Sin pasarse de la raya
Sobre la labor que hasta día de hoy ya se ha realizado, el objetivo era alcanzar espacios luminosos y atemporales, mezclar diseños del estudio a medida y piezas del siglo XX, en su mayoría de autor. “Nos hemos asegurado de que todo el mobiliario tenga cabida en lo que hagamos en el próximo año”, avanza el interiorista. Ante la imposibilidad de realizar ninguna obra en esta primera fase, el despacho tuvo que optar por colores y muebles muy bien seleccionados que confirieran ese aspecto buscado de contemporaneidad y juventud pero sin estridencias, algo de lo que los propietarios querían huir a toda costa.
En el dormitorio, cabecero a medida, lámpara española de Talavera con pantalla de ratán sobre la mesita, lámpara Mazzega años 80 con lágrimas de cristal de Murano en la pared y plaid con tejido de Güell Lamadrid.
Tras la intervención de Rafa Gil, la galería se ha reconvertido en despacho. Viene con escritorio a medida acabado en laca, lámpara Snoopy de Flos y silla Soft Pad de los Eames por Herman Miller. Al fondo, sofá con tejido Isidro de Lorenzo Castillo para Gastón y Daniela, serigrafía de Carme Aguadé de 1975 y aplique de latón de Estiluz años 70.
“Apostamos por colores vivos que ayudasen a conseguir un resultado brillante y moderno, pero bien compensado para procurar que todo fuera calmado”, añade Rafa Gil. Otro detalle del que habla fue lacar las paredes del salón y comedor en pintura marfil brillo, “que aportan dinamismo y ese punto retro que buscábamos”. De hecho, no duda en asegurar que esa fue parte de la inspiración del proyecto. Querían replicar las formalidades de los años 70, cuando se forraban las paredes de espejos, los sofás predilectos eran bajos y modulares, había antigüedades mínimas y los focos iluminaban desde el suelo.
Toques déco
Tal estilo casaba con las escasas exigencias de los propietarios que, salvo un par de obras de arte y piezas pequeñas de decoración suyas, querían que la intervención del estudio fuera lo más completa posible. De ahí que el mobiliario resultara a fin de cuentas tan determinante, y que a lo largo de un recorrido por el piso hoy figure un despliegue de piezas dignas de observar durante horas y horas. Como el sofá de Manuel Cánovas en el salón teñido de verde junto a un escultórico y geométrico espejo obra de Rafa Gil Studio.
Complicado es que también pase desapercibida la mesa de Roche Bobois datada de los años 80, una chaise longue con tejido en tonos granate de Gastón y Daniela. O los candelabros de Loewe. Pero la sucesión de piezas no acaba aquí. Porque, tratando de crear un espacio que no cayera demasiado en los clichés de los años 70, el interiorista optó por confiar en un escritorio diseñado ad hoc siguiendo el estilo puro y duro de Charlotte Perriand, la icónica lámpara Snoopy que Achille y Pier Giacomo Castiglioni crearon en 1967 para la italiana Flos. O, como detalle final, la silla Soft Pad de Charles & Ray Eames producida hoy por Herman Miller.