Tanto en esta imagen como en portada, vista del salón decorado por Aagnes con linos, cueros y mármoles. Para levantar esta vivienda, muy cerca del pueblo de Tapalpa, Sergio Ortiz colaboró con el arquitecto Eduardo Romo. Fotos: César Béjar.

Junto al salón figura el comedor, una estancia común a la que se accede mediante una zona revestida en madera de cedro. Foto: César Béjar.
De nuevo en el salón, varias de las piezas y objetos que Aagnes seleccionó a la hora de vestir la casa de sus amigos. Foto: César Béjar.


Los diferentes patios de la vivienda se acompañan de piedras de la zona. Esa solución de los arquitectos se trasladó también al diseño de interiores. Foto: Ricardo Ramos.
Resuena el Modernismo
La vivienda, explican desde Aagnes, era para unos amigos suyos que habían comprado un solar en medio de un bosque de pinos, a hora y media de Guadalajara ciudad. En tal enclave querían una casa para recibir invitados: “Algo así como un hotel boutique pero pensado para estar en familia, con una agenda de comidas, cenas y picnics”, informan. Así lo hicieron los arquitectos, a lo largo de una construcción levantada de cero con grandes ventanales y celosías, y tres patios interiores en los que hoy converge la vida en familia, la dimensión social del día a día. De esta manera, gracias a las aberturas en cualquier punto de la casa ahora se puede ver el cielo, los árboles y la transición a otros espacios del proyecto.
Los arquitectos recurrieron a duelas de madera de cedro para muros y suelos, mientras que el resto se resolvió con piedras tradicionales de Jalisco. “Básicamente, nuestra labor fue empatar los materiales de la arquitectura con el interior para que encajaran, conformando un aire fresco”. O mejor dicho, configurando un ambiente ajustado al siglo XXI y de la mano de jarrones de barro bruñido artesanales, piezas de cestería de Tequisquiapan, algunas de cobre de los pueblos de Michoacán, lámparas, textiles y muebles seleccionados por Aagnes o, directamente, confeccionados ad hoc por el despacho. Como todas y cada una de las mesas que se observan dentro y fuera de la casa con guiños al japonés Isamu Noguchi. Muchas mesas se revelan hechas de mármol Calacatta y Travertino. Otras, de nuevo sin filtros ni lacados, aparecen con cuerpos de piedra volcánica Recinto de los alrededores.

Las panelados de madera de cedro suponen una de las mayores constantes en la vivienda diseñada por Sergio Ortiz y Eduardo Romo, de la mano de techos estructurados con vigas de madera local. Foto: César Béjar.
Imagen de la última fase del proyecto, la cual consistió en darle vida a la casa con las piezas de materiales toscos de Aagnes. Foto: Ricardo Ramos.

Un gran triunfo
A la familia le encantó tanto el proyecto que, al parecer, siempre hay gente entrando y saliendo los fines de semana. “La agenda de visitas está llena hasta el 2024, es imposible ir si no eres muy cercano a los dueños”, comparten los interioristas, de nuevo orgullosos por lo que supone que la vivienda asuma un ritmo tan frenético, y porque los propietarios ya le han encargado un par de proyectos más a Aagnes, los cuales se suman al calendario de este despacho que tampoco tiene demasiados huecos libres. Ahora anda resolviendo varias viviendas muy similares a esta, y dos torres de apartamentos en la colonia Polanco de Ciudad de México. Es decir, que por fin Guadalajara está decidida a conquistar los interiores de la capital, y ya lo está haciendo a su manera tapatía. Sin hacer demasiado ruido, pero con una pureza y rotundidad total.

La vivienda contempla otras estancias comunes en paralelo al gran salón-comedor. Foto: César Béjar.
Los dormitorios de la vivienda siguen la misma filosofía que el resto de habitaciones, tanto a nivel cromático como de materiales puros. Foto: César Béjar.


Retrato de Miguel Ángel Nava y Omar Godínez, al mando de este despacho de Guadalajara.