
Acceso a la casa a través de un patio en un edificio centenario de la colonia Roma Norte. En portada, el mural del comedor que el interiorista pintó. Sillas de La Lagunilla y aparador mid-century mexicano.
Estudio del belga con cajonera preciosa de La Lagunilla, junto al retrato de uno de los primeros holandeses que emigraron a Estados Unidos durante el XVIII.


Dirk Jan Kinet, retratado en el comedor de su casa en Ciudad de México.
“Me encanta combinar cosas de distintas épocas, estilos y simbolismos”, reconoce Dirk Jan Kinet. “En mi casa conservo retratos, grabados, óleos de artistas amigos míos o hallados en anticuarios, así como de mercadillos”.
La propiedad de la que habla el belga se trata de una vivienda a la que le arrancaron en los años 80 todos sus detalles auténticos, los que le conferían su identidad. De ahí que el interiorista se empeñara en devolverle un poco de su belleza con un método creativo que, según él mismo, no puede ser más caótico. “Por eso prefiero trabajar solo. He tenido clientes que querían involucrarse en el proceso, pero al no entenderlo les resultaba abrumador y generaba conflictos”, agrega. La mente de Dirk Jan Kinet trabaja rápido, es una explosión imparable de ideas y flashes visuales. Pero, llegada la hora, siempre resuelve espacios que narran un discurso coherente. Y, aunque figuren contrastes, en última instancia los extremos logran convivir sin pelearse.
Cuando hay libertad, se nota
“No me interesa trabajar de otra forma, mi método funciona bien. Cuando diseñé Casa Olympia (uno de los restaurantes más chic de Polanquito), los socios no sabían nada, y cuando ya estaban puestos los papeles y colores, me dijeron: ‘Hay que despedirlo. Está horrible’. Pero al final quedaron encantados”. En sus proyectos recientes ha tenido carta blanca de principio a fin. Por supuesto, también en su casa mexicana de 140 m2, cuya primera planta se reserva para el recibidor, un estudio, el salón y el comedor, la cocina, el antecomedor y el patio. El segundo resguarda el dormitorio principal, el baño completo, la sala de estar, la recámara de visitas con baño privado y el cuarto de televisión.
Sea cual fuere, grande o pequeño, el belga llenó todos y cada uno de los rincones de antigüedades eclécticas.
Al interiorista le fascinan los papeles setenteros: “Nací en 1966 y me traen recuerdos de mi niñez”.

Sala de estar de la planta superior pensada para tomar el café de la mañana, leer o meditar. Aquí se combinó un papel de hojas y rayas en techo y paredes.
El salón, con un papel de cuadros vichy. “A menudo me dicen que soy una persona muy colorida, pero en realidad solo uso dos paletas de color para todo”, explica Kinet.

Su inspiración es cotidiana, viene de la calle y de referencias únicas. Para este proyecto Dirk Jan Kinet se basó en el suelo original de baldosas anaranjadas de la casa. Empezó a comprar todo del mismo color, hasta el más mínimo detalle, y luego complementó el naranja con diferentes tonos de verde. “Para mí es importante crear algo con mis propias manos y dejar mi firma en cada trabajo”, recalca. “Por ejemplo, las paredes del comedor necesitaban un toque dramático y lo logré combinando todas las tonalidades que hay en la casa en un mural que se extiende al techo”.
Popurrí audaz
Adentro tampoco hay muebles de marca, cada pieza es de segunda mano, adquiridas todas en anticuarios o en La Lagunilla, el mercado de pulgas de la ciudad. “Prefiero comprar algo original por un precio más accesible, y al final todo se vende o se utiliza en algún proyecto futuro”. Por lo visto, el belga siempre está al acecho de tesoros que den alma a los espacios que concibe, ya sean muebles, objetos o arte. “Lo busco todo al azar. Cuando intento seguir una lista de cosas que quisiera para una obra, simplemente no me funciona”. De hecho, para su casa no hizo ningún moodboard.

Vista de la cocina con una nevera verde y el peculiar mix maximalista de piezas de Dirk Jan Kinet.
Otra perspectiva de la cocina, la cual contempla un patio propio.


Así es una de las salitas de estar en la que no falta, claro está, la combinación insignia de naranja y verde.
“Compré los papeles en Bucareli, sabiendo que el 95% de las cosas que venden ahí son de mala calidad. Quería algo con un poco de estilo, pero fue difícil encontrarlo. Por ejemplo, el papel de la entrada lo odio. Me lo llevé porque era económico y ya quería terminar la casa. Pero a todo el mundo le encanta. Eso me hace pensar que debo tener más confianza en mí y en mi trabajo”, añade. Una regla inquebrantable para Dirk Jan Kinet es que cuando alguien recorre sus proyectos debe sentir que todo es parte de un conjunto armonioso, aunque existan diferencias o contraste de estilos. ¿Es esta la vivienda de tus sueños? “Me recuerda a mi infancia. Cuando abro la reja del portal, pienso: ‘¡Es una maravilla!’. Vivo en uno de los inmuebles más bonitos de la Roma”, considera. “Sin embargo, al entrar en casa no estoy del todo satisfecho: podría ser aún más grandiosa”.
Dirk Jan Kinet es aficionado al arte religioso, por lo que colocó en el dormitorio una Madonna del siglo XVIII.
Uno de los baños en los que, en su interior, tampoco faltan los papeles pintados como motivo déco protagonista.