
La recepción del hostal Viajero se reviste con papeles pintados en los techos y cartelerías de Macondo Herald.
El Memphis de Ettore Sottsass resuena a lo largo del lobby.


Alejándose de la contención, así luce otro de los rincones de la entrada al Viajero de Miami.
“Pero más allá de frenarnos, eso nos ayudó a inspirarnos en la estética e identidad de las fachadas vecinas del icónico Ocean Drive. Así encontramos esa mezcla perfecta entre el imaginario romántico que se tiene de esta parte de la ciudad con la cultura vibrante de la juventud latina contemporánea”, añaden los autores. Para ambos, tal y como han demostrado en el resto de sus proyectos, el diseño interior es una herramienta más con la que contar una historia. Y, a partir de ahí, generar emociones a través de colores y texturas. “A la hora de armar el storytelling del hostal Viajero, diferentes referencias cinematográficas que nos han marcado jugaron un papel predominante. Nos ayudó a imaginar los escenarios de este guión de diseño”, reconoce Herrera.
Maximalismo por los cuatro costados
Tal guión comienza por el lobby. Allí, una explosión de color con una clara influencia del estilo Memphis milanés se entrelaza con papel de colgadura floral en tonos rosa pálido. También con carteles callejeros del colectivo caribeño Macondo Herald que empapelan dos columnas, y señalizaciones que hablan en un lenguaje coloquial sobre los rolos, porteños, neoyorkinos y chilangos. El mensaje queda claro: usted está en Miami, capital de los latinos por antonomasia. Al subir las escaleras del hostal y tomar un descanso en el Viajero, lo que uno se encuentra es una biblioteca que, aún repleta de colores, sobresale por sus líneas rectas y geométricas con una referencia bastante específica. La avanzan los arquitectos: “Aquí nos inspiramos en la estética colegial americana, típica de las películas de los ochenta en donde las cafeterías eran espacios protagónicos”.

El hostal dispone de su propia biblioteca en tonos llamativos.
Como referencia, Crearq ha partido de los años 80 estadounidenses a la hora de proyectar este espacio íntimo del Viajero.

Adicional a este espacio, en Crearq trabajaron a fondo en darle un giro al bar Delirio del hostal. Un espacio mini que despunta en el Viajero por un ambiente que recuerda a la Cuba de los años cincuenta. En parte, gracias a sus paletas verdes y rosas, las baldosas hidráulicas, los patrones tropicales en paredes y tapicería y una rockola. Así como maderas curvas y alistonadas en mobiliario que reimaginan las antiguas radiolas. “Durante el proceso creativo nos preguntamos qué pasaría si planteásemos cada espacio no como un interior tradicional, sino como un escenario en donde cada elemento fuera creado para el mismo. Y así le dimos la vuelta a la propuesta”, concreta María Adelaida Herrera: “Sin embargo, este giro implicaba un desafío productivo a la hora de encontrar todos los elementos que necesitábamos”.

Los estampados y el maximalismo continúan en el interior del bar del hostal.
En el bar Delirio, la estética tropical se expande en versión cubana.


Mientras se toman cócteles, el bar propone elegir la música de ambiente con una máquina rockola.
Un pequeño Miami a medida
Fue entonces cuando la compañía de diseño y producción de muebles y objetos de origen antioqueño 902 Showroom entró a participar. Y por un motivo. El hostal Viajero cuenta con unos casi 3.000 metros cuadrados, por lo que la cifra de piezas requeridas para el proyecto era bastante elevada. Hubo que producirlas ad hoc, concretamente en los talleres de Medellín de esta firma que también se encargó del mobiliario de la última estancia en la que intervino Crearq. Se trata de la terraza y de toda una serie de piscinas ubicadas en el pool patio, donde ahora el concepto de fantasía retro estalla con colores vivos y mucho arte urbano.
“Le pedimos a la artista argentina Adriana Balbo que interviniera en las tres piscinas existentes para unirlas de forma visual, con cierta coherencia”, dice Herrera. Comenta ella que la colaboración, además de acentuar el concepto gráfico del hostal, ha hecho que el Viajero se haya convertido en una parada obligada a fotografiar para los transeúntes que se asoman desde la calle. Mirando hacia atrás, la arquitecta hace un último apunte sobre este proyecto en Miami Beach: “El hecho de no poder tocar esa estructura que cobija el edificio nos impulsó a trabajar de una manera distinta y mucho más creativa. Ahora, los espacios cuentan historias y abren posibilidades para que los huéspedes fantaseen mientras los habitan durante su estadía”.

Terraza exterior del bar Delirio en el hostal Viajero.
Las piscinas del complejo se acompañan de las pinturas de la muralista Adriana Balbo.


De estética art déco, el Viajero resulta uno de los edificios protegidos de Miami Beach.