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Fotografía: Montse Garriga / Estilismo: Amaya de Toledo
Interiorismo: Alicia Bowers

Los palacetes en el centro de Madrid aún existen: la prueba está en el dúplex de Alicia Bowers

La canadiense ha restado solemnidad a su apartamento en un palacio del XVII en la capital con suaves y confortables iconos del XX y potente arte contemporáneo. La etiqueta se relaja pese al gran porte real con el que se alza este espacio magistralmente rediseñado.

Los secretos de palacio, los verdaderamente fascinantes, no se gestaban en los salones, sino debajo, en los túneles que la aristocracia hizo excavar para comunicar entre sí sus residencias. Como es el caso de este dúplex de casi 900 metros cuadrados que ocupa parte de un palacio del XVII, en el castizo barrio de Los Austrias, y cuyo subsuelo estuvo directamente comunicado con el Palacio Real. “Mi familia y yo volvíamos de Chile y buscábamos una vivienda en el centro de Madrid. Me habían hablado de esta, pero creíamos que sería inalcanzable. Aun así decidimos visitarla”, comienza la interiorista canadiense Alicia Bowers.

El hall con mesa española comprada en El Rastro, butacas años 40, sofá de Tom Ford para Gucci y óleo Hey Rothko (2021) de Alicia Bowers. En portada, el salón con sofá en lana bouclé, mesa TRG en chapa de acero de Willy Rizzo y, sobre la chimenea, jarrones italianos de cristal, todo en L.A. Studio. Biplaza de fieltro gris de los 50, en IKB 191, y lámparas de cristal de la Real Fábrica de La Granja.

El salón se acompaña a su vez de butacas Serie 148 de Tecno, mesita Eros de Angelo Mangiarotti para Skipper y, al fondo, silla Seconda de Mario Botta, todo en L.A. Studio. A la izda., lámpara AS1C de Franco Albini para Nemo, en El Transformista. En la pared, máscara ceremonial Bedu, en La Exoteca.

El salón también dispone, junto a la chimenea, del óleo Untitled (2022) de Emanuel Seitz, en Galería Ehrhardt Flórez.

Alicia Bowers conservó el suelo de mármol en damero, las molduras y escayolas de la reforma anterior. Óleo Over Light (2020) de Guillermo Pfaff, en Galería Ehrhardt Flórez.

Esta arquitectura tricentenaria ya había sido actualizada anteriormente. “La primera vez en el XVIII por Vicente Barcenilla, y a comienzos del XIX Antonio López Aguado la adaptó al gusto neoclásico que hoy mantiene con las escayolas, molduras y siete chimeneas, algunas repintadas por mí”, señala. No fue necesaria mucha obra. Sus anteriores propietarios habían trabajado con el arquitecto Ignacio Vicens, quien devolvió la solemnidad a los espacios mediante estucos, suelos de mármol en damero y nuevas cornisas. “Decidí ser continuista en lo que a materiales se refiere -mármol, madera y bronce- para que no se notara ruptura. Pero sí actualicé los baños y prescindí de la zona de servicio”.

Alrededor de la mesa española de El Rastro, en el comedor, banco de terciopelo diseño de la interiorista y sillas Lodge de Ettore Sottsass, en L.A. Studio. Desde la izda., espejo francés del XIX, grafito Untitled (2021) de Peppi Bottrop y óleo Sampled Painting (2020) de Guillermo Pfaff, ambos en Galería Ehrhardt Flórez, y pieza Marry me (2015) de Frank Plant.

La cocina de Alicia Bowers se acompaña de taburetes Gaulino de Óscar Tusquets para B.D. Barcelona, lámpara Sputnik, en El Transformista, y óleo Between Brothers 1.1 de Timothy van Oorschot, en Gärna Art Gallery.

La estancia de media luna conecta comedor y cocina, con vajilleros creados por Bowers inspirados en los laboratorios de perfumería de principios de siglo. Mesa de hierro diseño de la interiorista, sillas españolas de los años 40 y lámpara de cristal de la Real Fábrica de La Granja.

Paso al comedor en esta vivienda de la canadiense.

Exquisitez de otro planeta

La planta principal, con doce enormes ventanas a la calle, se divide en hall, biblioteca-despacho, salón, comedor, y una gran cocina con antesala en forma de media luna. “Este espacio en curva es del que me siento más satisfecha, con los vajilleros que diseñé inspirados en los laboratorios de un perfumista de principios del XX”, añade Alicia Bowers. La sala da acceso a la zona de fogones, con armarios en laca blanca mate y suelos de roble punta de Hungría y brillante mármol Bianco Arabescato Carrara en encimeras e isla central. La planta de arriba la reservó la canadiense a cuatro dormitorios, todos con baño incorporado, y la principal con vestidor.

Dormitorio principal con butacas S142 de Eugenio Gerli para Tecno, en L.A. Studio, y mesitas y jarrón italiano, todo en IKB 191. Máscara africana y pieza con azulejos de Claudia Wieser, en Casado Santapau. Junto a la cama, con colcha y sábanas de Ábbatte, mesita Tulip de Eero Saarinen para Knoll, sillones Soriana de Tobia Scarpa para Cassina, en L.A. Studio y, en la pared, mural de azulejos y madera de los 70, en El Transformista.

Otra perspectiva del dormitorio de Alicia Bowers.

Retrato de la canadiense en el salón de su casa en Madrid frente a una de sus obras favoritas de su colección, Silence is somewhere it’s not (2022) de Masaaki Hasegawa.

La decoración es un juego de tono sobre tono que va del blanco roto al gris, con guiños a las pinturas de Zurbarán en piezas marrones y ocres pero, salvo escogidas excepciones de anticuario, como los chandeliers de La Granja, todo es de un rotundo, sutil y confortable siglo XX. Muebles firmados por tótems italianos como Mangiarotti, Sottsass, Scarpa o Gerli junto a suntuosas curiosidades como un sofá que Tom Ford creó en su era Gucci. Y entre escayolas palaciegas, la colección de arte africano de Alicia Bowers dialoga con impresionante contemporáneo de Guillermo Pfaff, Masaaki Hasegawa, Emanuel Seitz, Timothy van Oorschot o Frank Plant. Existiendo estos paraísos habitables en la superficie, ¿quién quiere túneles?

Sobre una de las siete chimeneas del dúplex de Alicia Bowers, en la entrada, espejo de 1,2 metros de cristal azul de Murano, en IKB 191.

Zona de la escalera con escultura de Las Ánimas, en Gärna Art Gallery.

Despacho con escritorio italiano de latón y cristal, en El Transformista, lámpara Pipistrello de Gae Aulenti para Martinelli Luce, jarrón de Murano de Flavio Poli para Madrazzi y sillas años 70, todo en IKB 191. En la chimenea, pintura Pugna 23 (2022) de Chidy Wayne.