SUSCRÍBETE

~ Versión Print

Fotografía: Asier Rua
Interiorismo: Cuarto Interior

En Ibiza sí existe la paz y el silencio: la prueba está en la nueva casa de Cuarto Interior

Entre olivos y algarrobos, el cofundador de este despacho madrileño se refugia en una casa de campo en la isla balear que ha decorado siguiendo el estilo tradicional payés. Le ha quedado tan mediterránea como wabi sabi.

Es un refugio de vacaciones en la Ibiza más rural, en el término municipal de San Rafael. “Una zona tradicionalmente agrícola, donde sobre todo se ha cultivado olivo y algarrobo. Un paraje sorprendente, ya que a pesar del bullicio que puede haber a veces en la isla, es el lugar más tranquilo del mundo y cada día te encuentras un animal diferente por aquí”. Lo dice José Manuel Fernández de Cuarto Interior, el estudio de interiorismo y arquitectura encargado de renovar la casa. En este caso ha sido su propio cliente ya que Es Garrover, así se llama la finca, está destinada a él y su familia. Consta de 500 metros cuadrados repartidos en cuatro edificaciones clásicas de piedra y cal blanca.

Vista exterior de la casa y la piscina. En portada, el salón y la cocina, un mismo espacio donde predominan el blanco ibicenco y la madera natural. Todos los muebles son de Patricia Galdón y los textiles, de Gancedo.

La piedra y cal blanca son los materiales tradicionales de la arquitectura de Es Garrover.

El propósito de Cuarto Interior era desarrollar al máximo las áreas outdoor para hacer vida fuera.

“La encontré un día de invierno, totalmente por casualidad, haciendo senderismo por los alrededores. Se encontraba en un estado ruinoso, pero enseguida vi que tenía muchísimas posibilidades. Hubo que devolverle el estilo payés original que había perdido con el paso del tiempo. Tenía elementos añadidos por el anterior propietario que nada tenían que ver con la arquitectura tradicional. Además, estaba pintada de rojo, muy lejos del típico color blanco propio de la isla”, explica el autor. El propósito, según Cuarto Interior, era crear una casa de campo ibicenca reinterpretada con las comodidades actuales. Pero respetando por un lado el entorno y el paisaje, y por otro potenciando la zona exterior incorporando asientos con vistas sobre el valle.

El pórtico de la entrada es de lo que más orgulloso está su dueño. Y la buganvilla, su pieza preferida.

El comedor exterior con muebles fabricados por un artesano local.

A la antigua usanza

El edificio principal cuenta con un salón y una cocina payesa en un mismo espacio y tres dormitorios con pequeñas ventanas tradicionales, que evitan el calor en verano: los muros son de más de medio metro de grosor para aislar. La casa tiene dos apartamentos adyacentes de invitados con baños completos. Por último, está el antiguo almacén, hecho con piedra tradicional extraída del mismo terreno. En su jardín, una piscina rodeada de plantas autóctonas como lavanda, tomillo o agaves. Se trata de una vivienda 100% sostenible que dispone de autoconsumo 100% solar.

Adentro de la parcela, en todo momento predominan el blanco de los volúmenes, el color tierra de la piedra y el marrón de la madera de sabina. En Cuarto Interior han jugado con pocos elementos, pero muy seleccionados, y todo vestido con una paleta cromática muy reducida. La cocina bicolor, en madera y blanco, dispone de una cómoda isla. Se ha equipado de la manera más tradicional: muebles de obra con puertas de madera y baldosas de cerámica en un blanco brillante. Para enfatizar su aspecto rústico, la campana se ha coronado con un tronco de sabina y las lámparas de techo son de fibras naturales.

En uno de los dormitorios, madera, hierro, cerámica, fibras naturales y ropa de cama en tonos neutros. Ventilador de Faro Barcelona.

La decoración escogida por Cuarto Interior es minimalista y serena, entre mediterránea, rústica y wabi sabi.

Otro dormitorio con cama con dosel. Los muebles son de Patricia Galdón.

La cocina bicolor, con muebles de obra con puertas de madera y baldosas cerámicas en blanco brillante. Sobre la campana, un tronco de sabina. Jarrones y tinajas de barro de alfareros del pueblo de San Rafael, donde se sitúa la casa.

Azulejos de Ladrilleras Ibicencas en la cocina.

Mucho vintage y ad hoc

“El mobiliario es en su mayoría de madera. Mi querida amiga y gran decoradora Patricia Galdón fue la que me ayudó con piezas diseñadas y fabricadas por ella. Los textiles son algodones en tonos naturales combinados con telas del sur de Marruecos y los cuadros aparecieron en un rincón olvidado de la casa. Son óleos de un artista local de los años 60”, prosigue Fernández. Hay mesitas realizadas con troncos y hierro, sofás hechos con maderas recuperadas, fibras trenzadas, banquetas, ventiladores en los techos, camas con dosel…

Mención especial merecen los jarrones de cerámica y las tinajas de barro que decoran interior y exterior. No en vano San Rafael es el único pueblo de Ibiza declarado Zona de Interés Artesanal gracias a sus alfareros, que han creado escuela con piezas de inspiración púnica y que han logrado que su fama trascienda a nivel nacional e internacional. José Manuel afirma que de lo que más orgulloso está es del pórtico de la entrada. “Creo que ensalza la fachada y también le da un toque moderno, pero respetando al máximo la construcción original. Además, su buganvilla es mi pieza preferida. Ya existía cuando encontramos la casa y se ha convertido en parte de la arquitectura”.

Todo busca ser tradicional y payés, relajado, sencillo. Óleo de un artista local de los años 60.

El propietario, José Manuel Fernández del estudio madrileño Cuarto Interior.

Es una casa perfecta para la vida hedonista, para disfrutar de las cosas simples, para pasar las vacaciones en familia y con amigos.

En cuanto a decoración, pocos elementos pero muy seleccionados, y una paleta cromática muy reducida.

Paraíso en la Tierra

La de Cuarto Interior es sin duda una casa perfecta para la vida hedonista, para disfrutar de las cosas sencillas de la vida, donde las horas pasan despacio con el sonido de las cigarras de fondo. Su decoración es minimalista y relajada, entre mediterránea, rústica y wabi sabi. Con estancias frescas, donde corre el aire, y a la vez cálidas visualmente. “Es un proyecto muy personal. Mi mayor satisfacción es ver crecer y disfrutar a mis hijos en ella. Todos los veranos celebramos aquí el cumpleaños de mis mellizos”, cuenta mientras ultima dos hoteles en la isla. Aparte del diseño de todas las habitaciones y el rooftop del Hard Rock Hotel Marbella.

En todo momento destacan el blanco de los volúmenes, el color tierra de la piedra y el marrón de la madera de sabina.
«Quería crear una casa de campo ibicenca reinterpretada con las comodidades actuales», explica su dueño. 
 
«Debíamos respetar el entorno y el paisaje, y al mismo tiempo potenciar la zona exterior incorporando asientos con vistas sobre el valle», remata.