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Vídeo: Manuel Martos

VÍDEO. Curva infinita: ‘Casa Manuela’ de Paula Ordovás en una tranquila Marbella

Tanto el lujo despampanante como la tradicional casa de huéspedes se reinventan en la costa de Málaga, de la mano de la nueva vivienda que esta madrileña se ha hecho a medida. Es suave, resulta creativa y sus interiores están llenos de muchas curvas.

Marbella no solo vive de yates, excentricidades y rusos a mansalva, también de los que en otoño e invierno deciden pasar sus días en un remanso de paz, como la empresaria y creadora de contenido digital Paula Ordovás, quien se crio en la ciudad malagueña. Desde entonces jamás ha dejado de acudir a sus playas, dice, razón por la que su pareja y ella decidieron adquirir allí una casa justo después de uno de los confinamientos. Bastante oculta en una urbanización a las afueras, resultaba perfecta (se ubica a escasos minutos de la costa), solo que su estructura cumplía con el prototipo de las típicas construcciones de la España del XX: un pasillo larguísimo al que daban decenas de habitaciones diminutas. En origen se había pensado para albergar a familias numerosas que ahora ya apenas existen, por lo que la distribución compartimentada había quedado más que obsoleta hoy en día.

Juan Bengoa, el arquitecto que Ordovás escogió para este proyecto al que ha bautizado Casa Manuela, subraya la gran pega de una distribución así: carencia absoluta de luz natural. Una cosa que normalmente se soluciona derribando muros y tabiques, pero Bengoa y su equipo optaron por tirarse a la piscina y levantar de nuevo paredes en forma de curva. “No solo por eso –corrige el arquitecto–. Paula se dedica a la fotografía y las redes sociales y el elemento curvo permite generar un montón de planos y alzados diferentes”. Un año y ocho meses ha durado la rehabilitación, especialmente por las dificultades que ha supuesto alejarse de las geometrías rectas y por el concepto de la fluidez.

“Forramos con espejo la medianera con el edificio de al lado para duplicar el efecto de grandeza en la escalera y en la entrada, y enrasamos la carpintería para que haya permeabilidad entre el jardín y el interior”, detalla el arquitecto. Dentro, el cuidado impera: las camas son de obra, así como la bancada del salón, cuyas butacas Falcon cuentan con líneas muy setenteras y su sofá es de MIL Studios; hay manteles de lino bordados a mano, mucha cerámica de autor y textiles tranquilos, todos de Gancedo, que llegan incluso a forrar los armarios de roble, mientras que la mesa de café del salón con un cuerpo de formas orgánicas corre a cargo de la decoradora Daniella van Tweë, tal y como ella explica: “Al diseñarla en tadelakt me encontré con que ningún gremio se atrevía a fabricarla, y al final decidí hacerla yo misma en una nave industrial”. No tuvo que someterse a ensayo y error, la mesa le quedó tan bien a la primera que ella luego se propuso crear un juego de tres mesitas del mismo material para la terraza de la planta superior, y en el dormitorio de abajo, el único que existe allí, pintó in situ un mural de casi cuatro metros de altura en una de las paredes.

Viendo el resultado en conjunto, Ordovás no duda al afirmar sobre esta casa: “Sinceramente, me atrevería a decir que no hay nada parecido aquí en la ciudad, ni siquiera en España”. Lo comenta por una razón y es que, a medida que la reforma fue evolucionando, lo hizo de igual manera el concepto de la vivienda. De hecho, a partir de mayo de 2023 ya no será únicamente la residencia de esta madrileña, sino que se podrá alquilar al completo (con servicio 24 horas y experiencias exclusivas a la carta) para descubrir la nueva cara de Marbella, que poco a poco emerge con una actitud mucho más diurna y silenciosa.