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Fotografía: Manolo Yllera
Interiorismo: Ilmiodesign

Ilmiodesign devuelve al Canfranc Estación todo el glamur de los años 20

Los italianos Andrea Spada y Michele Corbani, al mando de este despacho con sede en Madrid, han sido los encargados de convertir la histórica estación del Pirineo aragonés en un hotel lleno de nostalgia y mucha elegancia. 

De vez en cuando, la historia se toma sus caprichos. Pasamos tiempo pensando en los edificios que no llegaron a ser o los que el hombre imprudente derribó sin piedad, y de repente, sin previo aviso, se nos obsequia con un regalo que casi no encaja en la razón. Una de esas casualidades es la estación de Canfranc. Toda una monumental joya parisina de 241 metros de largo que se inauguró en 1928 para ser el glamuroso paso fronterizo entre España y Francia a través de los Pirineos. Escondido en un estrecho valle, entre altos picos y empinados acantilados, el centenario edificio ha vuelto a abrir las puertas como el lujoso hotel Canfranc Estación.

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El edificio original, terminado en 1928, es un gran ejemplo de la arquitectura industrial.

El complejo fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento en 2002.

La que fue en su día la segunda estación más grande de Europa, acoge ahora este cinco estrellas del grupo Barceló, que opera bajo la marca Royal Hideaway Luxury Hotels & Resorts. Detrás de una rehabilitación en mayúsculas se encuentra Ilmiodesign, el estudio que ha devuelto al Canfranc Estación esa magia y ese romanticismo del que presumían las antiguas construcciones como esta. “Sin duda, ha sido uno de los proyectos más especiales para nuestro estudio, en el que hemos volcado toda nuestra pasión y know how con el objetivo de dar una segunda vida y personalidad propia a este singular edificio. Y con todo lo que ello representaba, especialmente, a nivel arquitectónico”, explican Andrea Spada y Michele Corbani. 

La época dorada del ferrocarril

El hotel es un homenaje a la estética de las antiguas estaciones y sus lujosos trenes. Todo un deleite para los más nostálgicos, quienes encontrarán espacios cálidos y elegantes, toques Art Déco, una gama cromática inspirada en los años 20 y estampados Arts and Crafts. Todo ello, con la aportación del guiño contemporáneo de los italianos Andrea y Michele. “Para contar esta historia hemos realizado un arduo trabajo de investigación, inspirándonos en las grandes estaciones de principios del siglo XX, desde La Gare du Nord de París a la estación central de Milán. También hemos tomado referencias del interiorismo de los vagones de los ferrocarriles que recorrían Europa, como el Orient Express”, explican desde Ilmiodesign.

En medio del hall, la escalera daba acceso a la estación. Ahora, todo el lobby ha sido restaurado. El suelo presenta formas geométricas inspiradas en el diseño original.

Al fondo, un mostrador de madera de nogal con elementos metálicos alude a los casilleros de llaves de la época. Encima, un reloj como guiño a la estación que un día fue. 

En la pared cuelga un chandelier diseñado por Ilmiodesign, frente al escudo español. En primer plano, un largo banco inspirado en los antiguos ferrocarriles.

Una paleta para la ocasión

El exterior del Canfranc Estación ya revela la paleta de colores que se puede disfrutar en su interior. El Pirineo de telón de fondo se cuela con tonos verdes y petróleos, y el hormigón, la piedra, el hierro, el cristal y la pizarra de la fachada advierten sobre lo que se va a ver en el hall principal. Este último es el espacio más especial por su monumentalidad, donde los diseñadores han dejado brillar la arquitectura original. Los escudos de Francia y España contrapuestos y dos grandes chandeliers diseñados por el estudio vigilan un lobby acogedor y cálido con tonos piedra, molduras en blanco y un mostrador de madera de nogal reinterpretando las taquillas de las estaciones que han servido de inspiración.

