Esencia industrial
Cuando la casa llegó a manos de Irastorza, no tenía nada que ver con lo que se puede advertir en las fotos. Tiró todas las paredes posibles excepto un muro central de carga y eliminó el techo de escayola, dejando al descubierto las vigas de hormigón. Además de conseguir una mayor altura, la estética bruta e industrial contrasta perfectamente con la vivacidad del mobiliario. Por su lado, en el suelo, la madera de roble de la firma IPF aporta la calidez de un hogar.
Quizás la característica más peculiar de la vivienda sea la cocina, completamente condicionada por un muro de carga que no se pudo derribar. Esta pared dejaba a la cocina arrinconada en un espacio insuficiente, pero Mikel vio la solución en el pasillo, que contaba con unas dimensiones exageradamente anchas. Ahí se han colocado gran parte de los electrodomésticos y el espacio de almacenaje. Además, el interiorista ha unido de una manera muy visual el pasillo y la cocina, usando una paleta de colores similar.
El color como arma
Mikel explica que el proceso de la obra estuvo marcado por un acontecimiento externo que afectó directamente a muchos de los involucrados en el proyecto: la invasión de Ucrania. “Todo estalló a los pocos días de comenzar la obra. Berlín está cerca de la frontera polaca, que a su vez comparte frontera con Ucrania, y en Berlín hay mucha mano de obra de ambos países. En la propia obra había personas ucranianas trabajando. La sensación de tristeza y de cierta inseguridad se apoderó del ambiente y de las calles”. Paradójicamente, este fue el hecho que hizo a Mikel decidirse a apostar por el color y contrarrestar ese dolor con una burbuja alegre y colorida a lo Bauhaus.
Lo cierto es que si esta vivienda recuerda a la famosa escuela alemana, es por la utilización de colores primarios para su interior. Las sillas del comedor, los cuadros sobre ellas de Georg Karl Pfahler, el sofá de KOO Internacional o las mesitas francesas de los 80 a su lado. Todas ellas teñidas por el rojo, el amarillo, el verde o el azul. En el pasillo, un papel pintado de LondonArt da la bienvenida a los dormitorios, mucho más apaciguados y calmados en sus tonos.
Pasión retro
Mikel es un entusiasmado del mobiliario vintage, y su casa es un libro de historia del diseño que abarca desde las primeras vanguardias hasta algunos íconos de los 70 y 80. Él mismo describe su afición: “Me recorro mercadillos y tiendas vintage a la búsqueda de artículos olvidados a los que intento dar una segunda vida. Disfruto pensando que algo que está medio tirado en el suelo puede volver a ser bello. Algunas de las piezas de esta casa estaban en mi trastero de Berlín esperando ser expuestas”.
En definitiva, esta casa es hija directa de su tiempo. El resultado de unas personas que necesitaban buscar la luz en uno de los momentos más difíciles para su entorno y su país. Con color y mucho arte, como los cuadros de Eva Jablonsky y Bernard Buffet o la fotografía de Gonzalo Orquín, este rincón en Berlín es un refugio en el que Mikel siempre se podrá sentir seguro.