Comedor con mesa de Poliform, vasija de InCasa, sillas Hola de Cassina y, en la pared, obra de Josá Antonio Dávila.
Al fondo, la obra de José Luís Fajardo que Sorgi Studio instaló en la gran zona común del salón-comedor.
Otro de los datos que no se pueden pasar por alto es que, antes de la actual rehabilitación, el apartamento no se había reformado jamás antes. Por lo que todavía conservaba, claro, la distribución clásica de la época con una compartimentación extrema que desde Sorgi Studio la modificaron al completo, atendiendo a los hábitos y necesidades de la familia. Para los dueños era muy fundamental disponer de un área social amplia, así como de dos habitaciones con baño privado y un estudio para trabajar desde casa. Pero no solo eso: la casa a fin de cuentas debía respirar, y ahí la gama cromática jugó un papel determinante.
Simplicidad visual
En el despacho lo explican. “La familia deseaba que predominara el color blanco en cualquier rincón, desde en la cocina hasta en la carpintería, paredes y techos. Respecto al suelo y otros elementos como el que configura la biblioteca, buscaban utilizar madera clara, especialmente un roble natural en espiga, para potenciar la luminosidad en el espacio y a lo largo de toda la vivienda”. Y lo mismo en cuanto a la selección de mobiliario. Preferían colores neutros y atemporales que se sumaran a piezas insignia como un chinchorro de Curagua de Aguasay, una especie de hamaca elaborada desde la artesanía venezolana, además de un sofá Chester que la pareja quería incluir por su valor sentimental. Para establecer el estilo y la paleta de colores del proyecto, el arte made in Spain desempeñó otro papel clave.
Todas las obras pertenecían a la familia, tanto la de José Antonio Dávila como las de José Luís Fajardo, Jesús Rafael Soto, Rafael Barrios o Hernández Guerra. Ahora aparecen meticulosamente instaladas a lo largo de la vivienda, otorgándole un carácter que también viene reforzado por el papel vinílico que se añadió en el aseo en varias tonalidades azules. O el terrazo de la cocina en colores cálidos, dispuesto para configurar una estancia que, cuando se quiera, puede actuar de espacio de reunión privado gracias a una gran puerta corredera de madera que lo separa del salón. Con este dato concluyen en Sorgi Studio: “La cocina también dispone en la parte del pasillo de unos paneles de hierro y cristal que confieren una gran conexión visual, mayor entrada de luz y una sensación de unidad con el resto de la casa”.