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Minimalismo y toques latinos se dan la mano en esta casa de Colombia, obra de Marcela Cure

Fotografía: Mónica Barreneche / El Buen Ojo
Interiorismo: Marcela Cure

Partiendo del color blanco como lienzo decorativo, la diseñadora ha creado una vivienda que integra el guiño latin-punch con un resultado a medio camino entre lo clásico y lo contemporáneo.

Durante la época dorada del diseño de interiores minimalista el blanco era la elección predominante, en contraposición al colorido exagerado que reinaba a finales de los años setenta. Siendo protagonista esta tendencia, se utilizó hasta el extremo hasta, como todo fenómeno, quedar relegada y olvidada. Hoy, cuatro décadas después, la diseñadora de interiores barranquillera Marcela Cure la ha traído de vuelta al recibir este proyecto de 1.000 m2, ubicado en Colombia, en donde el aire fresco, la espacialidad y sobre todo una buena colección de arte se constituyen como el lienzo sobre el cual trabajar.

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Perspectiva del hall acompañado de mármol, panelados de madera y el color blanco característico de esta casa.

Entrada a la vivienda en Colombia diseñada por Marcela Cure con puertas azules, obra de Álvaro Barrios y lámpara de Vibia.

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“Esta casa tiene un diseño original de estilo moderno de ciudad costera de principios de los 2000. Y eso, como esqueleto, funcionaba muy bien. El reto era saberla vestir desde el fondo y traerla a la contemporaneidad”, avanza la autora. Las puertas de color son un elemento insignia en los proyectos de la diseñadora, y en esta casa un portón en tono azul noche da la bienvenida justo al llegar a la entrada. También figura un espacio de doble altura con grandes losas de mármol blanco. Así como una araña de la firma Vibia, una obra del artista local Álvaro Barrios y un calado en madera, diseño de Marcela Cure. Son elementos que juegan un papel importante en un ambiente casi museográfico.

“Los techos de la casa son especialmente bajos. Por eso sentí que elementos clásicos como son las molduras en paredes y los suelos de madera en espina de pescado, en ciertas áreas serían un acierto para desmarcar la entrada del resto de la vivienda”, añade la diseñadora. Y si bien la sala principal y el estudio tienen esta narrativa clásica, el comedor rompe con los esquemas sin desentonar de ninguna manera. “Me entregaron una lámpara de cristal de Murano absolutamente colorida la cual debía ser el centro del comedor. A partir de ahí, recibí carta blanca para diseñar lo que sería el resto del interiorismo”, comenta.

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El salón es una de las apuestas más clásicas de toda la vivienda.

En el comedor, sillas Elliott de Kelly Wearstler y mesa al estilo ajedrez. La pintura es de Álvaro Barrios y la lámpara, de cristal de Murano.

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Con la elección de los suelos de madera, Marcela Cure ha conseguido destacar la estancia del salón frente al hall contiguo, repleto de mármoles blancos.

Personalidades distintas pero muy fluidas

“Resolvimos el interiorismo al incorporar una mesa de comedor en mármol tipo ajedrez con una base en bronce. No faltan las sillas Elliott de Kelly Wearstler. Y luego, una obra del maestro Barrios selló el concepto”. La casa está habitada por una gran familia con distintas pasiones y diversas actividades. De ahí que separar la zona social de la privada fuera esencial. Aunque, para no romper la linealidad del espacio, Marcela Cure camufló la entrada al área de los dormitorios detrás de las molduras en una pared infinita. Ahora, abrir esa puerta es como entrar a otro mundo en donde la personalidad de cada habitante de la casa se vuelve evidente.

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Uno de los espacios comunes de la casa, en la que Marcela Cure ha añadido sillones de terciopelo y papeles pintados a lo largo de las paredes.

La apuesta por el arte inunda muchísimos rincones de la vivienda, incluidos varios dormitorios.

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En la casa también se incluyen esculturas, al estilo de la que figura sobre la mesita de esta estancia común.

Además, la interiorista ha planteado cada espacio de acuerdo a los gustos y necesidades de cada integrante sin perder homogeneidad en los acabados de los baños y las zonas comunes. De tal manera que los diferentes universos individuales se abren de puerta en puerta. Alternando así desde paredes rosa, papel botánico de colgadura y camas con velo y dosel. Hasta el detalle masculino de las camas tapizadas en verde esmeralda y gris oscuro, abollonadas como si parecieran sofás contemporáneos. La guinda viene de la mano del arte moderno, colocado estratégicamente a lo largo de toda la superficie de la vivienda.

“Con la habitación principal queríamos hacer algo imponente”, concluye Marcela Cure. “La doble altura del lugar nos dio la pauta para proponer una cama con dosel descubierta que enmarcara las obras de la artista colombiana Maripaz Jaramillo. Con este elemento, pudimos poner un pie de cama en terciopelo azul turquesa abullonado para completar el estilo cásico-contemporáneo con el toque latin-punch que contempla la casa”.

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Dormitorio principal de matrimonio con obras de Maripaz Jaramillo y pie de cama en terciopelo azul de capitoné.

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Los papeles pintados con motivos orgánicos suponen un elemento estilístico recurrente en muchas habitaciones de la casa.

Otro de los dormitorios de la vivienda ideada por Marcela Cure.

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Entre la entrada y el salón destaca este baño con una fuerte apuesta por el color y las formas amables.