Desde la entrada de la vivienda hay vistas indirectas al jardín, gracias a los vidrios que flanquean la escalera de madera. En portada, vista del salón con un buen resumen de la paleta cromática del proyecto: colores tierra, cremas, marrones y tejas.
Aquí no se diseña solo para la foto
Era un tríplex relativamente nuevo, por lo que el estudio de Mercedes Rivera ha intervenido principalmente en el programa interior aunque, eso sí, respetando la estructura, los paramentos (en concreto, unos techos altos que otorgan sensación de amplitud), la distribución y el diseño teatral de algunos baños. “Nuestro trabajo parte desde los revestimientos interiores, a los que les hemos aplicado estrategias espaciales para optimizarlos”, explica la interiorista. De ahí que también se hayan mantenido muchas carpinterías, que de acuerdo a ella eran preciosas y atemporales: “Encajaban muy bien en el nuevo concepto que queríamos transmitir en la vivienda”.
Con el objetivo de que la casa tuviera coherencia en su conjunto, y que a su vez fuera un reflejo de la familia que la habita, se buscó un espacio en el que primara lo funcional sin grandes manierismos. De hecho, hoy la cocina, el comedor y el salón de estar conforman un eje de estancias para vivir durante el día que pueden actuar tanto comunicadas o de forma independiente, gracias a una serie de puertas correderas de madera y vidrio que actúan de elemento separador. Y lo mismo con la chimenea, suspendida, la cual confiere privacidad al mismo tiempo que conecta unos espacios comunes con otros.
Pequeños matices
Sobre el mobiliario, casi todo ha sido diseñado por Mercedes Rivera, contando con Nanómetro Estudio para la iluminación. “También figuran algunas maravillas madrileñas de Berenis Deco, El Ocho y Judith San Quintín, además de piezas de Cocol y los jarrones de Signo, que nos parecían perfectos para el proyecto”. Las obras de arte de Teresa J Cuevas y las esculturas de Carla Cascales no fallan, así como tampoco Studio Bañón, y eso se ve en la estancia del salón formal, independiente del resto y con muchos más detalles decorativos. “El sofá curvo, diseñado por mí y ejecutado por Ignacio Bañón, ha sido una pieza clave en la configuración de la estancia. Cuenta con una base de plumón y terciopelo pulido en blanco roto”, detalla la autora.
El conjunto del salón lo cierran los dos sillones de lectura que destacan junto a la librería, de la que la interiorista también habla. “La intervención en los revestimientos ha sido crucial, ya que hemos mejorado la sensación de amplitud con estrategias espaciales en el frontal de la librería y la televisión. También hemos trabajado mucho en la iluminación, utilizando luces más cálidas y en posiciones más indirectas que, al encontrar colores más tierra, refuerzan el ambiente cálido de la estancia”.
En busca de la contemplación
Otra de las virtudes del mencionado salón es que Mercedes Rivera lo planteó con un acceso al porche de ocio, donde hoy se encuentra un conjunto de exterior a cargo de su estudio con bastidores de madera y textiles de Mark Alexander. “Sin duda, la inglesa es de mis marcas favoritas para este tipo de porches”, opina ella. “También hemos diseñado una isla con la empresa madrileña Kitchen Consult, que viene con un programa completo de coctelería y queda oculta en el revestimiento de porcelánico Mirage de Neolith”.
En esta casa, el porche de la piscina cuenta igualmente con una pieza modular de gran formato, especialmente confortable y resistente a zonas de agua, y una barbacoa con las mismas características que la anterior, un detalle con el que la interiorista ha conseguido dar coherencia y continuidad a los exteriores, acompañados por un jardín que bien se aprecia desde la entrada a la casa. Pero no solo eso. Los vidrios que flanquean la escalera de madera premian la vista desde el primerísimo inicio, erigiéndose así como una de las mayores declaraciones de intenciones en este tríplex a las afueras de Madrid.
Así es el salón diseñado por Mercedes Rivera con textiles de la firma inglesa Mark Alexander.