
Retrato de Carlos Mota.
Cubierta de G: Forever Green, con las hojas por supuesto rematadas en verde.

En esencia, el libro sobre el verde es una joya visual en la que se celebra cualquiera de sus tonalidades, desde el esmeralda al verde lima o el celadón, a partir de fotografías que el mismo venezolano sacó mayormente durante la pandemia de pájaros tropicales con plumajes a la altura de la mejor proporción y simetría que existe (la orgánica), o de mariposas con relucientes alas (por supuesto, de color verde). Adentro, en el libro casi enciclopédico también se puede encontrar la tela brocada renacentista que aparece en una pintura del alemán Hans Holbein, la casa de Givenchy en París o las paredes de una habitación del estilo de las que Mota proyecta con la gracia y el gusto que le caracterizan.

Imagen de uno de los interiores que conforman G: Forever Green.
La predilección del venezolano por el verde alcanza incluso detalles como el de las vajillas.


Rincón incluido en las páginas del libro de Mota.
Sobre su gusto y perspicacia habla a su vez el hecho de que el decorador desvelara las páginas de G: Forever Green en un nuevo enclave en Madrid que tampoco es nada al uso, precisamente porque detrás de este espacio titulado Philocalist Studio están Amparo Corsini, Carolina Herrera y las artistas Anuca Aísa y Paz Juristo. Con su negociado quieren apoyar a creadores sea cual sea la disciplina que trabajen (ya lo han hecho con las ceramistas Josephine Dessine y Jacqueline Leighton Boyce, por ejemplo), a la vez que montar ventas pop-up de objetos seleccionados al detalle, charlas culturales y presentaciones de libros como el reciente del venezolano.

Como bien demuestra el decorador en su libro, el verde puede aplicarse incluso a lo largo de los techos.
Mesa vestida con el color más predilecto de Mota.

El evento fue en sí una oportunidad para darse cuenta de que, aunque las de G: Forever Green son imágenes universales, no es lo mismo la famosa manzana de Magritte vista en una foto de Internet que desde el ojo de Mota, muy bien entrenado tal y como prueba la entrevista que él ha concedido en el segundo número impreso de MANERA. En ella define el acto de viajar como escuela para forjar carácter y oficio, avanza cuál fue su primer proyecto (spoiler: la estilista de moda Elizabeth Saltzman estaba involucrada en él) y resalta que no le gusta la perfección. De ahí que le encante el libre albedrío que toma el curso de la naturaleza, y también el color verde, hasta el punto de homenajearlo con un libro. O de confeccionar toda su amplia colección Casamota, atención, partiendo de una hoja que el decorador vio en una litografía botánica del XIX.

Para el venezolano, el verde y la naturaleza casi siempre van de la mano en los interiorismos que proyecta, como este salón en su apartamento de Nueva York.