SUSCRÍBETE

~ Versión Print

Fotografía: César Segarra
Interiorismo: Rafa Gil

El espíritu setentero vuelve al Eixample de Barcelona con esta reforma mínima de Rafa Gil

Confiando en la decoración, el interiorista ha buscado en una de las zonas más clásicas de la Ciudad Condal revitalizar un tradicional piso que ahora se erige con las principales claves estéticas de los años 70, aplicadas eso sí con la máxima medida y contención.

Especialmente en España, la situación a la que se enfrentó este interiorista catalán no puede ser más recurrente. Era la de una casa en el Eixample de Barcelona cuya esencia histórica había quedado totalmente desvirtuada por una reforma anterior. Adentro poco quedaba del modernismo que caracterizaba a su finca. Rafa Gil lo recuerda: “En la obra previa habían hecho desaparecer cualquier atisbo o indicativo de lo que típicamente reconocemos como elementos modernistas. Nos apoyamos en ese punto débil (o fuerte) para proyectar una vivienda contemporánea y limpia donde el contenido le ganara protagonismo al continente”.

Vista del salón con mesa de centro años 80 de Roché Bobois, lacada y con apliques en latón, de Brutus de Gaper. Jarrón de Murano años 70. Al fondo, candelabros de cera de Loewe y grabado de Hernández Pijuán. En portada, una perspectiva general de esta gran zona común acompañada por una chaise longue a medida con tejidos de Gastón y Daniela y Zoffany.

Detalle del mueble-bar de los años 70 que completa el salón-comedor con un cuerpo de madera de roble y aluminio cepillado.

Según cuenta el autor, el piso venía con la clásica distribución de esta zona de la Ciudad Condal. O sea, con un formato alargado con galería en fachada posterior y balcones a la calle, además de un salón que a la vez contenía el comedor y la cocina. Los propietarios pidieron al estudio de Rafa Gil que plantearan su actuación en dos fases. En la primera trataron de darle un aspecto renovado a las estancias más importantes sin realizar una obra de gran envergadura. “Nos centramos en el repintado, adecuación de iluminación y reorganización de usos manteniendo la misma distribución de tabiquería”, explica él. “La segunda fase, prevista para 2024, consistirá en una reforma integral con baños y cocina”.

Otra vista del salón que Rafa Gil diseñó con detalles de diseño exquisitos. Sofá en terciopelo verde de Manuel Cánovas junto con taburete de enea de La Bisbal y manta de mohair de Viso Project. La lámpara sobre la mesita auxiliar, de los años 60, es de Romeo Rega y el espejo de la pared Space Age, diseño del estudio del interiorista.

Sin pasarse de la raya

Sobre la labor que hasta día de hoy ya se ha realizado, el objetivo era alcanzar espacios luminosos y atemporales, mezclar diseños del estudio a medida y piezas del siglo XX, en su mayoría de autor. “Nos hemos asegurado de que todo el mobiliario tenga cabida en lo que hagamos en el próximo año”, avanza el interiorista. Ante la imposibilidad de realizar ninguna obra en esta primera fase, el despacho tuvo que optar por colores y muebles muy bien seleccionados que confirieran ese aspecto buscado de contemporaneidad y juventud pero sin estridencias, algo de lo que los propietarios querían huir a toda costa.

En el dormitorio, cabecero a medida, lámpara española de Talavera con pantalla de ratán sobre la mesita, lámpara Mazzega años 80 con lágrimas de cristal de Murano en la pared y plaid con tejido de Güell Lamadrid.

Tras la intervención de Rafa Gil, la galería se ha reconvertido en despacho. Viene con escritorio a medida acabado en laca, lámpara Snoopy de Flos y silla Soft Pad de los Eames por Herman Miller. Al fondo, sofá con tejido Isidro de Lorenzo Castillo para Gastón y Daniela, serigrafía de Carme Aguadé de 1975 y aplique de latón de Estiluz años 70.

“Apostamos por colores vivos que ayudasen a conseguir un resultado brillante y moderno, pero bien compensado para procurar que todo fuera calmado”, añade Rafa Gil. Otro detalle del que habla fue lacar las paredes del salón y comedor en pintura marfil brillo, “que aportan dinamismo y ese punto retro que buscábamos”. De hecho, no duda en asegurar que esa fue parte de la inspiración del proyecto. Querían replicar las formalidades de los años 70, cuando se forraban las paredes de espejos, los sofás predilectos eran bajos y modulares, había antigüedades mínimas y los focos iluminaban desde el suelo.

Toques déco

Tal estilo casaba con las escasas exigencias de los propietarios que, salvo un par de obras de arte y piezas pequeñas de decoración suyas, querían que la intervención del estudio fuera lo más completa posible. De ahí que el mobiliario resultara a fin de cuentas tan determinante, y que a lo largo de un recorrido por el piso hoy figure un despliegue de piezas dignas de observar durante horas y horas. Como el sofá de Manuel Cánovas en el salón teñido de verde junto a un escultórico y geométrico espejo obra de Rafa Gil Studio.

En el salón de nuevo, sillón estilo Utrech con tejido tipo verdure de Dedar Milano.

Así es el comedor de esta vivienda revitalizada por Rafa Gil. Mesa de mármol de Matarazzo, sillas años 80 Zeta de Harvink y lámpara globo de papel de HAY.

Complicado es que también pase desapercibida la mesa de Roche Bobois datada de los años 80, una chaise longue con tejido en tonos granate de Gastón y Daniela. O los candelabros de Loewe. Pero la sucesión de piezas no acaba aquí. Porque, tratando de crear un espacio que no cayera demasiado en los clichés de los años 70, el interiorista optó por confiar en un escritorio diseñado ad hoc siguiendo el estilo puro y duro de Charlotte Perriand, la icónica lámpara Snoopy que Achille y Pier Giacomo Castiglioni crearon en 1967 para la italiana Flos. O, como detalle final, la silla Soft Pad de Charles & Ray Eames producida hoy por Herman Miller.