
Otra vista del salón-comedor en tonos blancos, pensados para reforzar la luz natural que entra por los ventanales.
Nada más acceder al apartamento de Martín Peláez se encuentra la cocina, la cual se resume en un mueble modular de madera oculta.


Tanto los armarios como los muebles de la vivienda se revistieron en metacrilato.
Versátil cuando menos
Adentro, el blanco gobernante también lo rompen tres espejos, los cuales distorsionan de nuevo las dimensiones del piso haciendo que parezca más grande de lo que realmente es. Cosa que consiguen porque cada espejo actúa de pared: se pueden abrir y cerrar y de esa manera incorporar al salón un dormitorio. O que el dormitorio haga de despacho. O directamente que los 50 m2 se conviertan en una estancia común polivalente, sin divisiones, gracias en paralelo al suelo continuo consistente en unas enormes placas coloreadas en masa.
Dicen desde Martín Peláez que el asunto de los espejos ha sido lo más complicado de la obra. Especialmente porque, de los tres que hay, dos aparecen revistiendo puertas con un tamaño de tres metros de alto. “Y eso, claro, ¿cómo lo subes de la calle al tercer piso en el que está la vivienda? Con una grúa, imposible. Lo que hicimos fue llevar los oficios un poco al límite. Tuvimos que subir los espejos por la escalera, con máximo cuidado, y ya en la casa levantarlos y pegarlos en las puertas de madera entre cinco personas”. Una odisea, a la que además el despacho le añadió el hecho de diseñar por motu proprio el mobiliario de la vivienda.

Justo tras la pared corredera del salón-comedor, revestida de espejos, se encuentra el dormitorio con un pequeño despacho.
Así de fina e imperceptible es la división que existe entre las estancias de la casa, obra de Martín Peláez.

El éxito está ya demostrado
“Los muebles los construimos nosotros porque también luego nos servirán de cara a otros proyectos. Pero el caso es que aquí era importante hacerlos ad hoc”. Se explican: “Con todas las transparencias que tiene la casa y lo potente que es, necesitábamos piezas que acompañasen la escenografía pero en silencio”. Por eso los muebles son de metacrilato o de un cristal con transparencias, y que al cliente le encantaron justo con el resto del envoltorio. “Sabía que le íbamos a hacer algo diferente, por lo que nos dejó actuar como quisimos a sabiendas de que iba a ser un producto que no está enfocado a todos los públicos”, sentencian en Martín Peláez. “Pero al final no ha habido ningún problema. La casa la rematamos hace poco menos de un mes y el primer inquilino ya está a punto de entrar”.

Comedor visto desde el despacho de la vivienda.
Otra imagen del comedor con sus particulares muebles en metacrilato.


Para este apartamento en el centro de Madrid, el baño se ideó mínimo pero muy bien equipado.
Detalle del mueble de la cocina, dispuesto únicamente con los elementos esenciales.
