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Fotografía: Fabián Martínez
Arquitectura e interiorismo: Habitación 116

La casa de Habitación 116 en el Gòtic de Barcelona, mexicana y mediterránea

En un antiguo palacete del siglo XV, en una de las partes más históricas de la Ciudad Condal, se encuentra el pied-à-terre de los arquitectos Rafael Rivera y Javier Claverie, fundadores del estudio mexicano Habitación 116 y autores de cada vez más proyectos a lo largo de España.

Encontraron un piso abandonado y en ruinas en un palacete en la Plaza de Sant Just, en pleno barrio Gòtic de Barcelona, vieron su potencial y el flechazo fue instantáneo. “Era una hoja en blanco con un perímetro de muros y ventanas originales de época. Lo más interesante era la estructura que lo conformaba, le hacía tener un encanto muy especial, cuyo rescate se convirtió en nuestro principal objetivo”, cuentan Rafael Rivera y Javier Claverie, del estudio Habitación 116. La reforma se llevó a cabo con el apoyo de Paco Llonch, arquitecto catalán con el que colaboran en todos sus proyectos en España. “Comenzamos por rescatar los techos de bóveda catalana, descubrir las capas de pintura de los muros y limpiarlo de añadidos posteriores que no nos interesaba conservar. Desmantelamos muros, techos y recubrimientos posteriores a su origen, con la finalidad de regresarle su dignidad”, comentan.

En el salón, sofá de lino de Güell-Lamadrid con manta de Oaxaca, mesa y taburete Berger de Charlotte Perriand y alfombras de Marruecos. Al fondo, la cocina en una isla de piedra gris de Sant Vicenç con alfarería francesa y española.

Claverie y Rivera, de Habitación 116, en su refugio en Barcelona. En portada, el comedor con mesa Tobi-Ishi de B&B Italia, sillas y taburete Meribel de Charlotte Perriand y kilim marroquí. Sobre el muro de ladrillo, paneles de una fachada de Jean Prouvé de los 60. Botijos antiguos de Verdú y una vasija de perro xoloitzcuintle en barro de Oaxaca.

Por medio de una estratégica y oportuna intervención, esta vivienda de apenas 70 metros cuadrados es ahora el refugio en el que Rivera y Claverie desconectan de sus épocas de más ritmo de trabajo en Ciudad de México, y lo hacen en un espacio que parece haber recobrado su esplendor sin perder su esencia original. Sus techos de más de cuatro metros de altura y sus grandes ventanales de casi tres, con bonitas vistas a la fachada esgrafiada del Palacio Moxó, aportan amplitud a la casa y la inundan de luz, haciéndola parecer más grande de lo que es. Fue un reto concebir un espacio que fuera flexible y a la vez funcional, para dormir, trabajar, comer y convivir. “Al ser un proyecto personal podíamos arriesgar, experimentar con conceptos que nos parecían atractivos y tomar decisiones que comúnmente los clientes no nos aceptarían”, explica Rivera.

El resultado es un espacio diáfano en forma de ‘L’, con una gran caja de madera de roble recuperada en uno de sus extremos. Como si de un juego de Tetris se tratase, los arquitectos diseñaron este volumen a dos medias alturas para albergar varios usos: abajo, una acogedora habitación de invitados, una lavandería-vestidor y el baño. El dormitorio principal se encuentra en la parte superior del cubo, a la cual se accede por una escultural escalera sin barandilla que recuerda a las de Luis Barragán, propulsor de la arquitectura emocional mexicana. En el extremo opuesto se colocó la cocina, reducida a una enorme isla-monolito, y el salón. En la pared de ladrillo se han colgado dos paneles de Jean Prouvé rescatados de la fachada de una escuela francesa.

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Un gran cubo de roble recuperado alberga varios usos en esta vivienda de unos 70 m2.

A una altura intermedia del cubo, el escritorio que a los de Habitación 116 les sirve como mini despacho-oficina.

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El dormitorio principal ocupa la parte superior del cubo de madera.

“En todos nuestros proyectos mezclamos diseño contemporáneo y piezas de anticuario, buscando coherencia con el entorno histórico y geográfico”, dice Claverie. De ahí nace una decoración con el sello inconfundible de Habitación 116, que destaca por sus líneas puras y sus conceptos contundentes. Ellos mismos tienen su propia colección de muebles, cuyo principio es preservar la artesanía mexicana experimentando y reinterpretando su legado cultural. Lava, su última serie, se presentó en Unno Gallery durante el Fuorisalone milanés de este 2022. “El cuidado en el diseño y manufactura de nuestros espacios y muebles son nuestra seña de identidad. Nos gusta pensar y producir de manera artesanal con materiales nobles de la más alta calidad”. Algo que, aunque aclaren, resulta más que evidente en su hacer.

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La butaca Miguelito es uno de los diseños propios de Habitación 116.

Igual que la Miguelito, la butaca Criollo se construye a partir de piedra tallada por artesanos de Puebla, México.

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