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Fotografía: Daniel Schäfer
Interiorismo: Studio Noju

Paredes curvas, mosaicos y terrazas recuperadas: descubrimos el dúplex de Studio Noju en el mítico Torres Blancas

El despacho madrileño se presenta con esta vivienda en uno de los edificios más emblemáticos de Madrid a la que le han devuelto la autenticidad utilizando su propio lenguaje en forma de soluciones poco convencionales. Las ideas de Sáenz de Oiza llevadas al futuro.

Torres Blancas es icónico, es controvertido, es complicado. Fue la utopía fallida de Sáez de Oiza, levantar una pequeña ciudad-jardín casi autosuficiente. Dispuesta con restaurante, capillas, guardería y tiendas para la constructora Huarte. Por sobrecostes y otros problemas nunca se hizo del todo realidad, era demasiado pronto. Aunque ahora los condominios de las grandes urbes replican este modelo. Eduardo Tazón y Antonio Mora, Studio Noju, eligieron un dúplex aquí para hacer de él su vivienda y su tarjeta de presentación en España. Los dos arquitectos, tras pasar varios años en Nueva York trabajando en diferentes estudios (Eduardo en OMA y en Diller Scofidio + Renfro y Antonio, con Ana María Torres) regresaron a Madrid para iniciar su propia práctica hace dos años.

En el salón, sofá Gogan de Patricia Urquiola para Moroso, mesita Stump de Fay Toogood para Hem y obra Humo de Jesús Crespo, en Galería Arniches 26. La imagen de portada, también del salón, contempla dos homenajes a Sáenz de Oiza: claraboyas de luz artificial, como las de la entrada del edificio, y armarios con cristales ámbar como los miradores. Mesita Slit dorada de Hay y alfombra Ply de Mut Design para Gan Rugs. Detrás, butacas Fly SC1 de Space Copenhaguen para &tradition.

Eduardo Tazón (dcha.) y Antonio Mora, el dúo de Studio Noju.

“El mayor reto ha sido dialogar a nivel conceptual con un edificio tan importante y homenajearlo sin nostalgia. Hacer honor a Torres Blancas no es mantener los elementos de su época sino poner las intenciones de Oiza en valor”, explica Eduardo. De todas formas, los anteriores propietarios ya habían aburguesado sus maneras liberales. “Intentaron hacerlo más tradicional levantando paredes rectas, mucho armario… Hay muy poca documentación sobre los dúplex, solo se hicieron ocho. El propio Oiza se quedó con uno y vivió aquí. El portero nos dio unas fotocopias de los planos originales y los tomamos como punto de partida para encontrar las ideas implícitas pero aplicando nuestro lenguaje –continúa Antonio–. Fue casi una labor de arqueología, al tirar tabiques fueron apareciendo las curvas omnipresentes”. Experimentación sin sentimentalismo pero con respeto.

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Biblioteca con sofá Nest de Form Us With Love para +Halle, mesita Palette JH7 de Jaime Hayón para &tradition y alfombras Little Stones de Diego Fortunato para Nanimarquina.

El comedor viene con mesa Smalto de Barber Osgerby para Knoll y sillas Season de Piero Lissoni para Viccarbe. Todo el menaje de la mesa es de la tienda Hecho.

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El pasamanos de la escalera que conecta el dúplex de Studio Noju es el original de latón.

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“Hemos llevado la onda a la cocina con muebles a medida que van rodeando la columna en vez de optar por un sistema estándar. Era lo fácil, pero una oportunidad perdida”, explican Eduardo y Antonio, que han utilizado Krion de Porcelanosa Grupo para darle forma. Detrás, una pequeña zona office.

Así es la nueva escalera volada que conecta las dos plantas del dúplex en Torres Blancas.

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En su justo equilibrio

Apelando a esto último, la distribución se ha dejado casi fiel al plano primigenio. Abajo, salones, comedor, cocina y un aseo. Arriba, los dormitorios, que de seis han pasado a cuatro, con sus respectivos baños en suite. “Se corresponde casi al 100% con el programa original porque realmente estaba muy bien planteada. La gente se queja mucho de que es difícil habitar Torres Blancas por cosas como tener que poner una cama contra una pared curva. No es cierto, aquí hay un muro recto donde se necesita. Hay una armonía muy bien conseguida. Hemos estado tentados de hacer algo más transgresor para marcar nuestra personalidad, pero creímos que lo mejor era mantenerla. Aunque hemos ido deformando y sacando jugo a esas geometrías y enfatizando los gestos que ya existían. Por ejemplo, hemos llevado la onda a la cocina con muebles a medida”, detallan.

Otra prioridad, según ellos, fue recuperar las terrazas. “Muchos propietarios cerraron los espacios exteriores para ganar metros. En su día la propiedad se promocionaba como un chalet en el cielo y eso es lo que hemos querido retomar”. Además de abrirlas, han construido bancos y jardineras de baldosas verdes que nunca estuvieron adentro de Torres Blancas pero lo parece, porque se mimetizan con la morfología del edificio. La cerámica también es omnipresente en los baños. “Apostamos por mosaico porque originalmente hubo gresite en ellos y porque era el único que se podía alicatar en curva. Todos los elementos están hechos a medida, en obra, dibujando las formas en el suelo con un lápiz”.

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La terraza del dormitorio se ha acristalado para instalar una bañera de obra. Mecedora J16 de Hans J. Wegner editada por Fredericia y lámpara TMM de Miguel Milá para Santa & Cole, ambas en Qbika. Taburete Berger de Charlotte Perriand editado por Cassina y cortinas de Vescom.

En el dormitorio principal, cama Creed de Minotti con sábanas de Matarranz, manta de Hay y el perro akita Haku. Mesita Monkey de Jaime Hayón para BD Barcelona con jarrón, en Hecho. Y delante, butaca Oslo de Anderssen & Voll para Muuto, puf Low de Noo.ma y alfombra Peebles de Nanimarquina.

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Uno de los baños monocolores con grifería ALP22 y lavabo LR1M de Icónico. Aplique Pin de Vibia.

El apunte personal

Como gestos propios aparecen los cambios de material en el suelo, los panelados de madera, las carpinterías. “Buscan acabar con la noción de que la planta libre es un espacio neutro y deformar los límites entre las estancias”. El alicatado de las terrazas se mete sinuoso en el salón como agua desbordada. Y el suelo de la cocina trepa por la escalera. “Así se establece una relación fluida entre los programas. En cambio, los paneles ayudan a delimitar visualmente, la chimenea, el salón, la cama…”. 

Los muebles son contemporáneos. “Nos hemos decantado por piezas sueltas y redondas, como cantos rodados, que destaquen. Siempre nos ha atraído esa estética blanda, acogedora, que justo ahora está muy de moda, algo que casi nos da rabia. Nada es vintage ni retro”. Por fuera cemento de un brutalismo adusto. Por dentro, luz ambarina y curvas amables. A la vista queda con este dúplex de Torres Blancas: es posible mejorar una utopía.

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Uno de los dormitorios del dúplex.

En su línea de acentuar gestos existentes, Noju Studio diseñó un óculo encima del fregadero para que entrase en la cocina la luz ámbar a través de las cristaleras del aseo.

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Distribuidor entre la cocina y el aseo teñido de luz ámbar.

Vestíbulo de Torres Blancas con sus mórbidas estalactitas.

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