Inval Studio preservó al máximo los detalles estructurales del espacio (al frente, espejo Lipstick de Roger Lecal en Judith San Quintín). En portada, en una de las salas, sofá y butaca Soriana de Tobia Scarpa para Cassina y lámpara Pipistrello de Gae Aulenti, en LA Studio. La obra en gran formato es un acrílico de Yago Hortal titulado SP 122, en galería Senda Barcelona.
La arquitecta Paula Rodríguez y la interiorista Valentina Foroni, responsables de Inval Studio. Sobre la estantería se puede observar la obra Paper head 8 de Julian Opie, en galería Daniel Cuevas.
Razón no les falta. De acuerdo al propietario, allí no había vivido nadie desde hacía unos 15 años o más. “Y la casa igual llevaba sin someterse a reformas desde los años 70”. Lo que significaba que era necesario renovar por completo la instalación eléctrica y de fontanería, así como dotar de climatización al inmueble. “Fue un trabajo casi de cirugía. Estudiamos cómo llevar las instalaciones de forma casi invisible, interviniendo en techos y paredes con el máximo de los cuidados”, detallan. Para solucionar el asunto escondieron el equipamiento en huecos que fueron encontrando por las paredes. “También diseñamos un rodapié de dimensiones monumentales en el que cupiesen las tuberías. Y lo mismo con las molduras”.
Preservación a otro nivel
La carpintería tampoco fue fácil para Inval Studio, hubo que restaurar hasta 30 elementos originales. “Sacamos cada puerta, ventana y cristalera para someterlas a un tratamiento diferente y específico”. Cuentan que había puertas que solo presentaban desperfectos en zonas muy concretas. Mientras que otras eran insalvables y unos carpinteros de Segovia se las confeccionaron de nuevo imitando el diseño de las antiguas, de forma que ahora nadie pueda identificar cuáles son las auténticas y cuáles las réplicas ya que, por otro lado, todas las cerrajerías se recuperaron y están hoy presentes en los pasos entre estancias.
Quien entre al espacio de Almagro tampoco entenderá muy bien si aquello se trata en serio de unas oficinas. Falsos techos no se ven, tampoco paredes de pladur, diseños resultones pero prefabricados. En vez de eso, figuran cinco salas concatenadas y una de ellas, a modo de biblioteca, viene con su chimenea de antaño. “Antiguamente se instalaban contrapuertas para esconder las cajas fuertes, eso lo hemos recuperado en forma de armario”, apuntan las autoras.
Exceptuando varios detalles de ese estilo, el resto se redujo a la mínima expresión con la mentalidad de que adentro pudiera encajar cualquier uso. Según en Inval Studio, desde una notaría a por ejemplo una galería de arte, la cual funcionaría bien gracias a los techos de casi cuatro metros de alto. O al juego de iluminación indirecta con los apliques Stan de Faro Barcelona que apuntan sobre las paredes, poniendo en valor las molduras de yeso.
Salita vestida con la escultura Movimiento del aire de Maite Carranza, en Artfull, sobre consola italiana de palisandro años 60 en IKB 191. La silla es la 646 Leggera de Gio Ponti para Cassina.
Como fundamento, mudar de piel
El local, es más, puede volver incluso a su estado inicial de vivienda. O al menos así lo ven arquitecta e interiorista. “Adentro no hay los rasgos de las clásicas oficinas, no existe esa distribución ultra diáfana o el típico suelo técnico”. Cierto: el que ahora se prolonga por el espacio está hecho de madera de pino melis. “El cliente quería que fuera un lugar muy representativo de la zona en la que se ubica, y que tuviera carácter y riqueza”. De cara a lo segundo, en el estudio contactaron con Loreto López-Quesada, encargada de la decoración a partir de un concepto de base, la transición. Y es que, si el inmueble iba a cambiar de vivienda a otro uso, fuese el que fuera, ¿por qué no transmitir tal estado de transformación desde el mobiliario?
Dicho y hecho. Sofás de Cassina en medio de lo que podría ser una futura sala de reuniones, la Pipistrello de Gae Aulenti en el suelo, las obras de arte apoyadas en las paredes en vez de colgarse estratégicamente…. Las piezas aparecen de un modo un tanto ambiguo. “La sensación es como si el espacio estuviera en plena mudanza”. Desde Inval Studio añaden que al cliente le ha gustado tanto el resultado final que ya les ha encargado ahora otro local, justo en la misma calle, para que Paula y Valentina hagan una labor parecida. “Sobre todo, en cuanto a esencia y concepto se refiere”, concluyen.
A la izquierda, aparador en roble y cristal por IKB 191 con Obra 17 de Rafa Macarrón y lámpara Snoopy de Achille y Pier Giacomo Castiglioni para Flos. Al fondo, butacas de cuero azul CAB Maxi de Mario Bellini para Cassina, mesa de Vittorio Dassi años 50 y obra Pillars of Creation de Cristina Garmón, en galería Lucía Mendoza.