “Me vino estando en casa de un amigo en Holanda, que tenía algo parecido a un mural de colores. Me gustó tanto que lo hice a mi estilo y perfeccionándolo todo lo que pude. Y, desde entonces, cada trabajo lo voy evolucionando, haciéndolo diferente y más difícil solo porque me gusta. Es como un desarrollo personal”.
Gaia Schillaci, una Sicilia textil
Desde la simple curiosidad hasta el oficio de la artesanía han pasado nueve años. Pero esta italiana, que se define como artesana textil, comenta que siempre ha tenido latente la necesidad de expresar y crear a través de las manos. “Mi infancia se ha desarrollado en un contexto rural, la Sicilia rodeada de campos dorados y paisajes secos, donde las mujeres de la familia realizaban artesanalmente manteles de verano o jerséis invernales”. Su trabajo textil se divide en dos grupos. Por un lado, los tradicionales diseños como los tapices de alto lizo y los paneles de macramé, brindándoles una estética contemporánea. Y, por otro, Schillaci ha decidido combinar una serie de obras textiles reinterpretadas no solo en su estética, también a través de la creación de nuevos productos.
De normal suele utilizar linos, algodones, lanas, maderas y tejidos naturales. “Mi producción se centra en el concepto de la tierra y en el contacto con la naturaleza, que nos regala paz y armonía. Trazar, explorar e investigar caminos con cuerdas e hilos me permite pausar el tiempo y sentir el material. Aceptar ese proceso transforma la pieza final en una obra única valiosa y que, instalada en el lugar correcto, proyecta la belleza y la calma que ha respirado durante su creación”, apunta Schillaci, mencionando que acaba de entrar en una asociación de creación textil que reconoce a nivel nacional los artesanos/artistas. “Sin duda ha sido uno de los logros de este maravilloso oficio”.
Luz Moreno Pinart, el oficio de entrelazar
Estudió escenografía y diseño textil en París y Finlandia. En la capital francesa va a exponer ahora una muestra titulada Symbiosium, cosmogonies spéculatives, en la fundación Fiminco, y en breves se va a presentar en el museo Noguchi de Nueva York su obra El Retiro, finalista del premio de artesanía de la Fundación Loewe. ¿Su premisa? “Los materiales orgánicos me interesan mucho desde siempre. Poder jugar con ellos, torcerlos, trenzarlos, plegarlos…”. Diciendo tal cosa no es de extrañar que esta madrileña se trate de una artista observadora, alguien que entiende las formas como una parte fundamental de su trabajo.
Ella misma lo afirma. “Me gusta imaginarme como una creadora de formas, que es lo que hago a base de entrelazar materiales flexibles y que pesan poco. Suelo viajar mucho y me gusta poder llevármelos”. También habla de su modus operandi en la artesanía. “En mi proceso creativo suelo empezar investigando una planta y de ahí voy entrevistando a personas, ya sean botanistas o científicos. Luego voy analizando la anatomía de la planta, sus colores y formas para ir creando a partir de esas búsquedas. Porque la inspiración para mí son la vida y la naturaleza, las flores y su anatomía. Los momentos vividos y entrelazados”, concluye.
El trabajo de artesanía de Luz Moreno Pinart, de cerca, puede considerarse casi un auténtico ejercicio de anatomía vegetal. Foto: Martin Argyroglo (cortesía de la Fondation LAccolade-Institut de France).
Allo! Studio, texturas tridimensionales
“El nuestro es un proceso muy consciente. Las bases cementosas y de yesos son una elección recurrente, pues permiten moldear y crear grandes volúmenes. Pero no solo se trata de la estética. También hay una conexión con la naturaleza en la elección de materiales orgánicos y, en ocasiones, desperdicios que se convierten en nuevas formas de arte”. Quien habla es Neko, un gallego centrado en diseño, estilismo de interiores y dirección de arte que, junto a su amigo ingeniero José Luis, originario de León, los dos han creado en el Maresme su propio estudio-taller, Allo! se llama, en el que ambos desarrollan sus ideas para plasmarlas de manera única, con una fuerte predilección por lo abstracto.
Su objetivo es crear diferentes obras que transmitan y conecten a través de la experiencia visual. “En ellas se exploran constantemente las formas, materiales, texturas y colores para descubrir nuevas técnicas de expresión y comunicación con el espectador”, informa Neko. A él, vivir de pequeño cerca de una cantera donde los artesanos trabajaban la piedra le influyó claramente, lo que unido a su inquietud por pintar e incluso hacer alguna pequeña incursión en el grafiti, le llevó a explorar el arte urbano. Hoy, Allo! Studio está trabajando en su próxima propuesta para el Loewe Craft Prize, así como en la presentación oficial de su serie de esculturas The Shells.