Vista del salón del apartamento que figura en la primera planta, ingeniado con tonos muy parecidos al salón de la planta número dos (en portada).
“En la planta primera y segunda figuran cuatro viviendas de un solo dormitorio, salón y cocina abierta”, continúan las diseñadoras. “La tercera planta la unificamos para crear una vivienda de dos dormitorios con dos baños. Y en el ático conectamos, mediante una escalera de caracol, la cuarta y quinta planta. Así logramos crear un dúplex acompañado por una generosa terraza”. Originalmente, el complejo sobre el que han operado Espejo & Goyanes no contaba ni con un ascensor. Su caparazón estaba por restaurar y, como acostumbran los edificios del centro, el interior se había compartimentado al completo en pequeñas viviendas.
Estructuralmente variado
Con tal punto de partida, las autoras derribaron todo el interior manteniendo únicamente los elementos protegidos. Restauraron a su vez los arquitectónicos originales y, además, recuperaron los que requerían intervención. “En algún caso, al no poder recuperarlos, tuvimos que sustituirlos”, informan, haciendo referencia a las vigas del dúplex. “Eso sí, todos los elementos añadidos han sido tratados respetando la estética original del edificio para que quedasen perfectamente integrados”. Y como la idea en esencia era buscar que las viviendas pudiesen acoger distintos perfiles de clientes, el estilo que ahora impera es detallista pero atemporal.
La estancia común del apartamento de la tercera planta apuesta por un juego bicolor a lo largo de las paredes.
Con un aire clásico renovado, las fundadoras de Espejo & Goyanes aspiraron a otorgarle la máxima elegancia a este apartamento de la segunda planta.
Perspectiva de uno de los dormitorios, con un blanco impoluto, ubicado también en la segunda planta.
Lo cuentan Espejo & Goyanes. “Trabajamos con el objetivo de crear viviendas que nunca pasaran de moda, aun con los toques frescos y las piezas especiales que cada apartamento contempla”. Se atreven incluso a describir la estética de cada planta. “La primera es muy natural, mientras que la segunda se ciñe más a un clasicismo renovado”. ¿Y qué hay del resto de niveles? “La cuarta y quinta planta vienen con un toque rústico, mucho menos contemporáneo que la tercera. Y el local es ecléctico”. Con esta mescolanza de estilos el reto añadido era que, quien visite el edificio, duerma en él y le guste la experiencia, pueda repetir una segunda vez y descubrir una vivienda nueva y distinta.
Recorrido personal
Según las diseñadoras, en su despacho tuvieron que hacer durante la obra un auténtico alarde de talento. “Uno de los mayores desafíos fue la reforma integra del local a pie de calle, que durante muchos años había sido un taller de pintura. Hubo que transformarlo en una vivienda loft”. Al entrar en ella su concepto es difícil de descifrar, porque es bastante abierto. Se trata de un apartamento dividido en dos plantas, aprovechando la altura libre de techos. El dormitorio se ubica en la planta superior limitado por una barandilla con escalera diseñada por Espejo & Goyanes en hierro.
El local del edificio, un antiguo taller de pintura, es ahora un loft a dos alturas donde el dormitorio ocupa la parte de arriba.
“Apostamos por el uso de materiales nobles y atemporales, que tuvieran un buen envejecimiento. Es una insignia de nuestro estudio”. En el loft, la piedra natural convive en la cocina con una isla recuperada y adquirida en un anticuario. El resto de pavimento es autonivelante en blanco roto dando continuidad a las paredes y de forma que refleje la luz y dé amplitud”. Algo parecido se ve en la primera planta, presidida por madera de roble, paredes con yeso visto y muebles vintage de la mano de piezas a medida. “Esa planta está llena de colores tierra, son los que la unifican”, dicen en el despacho.
Al máximo detalle
En la segunda planta, de acuerdo a Espejo & Goyanes, tampoco falta la madera y la piedra natural mencionadas. Sus paredes y carpinterías se ornamentaron con molduras muy trabajadas, jugando con la iluminación al enmarcar cada aplique, y con un tono blanco que gobierna las estancias. Ese color varía lo suyo en el tercer piso. “Se le quiso dar especial protagonismo a la luz, cosa que hicimos mediante colores crema contrastados con toques de color”, apuntan. “Aparte se jugó con la geometría a lo largo de las paredes y de la planta, mezclando curvas con la recta tradicional”.
Los dos últimos niveles se convirtieron en un ático dúplex con terraza. “Cada planta la conectamos a través de una original escalera de caracol de diseño propio que aprovecha al máximo el espacio”, concluyen. Junto a la escalera se divisa la cocina, que destaca por su llamativo color verde y la originalidad de los techos. La planta superior es a dos aguas, revestida entera de lamas de madera pintadas en blanco. ¿Y qué hay del mobiliario? De nuevo, como el resto de este proyecto en Madrid, consiste en una mezcla de estilos que, en vez de restringir, ya han dado la bienvenida a los primeros inquilinos de este alquiler vacacional.