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Fotografía: Mónica Barreneche / El Buen Ojo
Interiorismo: Cruz de La Pava

Celosías artesanales para beber a escondidas como en la Ley Seca: así es el restaurante Cartel en Colombia

Entre tonos dorados, iluminación tenue, vidrios ahumados y figuras geométricas inspiradas en el art déco, el estudio Cruz de La Pava rememora en el restaurante Cartel los años en que el bebercio se prohibió en el país latinoamericano.

Nada más ni nada menos que revivir la época dorada de los bares clandestinos que pasaron a la historia hace casi ya un siglo. Eso justo es lo que persigue el restaurante Cartel un poco a su manera. Porque en Ibagué, el pueblo al oeste de Colombia donde se ubica el local, se ha cambiado el bourbon por el mezcal y el jazz por la música de moda. Es un espacio que bordea la excentricidad pero sin pasarse de la raya, sobre todo por la labor que adentro ha realizado Cruz de la Pava. Desde el despacho cuentan que el proyecto significó un reto precisamente por su maximalismo: los dos interioristas al mando de este estudio de Bogotá son conocidos por su estilo limpio y depurado. De ahí que el bar les sacara de su zona de confort aunque, tal y como apuntan, también les disparó la creatividad.

Detalles de la celosía que reviste el caparazón del restaurante Cartel en Ibagué.

Por la noche, la estructura artesanal del local permite entrever lo que ocurre adentro.

Escondido pero integrado

Lo explican el dúo de interioristas Camilo Cruz y Felipe de La Pava. “Recibimos una típica casa familiar de barrio de los años 90 en el barrio La Macarena, de la cual dejamos prácticamente la estructura y algunos techos en machimbre. El resto del diseño se hizo de cero a partir del briefing del cliente”. Que no era otro que alzar un espacio en el que él se sintiera a gusto y como en casa. Para el resto, vía libre al 100%. “Teníamos clara la atmósfera y que no íbamos a optar por una de esas estructuras modernas que rompieran al completo con el estilo arquitectónico de la zona”, añaden.

Por esta razón y para darle fuerza al concepto general del proyecto, en Cruz de La Pava decidieron camuflar el restaurante Cartel dentro de una fachada de celosía en concreto hecha a la medida de forma artesanal. Así, sus patrones geométricos que se repiten en la barra, las barandillas, los suelos y las mamparas esconden durante el día los interiores del local. Al mismo tiempo que juegan un papel clave en la ventilación de la casa. Por la noche la fachada, como si fuera la pantalla de una lámpara, se torna en una luz ámbar y tenue revelando lo que acontece dentro.

Los motivos de la celosía se perpetúan también en el interior.

A excepción de las sillas Thonet y unas pocas luminarias, todas las piezas del restaurante Cartel las idearon en Cruz de La Pava.

Perspectiva de una de las salas del espacio con sus esculturales lámparas.

Teatral y lógico a la vez

Ahora, desde el piso de la entrada en piedra lijada y los techos a dos aguas hasta las mamparas en vidrio y espejo recuerdan a la tipología de las casas ibaguereñas. Pero, en realidad, son recursos como el recubrimiento de las paredes en pañete rústico, el vidrio ahumado, la baldosa hidráulica, el recubrimiento en bronce de la barra, un árbol seco en medio del restaurante (donde anteriormente figuraba el patio trasero), la iluminación y piezas de estilo industrial los que hacen de este lugar no solo una escenografía. Sino un diseño temático y cohesivo, pero sobre todo funcional y práctico.

Y si bien la barra del restaurante Cartel se encuentra en la planta inferior de esta casa de cuatro pisos, actúa como eje central del flujo de su diseño. “Desde la entrada, pasando por el lobby y el comedor privado en el tercer piso hasta llegar al restaurante en la parte de abajo, todo el mundo está en contacto con la barra y con lo que acontece allí”, agrega Felipe de La Pava. “Para lograr esta conexión espacial demolimos la placa que existía en el hall de las habitaciones. Hoy en día encuentras un vacío que te conecta con la vida del bar”, cuenta él.

Muy digna de observar, la zona de la barra propone pasar largas horas entre bebidas y comidas rápidas.

En Cruz de La Pava completaron el interiorismo del restaurante Cartel añadiéndole este árbol interior.

Más detalles de la selección del mobiliario, acompañado por la vegetación que abunda en los proyectos del estudio de Bogotá.

Discurso consistente

En el local todo fluye y está en constante movimiento. Cada espacio tiene su función y diseño propios y, sin embargo, no hay ni un solo elemento que no aparezca interconectado. El recibidor con su araña de gran formato y un sofá chéster rosa adopta un aire de sala casera. Mientras que el gran comedor del reservado en el tercer piso, revestido con madera de pino, da la sensación de estar en un club privado. Aunque de nuevo no en uno cualquiera. Este se muestra ante el público iluminado por una pantalla en piedra laminada que permite el paso de la luz.

Abajo hay tres ambientes que van desde lo más clásico hasta lo industrial y contemporáneo, que son los que ofrecen una decantación progresiva de la época que sirvió de inspiración para el restaurante Cartel. ¿Y qué hay del mobiliario? A excepción de las sillas Thonet y las lámparas de la barra, quizá los elementos más clásicos del espacio, el resto es obra de Cruz de La Pava. “Tener la capacidad de diseñar y producir piezas según las necesidades del proyecto le brindó un toque adicional a la congregación y tiempos de construcción de la obra. Además”, concluyen los responsables desde Colombia, “nos permitió lo más importante: crear diseños nuevos para necesidades reales”.

Frente al recibidor se divisa la subida a la sala privada, con más detalles que prolongan el concepto geométrico de la celosía.

Vista general del hall del restaurante Cartel.

Otra de las piezas que se pueden disfrutar en el espacio.

Detalles del reservado con su mesa presidencial de madera noble.