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Fotografía: Salva López

Lucernarios, piedra marés y hasta una biblioteca: Cobalto Studio se muda a un local de larga historia

Un espacio reformado en los años 70, con los códigos que esa década implica, ahora es un nuevo despacho-almacén al norte de Barcelona rehabilitado (o desnudado) por el mismo equipo que hoy lo ocupa, Cobalto Studio.

Despedirse de un espacio en el que se ha vivido lo suyo cuesta, y mucho, más aún cuando sus interiores le alegran la vista a cualquiera. Un poco era eso lo que le pasaba al fundador y responsable de Cobalto Studio, Gabriel Escámez, con el local que su equipo y él acaban de dejar en el barrio Poblenou de Barcelona. “Era un estudio precioso, tenía tantas escaleras que daba la sensación de estar dentro de un barco”, compara por teléfono. Desde allí han firmado casi todos los proyectos por los que ahora se conoce a este despacho que, desde lo vernacular y apelando a la arquitectura racionalizada del Mediterráneo de antaño, firma apartamentos en la Ciudad Condal, masías cerca del mar o tiendas que despuntan allá donde se ubican en Madrid. La de Formaje en Chamberí es obra suya, igual que la de la firma de ropa Sessùn o la de accesorios de moda Mercules.

Es solo un resumen de varios de sus proyectos, de los tantos en los que Cobalto anda metido constantemente hasta el punto de que su local en Poblenou se les quedó pequeño, de acuerdo a Escámez: “Teníamos los almacenes en otro sitio y faltaba muchísima comunicación entre el equipo”. Según cuenta han estado alrededor de un año buscando un local que se adaptara a sus necesidades. O sea, que pudiera generar una comunión entre ellos de modo que todos estuvieran en la misma cara de una página. Al final, el espacio perfecto lo encontraron en el distrito de Sant Martí, también en Barcelona, con unas dimensiones más que generosas para un estudio de nueve personas que ahora, a fecha de diciembre, ya anda operando en la nueva localización.

Retrato de Gabriel Escámez, al mando de Cobalto Studio.

Tras pasar los muros de pavés, recuperados de la estructura original, se encuentra la zona estrictamente pensada para oficinas.

“Es un local que lo habían reformado en los años 70 con lo clásico de esa época, porque estaba lleno de falsos techos”, recuerda el fundador del estudio. Tuvieron que ir quitando capas y capas y, al dejar la piel desnuda, es cuando vino la sorpresa que no se esperaban: antes de la reforma pasada, el espacio tenía toda la pinta de haber sido una antigua industria, cosa que más o menos respetaron en espíritu dejando los muros de pavés y los suelos en un hormigón visto a lo largo de espacios bien diferenciados. Por un lado todo lo relacionado con el trabajo diario per se, oficinas, salas de reuniones, biblioteca, cocina y zona de descanso. Y por otro, un plató de fotos de 130 metros cuadrados destinado a la editora del estudio, La Cobalta, desde la que ya han sacado a la venta lámparas escultóricas en latón, cerámicas abstractas de la artista Marria Prats o libros como el de Balearics desde el que se explora las tradiciones y folclores de las islas mediterráneas a las que Escámez tanto apela.

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De camino a una reunión, en este local es fácil encontrarse con esculturas y pinturas de gran tamaño.

Sala de reuniones en el nuevo estudio de Cobalto.

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Así es el comedor en el que cada día se encuentran los miembros del estudio.

A los 18 años, dice él, empezó a armar una colección de mobiliario: “Ahora tengo 35, así que ya van unas cuantas piezas”. Lo menciona casi a modo de eufemismo, porque se trata de un archivo que roza los 2.000 diseños de autores racionalistas, muchos de ellos franceses y de renombre. “También hay bastante obra sueca contemporánea, pero no es lo que más abunda”, concluye, y no descarta que en un futuro tal colección pueda abrirse al público o a escuelas del sector, ya que a diferencia de antes esto sí es una opción factible ahora. Por fin el archivo Escámez lo tiene a mano, muy cerquita y bien colocado en los casi 400 metros cuadrados que le ha reservado en este nuevo estudio de Barcelona, con ánimo de que la colección crezca más y más en número de piezas.  

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Muchos de los rincones del despacho adquieren un aire doméstico e intimista.

El nuevo local le ha permitido a Escámez albergar todas las piezas de su colección.

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Al fondo, obras de Marria Prats, la artista catalana que ha firmado varias piezas para la editora La Cobalta.

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Pasillo que conduce a la salita de reuniones, bien acompañado de los diseños elegidos por Escámez.

Vista opuesta de la sala de reuniones, en la que se demuestra que el formato clásico de oficina, si se quiere, aún tiene margen para reinventarse.

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En el archivo del despacho, Cobalto guarda las 2.000 piezas que ha ido acumulando desde que su fundador cumplió la mayoría de edad.

La colección de Escámez aborda obras racionalistas del XX y también contemporáneas.

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De acuerdo al responsable de Cobalto, la colección se ampliará sí o sí: “Adquirir piezas es un trabajo que hago día a día”.

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Entrada al archivo-almacén de la colección de Gabriel Escámez.