
Casa en Madrid de Duarte Pinto Coelho. Foto: Manolo Yllera.
Jaime Parladé, decorador, en una de sus señoriales estancias. Foto: Ricardo Labougle.


Dormitorio firmado por Parladé. Foto: Ricardo Labougle.
En ese ambiente comenzaron a trabajar, cuando en las casas se encontraban fantásticas obras de arte, maravillosos muebles, increíbles colecciones, pero puestos sin gracia y casi con desgana, ya que apenas se recibía. Las buenas casas de la ciudad eran frías y las de campo no estaban hechas para vivir, puesto que a nadie se le pasaba por la cabeza utilizarlas más que para celebrar una cacería o despachar rápidamente con administradores o aparceros.
Aun así surgieron dos generaciones de seres sensibles, que habían viajado, que habían visto lo que pasaba en otros lugares, que tenían cosas que contar y que aportar, con don de gentes (o no) y sentido del humor (o tampoco) y a los que se los empezaron a rifar los jóvenes miembros de la sociedad española. Luego vinieron las empresas y sus identidades corporativas y las grandes corporaciones y espacios públicos o privados.
Y esta es la historia de esos decoradores que hemos logrado rescatar del olvido, para que puedan volver a contarnos cómo estaban las cosas y cómo las vieron ellos. Para inspirar a los nuevos interioristas, recordar lo bueno que se hizo y encontrar referentes en la rica historia de nuestra decoración.

Retrato de Pin Morales y Román Arango, los dos protagonistas que también aparecen en la imagen de portada.
Uno de los interiores de la decoradora Rosa Bernal en Santander.


En el rincón de esta pequeña cocina ya se puede observar el gusto exquisito de Estrella Salietti. Foto: Montse Garriga.
Para Darro, la editora que Paco Muñoz fundó con Fernando Alonso, el diseñador ingenió muchísimos muebles que luego aplicaría a sus proyectos de interiorismo. Foto: Gonzalo Machado.


Estancia de paredes-espejo y aires futuristas ideada por Pin Morales y Román Arango.