El techo de esta casa obra de Atelier Delphine Carrère actúa como reflejo de la espiga que se prolonga a lo largo de los suelos.
Los muebles bajos facilitan que la luz fluya, conectando las diferentes estancias comunes de la planta de acceso, como la sala de estar con chimenea, comedor, cocina en isla, sala de televisión y un cuarto de servicio escondido.
Como objetivo, la interiorista se planteó optimizar la vista que atraviesa la vivienda, pues se abre a ambos lados en fachada. Su idea era trabajar en un espacio de vida amplio y transversal entre los dos ejes de la vista (puerto-montaña/bahía de San Juan de Luz) y dejar pasar la luz a ambos lados, de norte a sur. “El edificio tan elegante donde se ubica esta antigua casa burguesa me despertó el deseo de utilizar materiales, colores y piezas bastante tranquilos”, confiesa, “pero manteniendo en todo momento una cierta ligereza marinera”. Y vaya que la ha conservado.
Jugando con el entorno
Ahora es facilísimo identificar adentro del apartamento la cocina y la isla, resueltas en mármol gris, como una referencia a los muelles de cemento del cercano puerto. Los muebles bajos dispuestos a ambos lados de la chimenea, según Delphine Carrère, “responden a la inmensidad de la arena. Tanto por su color como por su estructura, combinando refinamiento y un lado un poco crudo”. El techo con rombos de madera pintada, a la vez que estructura el espacio y da relieve, recuerda el espíritu de la elegancia marinera y, tal y como asegura la autora, es una forma simbólica de representar el suelo de espiga envejecida, el que da continuidad visual a todo el piso.
La pared en acero de color verde enfrentada a la cocina, diseñada en vidrio en su parte superior, permite mantener la transparencia, captando las vistas desde cada ángulo y aumentando la ligereza del espacio. El color aguamarina es una evocación al mar. En cambio, las librerías pintadas en color nude albaricoque más bien responden a ese verde, “aportando fantasía y un toque chic a este elegante espacio”. Uno que además es de grandes dimensiones, porque a Delphine Carrère le permitió sacar el máximo partido a cada una de sus estancias. Tres habitaciones, la misma cifra de baños y zonas comunes: sala de estar y de televisión, cocina y comedor.
Visita en primera persona
Viendo el resultado del apartamento, lo que queda claro es que en todos sus rincones se capta el espíritu de los trabajos de la francesa, creadora de residencias privadas inspiradas siempre en el mar. Lo suyo son sin duda las referencias oceánicas, donde la brisa parece impregnarlo todo y traslada a un interior de California pero con un pequeño y sutil toque francés. Así, en esta casa un muro curvo recibe al visitante, “con suavidad y en relieve”, dice la autora. “Es lo que aporta un nuevo elemento de discusión entre el techo, la pared de la cocina, la biblioteca, las piedras… Buscábamos en todo momento reforzar una personalidad única”.
La madera, los colores neutros y piezas de mobiliario en materiales naturales, como mimbre o ratán, logran ese efecto soft de casa junto al mar. La escalera nos lleva al piso de arriba donde uno de los dormitorios transcurre a lo largo de la fachada orientada al paseo marítimo, con un baño en suite de Agape Design, azulejos italianos, un vestidor y muebles a medida. En la otra zona, dos habitaciones con distintos tipos de decoración, personalidades diferentes y techos a dos aguas, pues la zona superior está abuhardillada. “Quise trabajar con materiales, diseño y colores que otorgaran relieve al apartamento para darle una segunda vida dentro de este edificio tan singular”, concluye Delphine Carrère. “Con ello hemos conseguido que vibre por dentro y no pierda la esencia del lugar donde se encuentra”.