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PIONEROS DEL INTERIOR #8. Federico Correa y Alfonso Milá, el dúo de arquitectos totales

La modernidad a la que se asoció Barcelona desde mitades del siglo XX tuvo responsables varios. Entre los autores había fotógrafos, diseñadores y también figuraba la pareja de arquitectos Federico Correa y Alfonso Milá que, a partir de la sobriedad, alzó las casas, edificios y restaurantes de mayor vanguardia en la capital catalana.

Les unía su elegancia, el círculo social, una actitud crítica y su carácter revolucionario. Federico Correa y Alfonso Milá nacieron en el mismo año y compartieron clase en el colegio de los Jesuitas de Barcelona para luego, juntos, entrar en la facultad de arquitectura. Coderch fue su mentor y durante una temporada los dos colaboraron en su estudio. Asesorados por Josep Lluís Sert y por el propio Coderch, asistieron en 1952 a un curso del CIAM en Venecia. Un mundo se abrió ante ellos en la ciudad italiana: conectaron con toda una corriente de arquitectos como Ignazio Gardella o Franco Albini con la que empatizaron inmediatamente. Les cambió su visión y análisis de los espacios y materiales.

Salón de la Casa Rumeu en Cadaqués (1960-1963). Oriol Maspons y Julio Ubiña (foto: Fondo Correa y Milá Arquitectos. Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de Cataluña). En portada, los dos arquitectos en el estudio que abrieron tras su viaje a Italia (foto: Archivo Leopoldo Pomés).

Milá y Correa en el solar de la casa para Pablo Sagnier en Cadaqués (1955). Autor desconocido. Foto: Fondo Correa y Milá. Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de Cataluña.

Proyecto Casa Antonio Miquel en Cadaqués por Federico Correa (1956). Foto: Fondo Correa y Milá Arquitectos. Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de Cataluña.

Tras su vuelta a Barcelona montaron un despacho propio. De aquella época hablaba Federico Correa en una de sus últimas entrevistas en 2015. “Nunca firmamos un contrato, pues nunca pensamos que pudiéramos tener un problema legal. Los dos resolvíamos los proyectos en un tándem perfecto y total. Y, sin ninguna duda, Cadaqués fue el principio de nuestro trabajo”. Allí justo, en el pueblecito de la Costa Brava se enfrentaron a su obra inicial, la Casa Villavechia. Era una vivienda de pueblo que reformaron cambiándole la distribución y en la que ya demostraron que, pese a ser totalmente distintos, sabían complementarse a la perfección.

Estilo a la par

A Federico Correa (1924-2020) le gustaba diseñar en el despacho, a Alfonso Milá (1924- 2009) la visita de obra y el trabajo de campo. Y mientras el primero se caracterizaba por su rigurosidad y organización, el segundo le daba a su compañero un complemento estético que acababa por hacerles geniales. A Teresa Rumeu Milá, sobrina de Alfonso, le hace especial ilusión hablar de su tío, al que adoraba. “Creo que soy arquitecta porque él me lo sugirió”. Más allá de lo personal, también lo recuerda en su oficio. “Le salían las cosas sin esfuerzo. Disfrutaba haciéndolas y, como a los dos les gustaba vivir y comer bien, proyectaron espacios tan confortables y hedonistas como los restaurantes Reno o Il Giardinetto (ambos premios FAD) y el Flash Flash (finalista del FAD) que marcaron un hito de modernidad en la zona de la calle Tuset”, informa la arquitecta. “Luego vinieron el Siete Puertas o la discoteca Up and Down, entre muchos otros proyectos”.

Alfonso Milá paseando delante del Flash Flash en Barcelona (2005). Foto: Archivo Leopoldo Pomés.

Otro de los retratos que se tomaron de Milá en la tortillería Flash Flash, ubicada a escasas calles de La Pedrera.

Íñigo Correa, también arquitecto, define a su tío Federico así. “Era lo que construía y pensaba como era. Era más influenciador que influenciable”. Prescriptor también en moda sin proponérselo, Íñigo recuerda anécdotas como cuando bajaba en bata al quiosco a comprar el periódico, porque podía. Vestía de forma muy personal, encargaba todo a un sastre al que dirigía y compraba las telas en Italia pues decía que no había nadie que hiciera los colores como en el país vecino.

“Era un dandy con muy buen gusto, y eso lo trasladó a todos los aspectos de su vida. Desde el profesional hasta el familiar”. El sobrino de Federico Correa también comparte que era un magnifico profesor. Además de un gran dibujante: se sentaba por la mañana en su mesa y dibujaba perspectivas una tras otra sin descanso. Era muy crítico con ciertas cosas, especialmente con él mismo. Se autoexigía mucho. No hacía las cosas para que lo reconocieran. Lo hacía porque creía en ellas.

Federico Correa delante de la fachada del Flash Flash (2013). Foto: Archivo Leopoldo Pomés.