La sensación que transmitía viajar en tren en esa época está presente en todo el hotel. Sus 104 habitaciones, por ejemplo, se reparten a lo largo de unos pasillos de 99 metros, ni más ni menos. “Es prácticamente imposible encontrar un edificio de 241 metros de largo y 12 de ancho”, comentan Andrea y Michele. Por eso, cada cierta distancia se han creado unos espacios de transición en madera y moqueta distinta al resto del pasillo, rompiendo así con su extrema longitud. Además, el efecto recuerda al paso entre vagón y vagón aunque, en este caso, el vagón da acceso a las habitaciones del Canfranc Estación con cabeceros de terciopelo, tonos beiges y mobiliario diseñado ad hoc

Un diseño de rastreles de madera en parámetros y techos decoran las habitaciones.

El verde es uno de los colores predominantes en el proyecto por su conexión con los Pirineos aragoneses.

En el Art Déco Café, distintos tipos de asientos en diferentes tejidos crean micro-espacios dentro del café.

Sala Club Library-Cocktail Bar con zonas para charlar en torno a la chimenea. Al fondo, una librería de madera forrada con papel pintado.

Esa longitud de la estación original también ha sido un condicionante en el resto del hotel. “En el caso del restaurante, nuestro diseño ha jugado con esta singularidad”, explica la pareja. “Hemos planteado un diseño del techo en madera con formas longitudinales que nos recuerdan a las vías del tren, y que tensan el espacio sobre el cual una serie de ventanales permite la entrada de la luz natural en ambas fachadas”. Aparte del restaurante, destaca La Biblioteca en el ala norte: una puerta a los cafés de tertulia parisinos de principios del siglo XX donde poder pedir un cocktail en la barra en mármol negro Marquina y disfrutarlo junto a la chimenea, rodeada de papeles y alfombras en tonos granates, corales y tostados.

Al estilo Orient Express

De todo este proyecto tan excepcional, la joya de la corona está fuera del edificio principal. Hay que cruzar las vías del tren para llegar a dos vagones originales congelados en el tiempo que Ilmiodesign ha restaurado y rediseñado para que acojan los restaurantes 1928 y Canfranc Express. No es de extrañar que este sea el lugar preferido de los diseñadores, “especialmente por la ardua labor de restauración que ha habido detrás, completamente artesana y cuidada, respetando al máximo su esencia”, detallan. Los vagones gastronómicos son, de nuevo, un claro ejemplo del respeto con el que Andrea y Michele han trabajado la estética de los años 20 y los colores del Pirineo aragonés. El verde oscuro y los tonos beiges en el exterior, y los techos brillantes, espejos envejecidos, materiales nobles como la madera y el latón y suelos enmoquetados en el interior.

Exterior de uno de los vagones gastronómicos, el del restaurante 1928.

El botones da la bienvenida al Canfranc Estación. 

Interior de un vagón gastronómico, diseñado para transportar al comensal al siglo pasado. 

“El Canfranc Estación es un viaje al pasado a través de la arquitectura y del interiorismo. Un espacio sublime que representa a la perfección el lujo contemporáneo y que transmite emociones y sensaciones al huésped desde que entra por la puerta principal”. Así define el dúo de diseñadores lo que ha sido para ellos un proyecto sin antecedentes. Ambos han sabido cómo devolverle la llama al histórico edificio, rindiendo homenaje a lo que eran esos emocionantes viajes en tren. Antes como estación y ahora como hotel, el edificio espera este invierno a los pasajeros que estén por venir y que disfruten, como dicen desde Ilmiodesign, “su entorno privilegiado e historia, que hacen del hotel un lugar mágico y nostálgico”. 

Papel con estampado Art Déco de Morris & Co en la zona de restauración. Al frente, unos elementos acristalados que simulan las ventanas con guillotina de los antiguos trenes.

En La Biblioteca, tonos morados, azules y petróleos combinan con iluminación y mobiliario diseñado por Ilmiodesign, creando un ambiente de elegancia y confort.