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Fotografía: Mónica Barreneche / El Buen Ojo
Arquitectura: Susana Mejía

Ladrillo, cemento y madera para un ‘loft’ cálido en Medellín

La diseñadora Susana Mejía planteó su loft en la ciudad colombiana, de estilo industrial y relajado, con ideas claras, ladrillo, cemento, madera y un presupuesto controlado. El resultado es luminoso, funcional y ejemplo del nuevo talento de este país latinoamericano. 

Hoy es un loft cálido con ladrillo, cemento y madera. Pero cuando la diseñadora Susana Mejía encontró este apartamento de 260 metros cuadrados en el edificio El Universal de Medellín (Colombia), proyectado por ALH Arquitectura, estaba vacío, recién terminado, en estado crudo. Lo que comenzó como un proyecto de inversión, terminó convirtiéndose en un laboratorio de experiencias arquitectónicas. “Tuvimos que pensar en los esenciales básicos de una vivienda, para desde allí llevar este espacio de apariencia infinita y fría hacía una vivienda cálida, práctica y a la vez sencilla”, explica Mejía, una creadora para quien vivir bien no necesariamente significa ostentación o lujo. “Desde el principio tuve que plantear cómo habitar el espacio con un presupuesto sensato y que al tiempo pudiéramos disfrutar del proceso”, añade.

En todo el loft, las vigas y pilares de cemento se han dejado a la vista, que es el protagonista junto al ladrillo, la madera y los suelos de microcemento.

La cocina se ha diseñado a medida en nogal macizo.

Además de la zona de cocción, la cocina tiene un mueble de almacenaje en la parte trasera.

En el salón, sofás y mesas de Diamantina & La Perla, la marca de Susana Mejía.

Susana Mejía estudió ingeniería de diseño en la Universidad EAFIT de Medellín. En 2013 creó Diamantina & La Perla junto a su hermana Daniela, una marca de diseño de mobiliario, iluminación y estilo de vida. Crear y habitar su propio loft, según Susana, se convirtió en un reto pues quería diseñar, desde el uso personal, muebles y piezas que fueran prácticas, útiles y estéticas pero que, sobre todo, se pudieran armar y desarmar fácilmente para llevarlas consigo al momento de mudarse.

El comedor, unido a la cocina y el salón, comunica con el exterior a través de grandes ventanales.

Una librería de madera sirve de pared entre el pasillo y uno de los dormitorios, separado por una puerta corredera.

“Aparte del ladrillo Bogotá con el que venía el diseño original del edificio, quise añadirle calidez con madera”, comenta la diseñadora.

Así hizo con la cocina de madera de nogal macizo, la biblioteca que cierra la habitación secundaria, un espacio que se construiría posteriormente junto a un baño adicional, y la biblioteca principal del salón. “Aparte del ladrillo Bogotá con el que venía el diseño original del edificio, quise añadirle tonos cálidos con madera. Por esta razón, este material es uno de los protagonistas del espacio”, subraya la diseñadora.

El dormitorio principal ocupa uno de los espacios en esquina y tiene una ventana ojo de buey.

La zona de la cama está unida a un espacio de estar junto a los ventanales con vegetación. A la derecha se accede al baño principal.

Por otro lado, el baño principal tiene su propia historia. El edificio El Universal que cobija este loft es obra de ALH Arquitectura, estudio encabezado por los hermanos Santiago, Camilo y Juan Francisco Arango, cuyo sello son los residenciales de líneas curvas y jardines en fachada que están dibujando la cara contemporánea de la ciudad. Y es precisamente en el baño donde estas fachadas vivas se integran con el interior de forma evidente y dinámica. “Es como bañarse al aire libre en un ambiente casi selvático, pero de una forma privada. Al mismo tiempo, haber utilizado baldosas de gres artesanales como revestimiento ayudó a darle un enfoque más hogareño y cálido a un ambiente tan industrial”, añade Mejía.

Los baños, con baldosas de barro cocido y muebles de madera, siempre dan a los ventanales del edificio.

Recorriendo este loft de cuatro metros de altura, la inmensidad del espacio se hace evidente. Sin embargo, a pesar del cemento, no se siente ni frío ni deshabitado. “La aventura de diseñar espacios propios es un proceso que nunca termina. Es un pensamiento cíclico y permanente en mi cabeza. De ahí que siempre esté comprando piezas en galerías, anticuarios o mercados callejeros sin saber realmente a dónde irán a parar”, cuenta Susana al hablar sobre su propuesta de diseño interior. “Son objetos que finalmente hablan por mí. Aquí convivo con obras que van desde artistas locales como Felipe Bedoya, Camilo Echeverri, Felipe Hoyos y Armando Mecías hasta piezas que compré en el barrio judío de Berlín. También están las cerámicas de Mirrøn, la negra de La Chamba y los textiles de Oficio. Todo combinado con diseños propios de Diamantina & La Perla”, detalla.

El acceso al baño desde uno de los pasillos a través de una puerta de hierro.

Fotografías y plantas dan el toque personal y cálido a los espacios.

Susana resume este proceso como algo que le cambió la forma de pensar y de diseñar, ya que desde entonces no trata el presupuesto como un límite o un impedimento sino, más bien, como un reto para trazar soluciones que sean inteligentes y sumamente ricas al ojo, tal y como concluye ella. Finalmente, Susana se despide con otra de las reflexiones que ha sacado en claro: “Una casa se construye, no es un afán y no es un diseño definitivo, uno va cambiando así como lo hacen los espacios que habita”.