
Entrada al edificio Unique W ubicado en la ciudad colombiana de Cali.
Retrato del dúo de Cruz de La Pava, responsable de las áreas comunes del complejo. Concretamente, del lobby, el gimnasio con bike box y la sala de cine. Así como del bar, el coworking, la terraza y un espacio al descubierto del que pende un árbol seco transformado en escultura.


En el lobby, el mobiliario neutro acompaña la estética brutalista del edificio.
Elegancia fina en pequeñas dosis
Viendo el proyecto en fotos, lo que queda claro es que su resultado fluido y coherente se debe, entre otras cosas, a que Cruz de La Pava, después de que su propuesta de interiorismo fuera aprobada por la constructora, acompañó a la misma en la selección de materiales de los acabados, los planos de iluminación y la creación de texturas en puntos específicos. “A partir de la configuración espacial potenciamos los espacios para generar bienestar con una estética de alta gama. Nos gusta que los objetos sean únicos, escultóricos y diferentes”, agregan Camilo y Felipe, quienes plantearon la gran mayoría del mobiliario ad hoc.
Lo hicieron además con la filosofía del wabi sabi. O sea, con esa idea ancestral de Japón basada en la belleza de lo imperfecto, aplicada aquí con materiales crudos y naturales y con una decoración exenta de lo superfluo. La cual, por otro lado, enfatizaron con mucha armonía, equilibrio y sofisticación. Cosa que de nuevo se percibe en cada uno de los espacios comunes distribuidos en semicírculo en la primera planta del edificio. “Nuestro objetivo era que cada espacio fuera una caja de sorpresas”, subrayan los autores.

Perspectiva del gimnasio que incluye el edificio colombiano.
Desde el espejo retroiluminado pueden contemplarse las vistas al paisaje circundante del complejo, el cual también integra una piscina exterior.

Matices infinitos
Al entrar en el edificio, la madera se aclara y se oscurece. Lo hace según el tramo, disponiéndose en listones verticales u horizontales como recubrimiento de paredes y puertas para que destaquen o desaparezcan en función de los aires del diseño. El resultado queda claro. Adentro reina la máxima armonía, el ritmo, el contraste y las texturas infinitas. La luz es otra de las constantes, según Cruz de La Pava. Desde el despacho apostaron por mezclar luminarias que enfatizaran y crearan atmósferas. Así, ahora, en el gimnasio del edificio se descuelgan cilindros, en la recepción esferas y en el coworking lograron una mezcla sorprendente de estilos.
Junto con la luz, los espejos se encuentran en todo el proyecto. Y en cualquier versión. Ahumados, palo de rosa, de bronce, transparentes y con formas geométricas diversas, recurriendo a ellos o bien como elementos decorativos. O como estrategia para darle profundidad a los espacios. Espejo sobre espejo, en complicidad con una iluminación digna de observar y admirar, se plantean ambientes refinados y casi surrealistas.

Detalle de uno de los baños comunes. Su diseño lo acompañaron en Cruz de La Pava con espejos que revisten paredes y luminarias escultóricas.
Sobriedad y tropicalismos
En paralelo, en el salón titulado La tertulia destaca hoy una imponente mesa de billar que en Cruz de La Pava combinaron con cemento, bronce, madera y el área del bar, conformada por una pieza única muy especial. Contra la pared de cemento estriado gris se alza un arco con tímpano en alabastro flanqueado por superficies de espejo que replican el fondo y la lámpara al frente. La madera del mobiliario y las tapas en travertino gris completan el look de la estancia. Mientras que, por otro lado, en el lobby se optó por la limpieza absoluta donde resalta un mueble macizo de piedra ortogonal.

Así es el bar del que dispone el edificio Unique W.
El dúo de Cruz de La Pava vistió el salón social con lámparas artesanales y una gran mesa de billar que aporta el contraste de color.


Otra vista del hall-recibidor con su gran mesa ortogonal de piedra.
El proyecto no termina aquí
Ya más adentro, la sala de cine es otro de los espacios que refuerza la estética de Cruz de La Pava, de estilo tropical y glamuroso o, como lo define Camilo Cruz, muy tropiglam. La altura de casi cinco metros los llevó a escalonar la zona que, junto con el espejo palo de rosa de fondo, multiplica el espacio, a la vez que los paneles laterales tapizados con palmeras (resaltados por luces led) enmarcan las hileras de sofás iluminados por las luces de piso.
Muy distinto aspecto luce el generoso espacio de coworking, presidido por una gran mesa de madera y conectado al exterior por la terraza, que revela la ciudad de Cali y su vegetación a lo lejos. ¿El fundamento de su interiorismo? Tonalidades naturales como las de la madera del mobiliario y las fibras vegetales en bancas y tapetes, contrastadas con los sofás y las sillas que se encuentran afuera en un gris neutro. Y, en realidad, con un tono casi idéntico al que aparece en las paredes de hormigón de este complejo.

Salita de cine ideada por Cruz de La Pava.
Para ultimar este espacio al descubierto, los interioristas colombianos recurrieron a un árbol gigantesco.

El coworking cuenta también con una sala privada donde nuevamente los acabados en las paredes y puertas de vidrio, junto con las lámparas artesanales, proponen a los residentes un sobrio contraste. “Creemos que hay un despertar en el tema de las viviendas. Los desarrolladores se han dado cuenta de la importancia de crear espacios comunes bien pensados, estéticos y con personalidad, pues ello agrega valor al proyecto”, finalizan Felipe y Camilo. “Además, hay una demanda real: la gente lo está pidiendo a gritos cada vez más”.

Una de las características que definen el coworking es la fluidez entre el interior y sus espacios al aire libre.

Con un aspecto casi teatral, esta salita contigua al coworking fue planteada por Cruz de La Pava para que los residentes pudieran hacer reuniones con sus clientes.
Otro de los baños con los espejos en arco a los que, durante el proyecto, tanto recurrieron los interioristas con sede en Bogotá.
