La expresividad importa
De cara a alcanzar esas emociones, en Hoc Volo eligieron materiales con impronta y elementos de mucha textura. Hoy, adentro de la casa abunda la madera de pino melis en el suelo, baldosas hidráulicas que reproducen patrones originales en la cocina, paredes revestidas con mortero de arcilla. También muchos textiles de lino y lana, microcemento en los baños, y piedras y maderas naturales en piezas de mobiliario diseñadas a medida por las propias arquitectas del despacho. La otra clave del proyecto, a la vista queda, es el resultado que se obtuvo al abrir espacios y, por lo tanto, al ganar lo suyo en luminosidad.
“Cuando la visitamos por primera vez, la vivienda estaba en buenas condiciones pero con una distribución muy compartimentada”, señalan las autoras. “A lo largo de sus 100 metros tenía un pasillo largo lleno de armarios, una cocina cerrada, un salón y un comedor muy pequeño y dos baños. Todos los pilares estaban ocultos y con molduras de techo muy pequeñas y sencillas”. Tras la reforma, la vivienda cuenta ahora con zonas comunes abiertas a un espacio en el que se unifica cocina, pasillo, salón y comedor, una distribución con la que, a su vez, se ha logrado crear una buena ventilación cruzada.
¿El mayor reto? Ganar equilibrio
Otra de las grandes labores de Hoc Volo, en este caso, fue lograr la perfecta simetría en los diferentes espacios de la casa. Se explican: “Los muros que delimitan la vivienda no son rectos ni tampoco forman ángulos de 90 grados entre ellos, por lo que creaban espacios completamente asimétricos generando esquinas muy agresivas y una distribución muy complicada”. Además, al haber dejado la estructura vista, había un problema añadido: se percibía el recorrido de las vigas estructurales de esquina a esquina y, como resultado, se potenciaba esa agresividad visual. Pero en el despacho optaron por varias soluciones, tal y como detallan.
“La primera de ellas fue suavizar el espacio a través del mobiliario, eligiendo formas orgánicas, potenciando la curva y materiales naturales”. La segunda, añaden, “tenía que ver con reconfigurar la distribución de los espacios para no hacer tan evidentes los muros asimétricos y las esquinas”. Por último, la tarea final consistía en unificar las paredes de la casa con un mismo material, de manera que se le diera una continuidad bastante evidente a todo el espacio. Y observando las fotos, no solo se ha conseguido todo lo anterior. Lo que salta a la vista es que el salón es, con total certeza, una de las estancias más espectaculares del proyecto al completo.
Vista del dormitorio principal. Para todas las ventanas se han elegido textiles de trama abierta y colores claros que permiten el paso de la luz.
Una gran joya a modo de estancia
El del salón fue un ejercicio de libertad absoluta. “Partimos de la idea de desnudar el espacio para después reconstruirlo sin reglas. Buscábamos que se diera un diálogo entre la estructura y las nuevas aportaciones. Un homenaje a la historia del edificio. Queríamos ver su esqueleto y vestirlo después”, señalan en Hoc Volo. En este proceso descubrieron vigas, ascendentes de calefacción y ladrillo. “Pero este último no era macizo y tuvimos que recrearlo con ladrillos de revestimiento. Con una llana nos divertimos aplicando el mortero nosotras mismas. Y no dudamos en mostrar el encuentro entre vigas vistas, que era el elemento más bruto, y las delicadas y ornamentales cornisas”. Las autoras también diseñaron un banco corrido que abrazara paredes diferentes, y sirviese de elemento unificador de un espacio, finalmente, relajado, luminoso. Y exento de reglas fijas y encorsetadas.
Uno de los baños con grifería de Icónico, espejo antiguo y cuadro de Andrés Sánchez Pacheco, en Gärna Art Gallery.
El dormitorio infantil muestra un diseño más lúdico que el resto de la vivienda. Destaca la lámpara de techo, en Teresa Abaitua.