Pocas figuras quedan a su altura

Singular y muy raro era que dos arquitectos de su talla, acostumbrados a firmar grandes proyectos, se fijaran en el interiorismo como lo hicieron Federico Correa y Alfonso Milá. Pero su sentido y lógica tenía: ambos reivindicaban la figura del arquitecto que controla y supervisa todos los detalles, el profesional que no solo firma estructuras y edificios de tamaño XXL sino que a la vez se centra en lo mínimo. Y de ahí que este tándem tocara todos los palos, planteando interiorismos que compartían la gran capacidad de hacer confortable al personal. Porque los dos arquitectos tomaban decisiones que iban más allá de la luz y el sonido. Para ellos detalles como las alturas eran determinantes dentro de un espacio.

Ejemplo de ello es Flash Flash, la tortillería que en 2020 cumplió su 50 aniversario conservando el local anodino que Correa y Milá concibieron, pintado de blanco y en el que solo por el hecho de subir dos escalones en cada nivel se lograba que, desde el final, todo el espacio se pudiera divisar hasta la entrada. Hoy el efecto sigue intacto, y adentro se percibe el hecho de que este dúo lo tuvo todo en cuenta. Y es que si un cubierto caía al suelo, en los restaurantes de ambos arquitectos no sonaría: los dos tuvieron una gran predilección por los linóleos y las moquetas. “En Flash”, contaba Federico Correa en aquella entrevista, “se me ocurrió que hubiera una chica que soportara la luz”. Para ello contaron con la gráfica del fotógrafo Leopoldo Pomés, con quien crearon este icono de la modernidad.

Perspectiva del Flash Flash realizada por Federico Correa (1969-1970). Foto: Fondo Correa y Milá Arquitectos. Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de Cataluña.

Los grafismos del Flash Flash los diseñó Leopoldo Pomés. Foto: Archivo Leopoldo Pomés.

Justo Leopoldo Pomés fue quien, después del éxito de la tortillería, en el 74 se embarcó en la aventura de crear un restaurante italiano, el Il Giardinetto, cuyo interiorismo se lo encargó a Alfonso Milá y Federico Correa. El local, todavía abierto, evocaba un jardín que se ha mantenido inalterable desde el primer día, cuando empezó a convertirse además en un punto de encuentro de personajes muy destacados. Por el local pasó desde el arquitecto José Antonio Coderch a los escritores Jaime Gil de Biedma, Gabriel García Márquez, Roberto Bolaño, Gabriel Ferrater o Carlos Barral. Entre muchísimos otros.

Así son los interiores del restaurante Il Giardinetto en Barcelona. Foto: Archivo Leopoldo Pomés.

El local italiano simula un jardín frondoso con detalles pintados a lo largo de paredes, techos y pilares. Foto: Archivo Leopoldo Pomés.

Perspectiva del restaurante il Giardinetto por Federico Correa (1973-1974). Foto: Fondo Correa y Milá Arquitectos. Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de Cataluña.

Una exposición rememora su trayectoria

La historia de este tándem sigue dando mucho que hablar, hasta el punto de que este marzo se ha inagurado en el Colegio de Arquitectos de Cataluña Correa & Milá en perspectiva, una muestra organizada por el Centro Abierto de Arquitectura. La exposición, abierta al público hasta el 4 de junio, recorre a lo largo de 11 espacios la vida, la obra y las relaciones sociales y profesionales de esta histórica pareja. “La muestra nace porque el archivo de Federico Correa y Alfonso Milá se ha cedido al Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de Cataluña”, dice Aureli Mora, uno de los comisarios de la muestra junto a Omar Ornaque, ambos del estudio AMOO.

Según Mora, la exposición alberga una gran cronología con 600 expedientes, entre planos, fotografías, perspectivas o piezas de su mobiliario, dejando ver en la recopilación que tal tándem fue absolutamente necesario. Federico para Alfonso y Alfonso para Federico, ninguno hacía nada sin el aprobado del otro. Su genialidad se expresó como complemento del otro, y en espacios de todo tipo. Porque ambos arquitectos firmaron, por si fuera poco, tiendas, discotecas y varios de los proyectos arquitectónicos más importantes en la Barcelona de finales del siglo XX. Como la Torre Atalaya, el Edificio Monitor, el Anillo Olímpico o la remodelación de la mismísima Plaza Real.

Casa Carulla, un dúplex en Barcelona realizado por Correa y Milá en 1968. Foto: Archivo Leopoldo Pomés.

Otra visión del salón de la Casa Carulla. Foto: Archivo Leopoldo Pomés.

Collage de la reforma de la Plaza Real de Barcelona (1981-1984) por Federico Correa. Foto: Fondo Correa y Milá Arquitectos. Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de Cataluña.

* Especial agradecimiento a Marta Feduchi, Teresa Rumeu Milá, Íñigo Correa, Aureli Mora, Omar Ornaque y al Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de Cataluña (COAC).