Vista del recibidor. En portada, salón con el cuadro del artista mallorquín Santiago Picatoste. Lo flanquean unos apliques de escayola con forma de concha del estudio de María Santos. Al fondo, escultura del francés Laurent Martin en galería Miquel Alzueta.
Otra perspectiva del salón de esta casa madrileña. Butacas 053 Capitol Complex en madera de roble con terciopelo azul de Pierre Jeanneret por Cassina. Al fondo, butacas años 50 de Ebbe y Karen Clemmensen, en Mynordics. La lámpara de suelo es de Stilnovo, en Bingutti, y las mesas de centro son de Berenis.
Los panelados sirven ahora, por partida doble, de cara a esconder todo lo necesario: un aseo, el armario, una pequeña lavandería y un trastero. Y de ahí que, según la autora, la ejecución de tal detalle constructivo no haya sido del todo fácil. Así lo cuenta ella: “Junto con la elección del tono de las paredes, el tema de los panelados fue la parte más complicada de ejecutar”. Además el propietario, un chico joven que vive con su pareja, no tenía un objetivo claro, salvo que quería una casa para el disfrute y el descanso, pues viajan mucho y reciben invitados constantemente. “Buscaban un piso muy sereno, que tuviera una estética clásica por el edificio en el que se ubica, aunque a la vez no fuera nada pesado sino, más bien, moderno y atemporal”.
Más señorial, imposible
En la vivienda se impusieron las líneas elegantes con carácter masculino, y para ello se les otorgó mucha importancia a los materiales nobles. “Pino Melis imitando al existente, mármoles con mucho peso visual del Calacatta que se colocó tanto en cocina como en el baño principal, el despiece en tres colores del baño de invitados, la caliza envejecida artesanalmente en el recibidor…”. Importante es decir que, por otro lado, la casa sobre la que operó María Santos contaba con una estructura muy complicada de muros de carga, lo cual llevó a conservar bastantes elementos del estado original. Aun así la distribución cambió significativamente con respecto a la original.
Comedor con mesa de madera de Jose Cháfer y sillas Carimate, diseño de Vico Magistretti para Fritz Hansen. Lámpara de suspensión y apliques de alabastro, de Nanómetro. Detrás, un espejo envejecido.
El elemento estelar de la cocina del estudio Vonna es, con permiso del cuadro de Bruno Ollé, el mármol Viola Calacatta, añadido como encimera a la isla de roble a medida y a la zona de aguas.
El salón, antes dividido, lo unieron en un gran espacio restaurando el suelo. Y, para el resto de la casa, se instaló un suelo recuperado de viviendas antiguas. También se mantuvieron las ventanas, que se encontraban en perfecto estado de acuerdo a la interiorista: “El resto se tuvo que rehacer de nuevo”. Así, se movió la cocina de origen, que estaba en la parte trasera, donde luego se trasladaría el dormitorio de invitados. Los espacios se abrieron lo máximo posible entre ellos, buscando una gran zona de día en la que la luz pasara de estancia en estancia evitando a toda costa el elemento de las puertas.
Una joya déco tras otra
Para darle sentido a ese concepto de abertura y tranquilidad, la paleta cromática debía llevar sí o sí tonos neutros. Lo subraya María Santos: “Elegimos la gama de los beiges. Las paredes, todas forradas en madera, se pintaron en tres tonos diferentes de ese color para que las molduras y plafones cogieran relieve. Es un tono cálido pero agrisado que nos pareció muy elegante”. Una sensación que en el despacho de la interiorista enfatizaron con piezas ad hoc como los sofás o la mesa del comedor, confeccionadas por Jose Cháfer en madera quemada siguiendo una técnica japonesa.
Lo hecho a medida, aquí, se combina a su vez con sillas de Fritz Hansen en el comedor o las butacas 053 Capitol Complex de Pierre Jeanneret editadas por Cassina desde 2019, que fueron las que en su día se utilizaron para las salas de reuniones del complejo maestro Le Corbusier en La India. O sea, puro lujo, sumado al hecho de que la casa también da la bienvenida a antigüedades como las mesas de centro del salón, así como las auxiliares de los años 70, adquiridas en Berenis, o el velador que recibe en el hall, procedente de Bingutti, la propia línea de antigüedades de María Santos. Nombres como Juan Genovés, Bruno Ollé o Santiago Picatoste fueron clave, por último, a la hora de definir algunos de los espacios.
La zona de noche se divide en dos dormitorios en suite. Cabecero de terciopelo beige de Dedar Milano. Las mesillas de noche y las pantallas de las lámparas, con papel de Pierre Frey, se han diseñado a medida.
Así es el vestidor del dormitorio de matrimonio diseñado por María Santos. La lámpara de cristal de Murano y el banco de madera del XVII proceden de Bingutti.
Muy digno de observar durante horas y horas
“Sus obras de arte “mandaban” y por eso había que situarlas en puntos muy específicos que resaltasen su valor”, concluye la interiorista, añadiendo que la iluminación, en paralelo, adquirió un papel igual de relevante durante la reforma. Cosa que ya se nota y percibe en las imágenes del resultado final. Se han creado ambientes casi teatrales, de la mano de focos con una luz muy marcada que ilumina (como si de una galería de arte se tratara) los elementos más especiales de esta vivienda madrileña, empezando por la hornacina del comedor donde se encuentra la escultura de alabastro a medida, de nuevo, hecha por el escultor Jose Cháfer.