Muchas de las piezas que pueden verse en la casa son creación propia del arquitecto, pertenecientes a su marca MM&CO.

Otra vista del comedor, en el cual se incluyen algunas de las obras de arte colombianas del dueño.
Así es el salón, presidido por un chimenea que aparece revestida con un mármol de tonos similares a los que recubren, en madera, las paredes de esta estancia común.

Hizo falta, eso sí, tener en cuenta varios aspectos. Como el hecho de que el propietario contaba con una colección de arte colombiano que había que incluir en el apartamento. También hubo una boda de por medio: durante el proceso de reforma, el cliente se casó. Pero todo esto era capaz de encajarse sin problema alguno en el estilo que caracteriza al arquitecto. O sea, en su impronta masculina, el gusto por los materiales crudos (maderas, metal y mucho cuero), una sobria elegancia y una clara apuesta por la atemporalidad que aquí, adentro de este piso, encontró un gran terreno fértil de casi 350 metros cuadrados.
A corazón abierto
El apartamento se encontraba desnudo cuando se adquirió, tal y como cuenta Martín Mendoza. Cosa que fue positiva, porque le permitió definir las zonas donde la carpintería sería la protagonista, adquiriendo una misión no solo funcional sino también estética, la de vestir los ambientes. ¿Un ejemplo? En la pared del hall que pasa por el salón y se extiende hasta el comedor, el arquitecto decidió utilizar chapilla de nogal como elemento unificador y generador de calidez. Además, en la chapilla incrustó dos delgados listones de flormorado que conforman un detalle que, en algunos casos, enmarca el arte. Como ocurre con el retrato de Frida Kahlo de Pablo Tamayo, que dirige siempre la trayectoria de la vista.
Diseñado alrededor de una obra del artista Carlos Alarcón, el mueble del comedor con perfiles gruesos y bien definidos, hecho en chapilla natural de flormorado en tono nogal, se convierte en el punto focal. El fondo del nicho que contiene y resalta la obra es una lámina de hierro al natural. En el techo, Martín Mendoza compuso una gran lámpara. “Como no quería que descolgara ni que tapara el mueble o la obra, la idea fue generar unos spots amarrados por un sistema metálico que de alguna manera creara un efecto encajonado del techo y del área del comedor”, informa. “Ese efecto se puede ver ahora desde el mismo recibidor”.
Mucho vintage personal
Aparte de conservar y editar algunos muebles del propietario, como el sofá curvo tapizado en bouclé crudo, el arquitecto tuvo la oportunidad de diseñar y producir piezas propias, que fue una de las partes que más disfrutó del proyecto. Así, suyas son las mesas de centro hechas en metal y la daybed David -una colaboración de MM&CO y El Buen Ojo Editions-. O una banca de estructura metálica en acero y latón con asiento en tiras anchas de cuero entretejidas, entre otros muchos muebles. Hoy, estas piezas se equilibran con la silla LC4 de Le Corbusier en la salita auxiliar, dando la sensación de que siempre hubieran estado ahí, incluso antes de resolverse este proyecto. Algo parecido a lo que ocurre en el salón con la chimenea, creada ad hoc en mármol Travertino desde cero.

El dormitorio de matrimonio contempla, junto a la cama, una luminaria de la firma italiana Artemide.
Perspectiva de la family room que Martín Mendoza no se olvidó de incluir en la distribución.

Ahora bien, si en la zona social domina un clasicismo contemporáneo y muy refinado gracias a la presencia de la madera, en las áreas privadas el cuero y el metal configuran una atmósfera más sosegada. El claro ejemplo reside en la family room y los dormitorios, donde en paralelo Martín Mendoza apostó por una paleta de distintos tonos de grises, taupé y crudos junto a detalles exquisitos. Lo cual es muy apreciable en el cabecero de la cama matrimonial, hecho en lino, que convive con taburetes de MM&CO, una lámpara de Artemide y otra selección de obras de arte. Mientras, en la habitación secundaria, el cabecero de jean contra el panel wainscot de madera gris toma, de manera bastante evidente, un marcado aire juvenil.
La guinda final
Importante es saber que, además de coleccionar arte, el propietario de este apartamento en Bogotá también es un gran fan de los zapatos. De ahí que el vestidor sea uno de los rincones más llamativos. “Armamos la estructura a partir de parales verticales que enmarcan una serie de espacios con iluminación también vertical, de tal forma que ilumina los dos rectángulos. Eso hace que el espacio se perciba más alto y profundo”, describe el arquitecto. La carpintería ejecutada con textura y en gris claro conforma este espacio ordenado y pulcro donde las prendas y su calzado tienen su lugar privilegiado. “Ha sido un proyecto muy diferente a lo que he hecho hasta el momento. También es mucho más maduro, y eso resulta refrescante”, concluye Mendoza, satisfecho por el diseño que ha logrado y que él define como clásico y fluido, repleto de materiales y texturas.
Bajo petición del dueño, esta casa en Bogotá dispone de una estancia dedicada exclusivamente a su colección de zapatos y prendas de ropa.