
En el salón, sofá a medida obra de Veronica Mimoun y mesitas de Roche Bobois sobre una alfombra antigua de Turquía restaurada. Esta estancia también se ve en la imagen de portada, con dos poufs, uno de Nor11 y el otro de la interiorista, sillón Utrecht de Cassina y mueble de la televisión de Roche Bobois.
Tras la reforma de la interiorista, este ático en Barcelona integra cuatro dormitorios, uno de ellos en suite, una family room, tres baños, salón,
comedor y cocina. Además de dos espacios al aire libre con vistas de lujo tal y como se aprecia en la foto, correspondiente a la terraza grande con mobiliario de Kettal.


Al fondo del salón, sobre la consola, lámpara Atollo de Vico Magistretti para Oluce y, en la bóveda, apliques Track de Flos.
Veronica Mimoun lo comenta no solo porque el ático se aloja dentro de un edificio de principios de siglo XX, que también, sino porque en sus dos plantas orientadas al sur –o sea, al puerto y a la playa de la Ciudad Condal- había suficiente donde rascar y un gran interés de los propietarios por el diseño, lo cual explica que a lo largo de 250 metros cuadrados figure ahora un plantel de marcas de primerísimo nivel. A cargo de Kettal (con diseños de Patricia Urquiola, Rodolfo Dordoni y Doshi Levien) corre el mobiliario de la monumental terraza, desde la que se puede ver el amanecer y cómo se esconde el sol al caer la tarde. Mientras que adentro no fallan Roche Bobois, los sillones Utrecht de Gerrit Thomas Rietveld para Cassina, luminarias de Flos, Marset e Ingo Maurer. Y Cole & Son y Phillip Jeffries están detrás de los papeles pintados.
Mediterráneo en esencia
De entre las premisas de Veronica Mimoun estaba la de renunciar a uno de sus materiales predilectos en el despacho, las piedras. “La idea era que ellos tuvieran la sensación de estar en un piso en Barcelona, y para ello necesitas mucho color y una gran luminosidad, que es lo que en este caso nos daba el jugar con las telas”. De Güell Lamadrid, la catalana Crevin y Zeconzeta. Aparte el ático, aunque no era una casa modernista de manual, sí se acercaba bastante a la corriente. “Intentamos ser muy respetuosos con lo que había y no introducir cosas que fueran a chocar, enfrentarse o incluso a estar en la misma altura. Por eso las telas eran perfectas, nos daban intensidad sin destacar por encima de la estructura”, señala.

La bóveda catalana se destapó inicialmente solo en la cocina. Las encimeras son de Corian e Inalco y las griferías, de Blanco.
En la cocina, taburetes Koki de Desalto acompañados por la lámpara de techo Birdie de Ingo Maurer.


El comedor viene con sillas de Menu, mesa de Ethnicraft y banco a medida de roble (igual que la estantería) con tapizado de Güell Lamadrid. Las lámparas son las Speers de Blux y el papel es de Martyn Lawrence Bullard para Cole & Son.
Dormitorio principal con lámparas C Ball de Blux y alfombra de lana de Güell Lamadrid. Sobre la cama, plaid Eric Clapton de Zeconzeta y en la pared, papel Gold Coast Silk de Phillip Jeffries.


Así es otra de las habitaciones complementarias con las que cuenta la vivienda.
La clave del proyecto
Del caparazón, de acuerdo a la interiorista, lo tocaron casi todo pero para darle el brillo que se merecía. Tanto el mosaico original del pavimento hidráulico como los ventanales de madera, que no se pudieron mantener porque durante el siglo de vida de la propiedad no se había efectuado el mantenimiento correcto. “Los sustituimos por unas ventanas exactamente iguales, de madera y hechas artesanalmente. Y lo mismo para las puertas, que son de hoy pero realizadas como se hacían antes”. Durante la obra eso sí, apunta Veronica Mimoun, hubo que tomar una decisión importante a medida que avanzaba la obra. “Cuando decidimos abrir la bóveda catalana para destaparla, pensamos hacerlo en la cocina y ya está”. Lo único fue que la interiorista vio aquello y tuvo que escoger entre dejar ese detalle como un guiño puntual al pasado o seguir destapando la bóveda en la estancia contigua a la cocina.
Pasó lo segundo. “Nosotros trabajamos para mucho cliente extranjero. Sabemos que la bóveda catalana gusta y realmente es una cosa que te hace sentir que estás en la ciudad, junto al Mediterráneo, así que pensé: ‘pues oye, ya que ellos han comprado esta joyita aquí, pongámosla en valor’. Y de ahí que siguiéramos abriendo los techos en el salón”, informa. Hoy, Veronica Mimoun asegura que esa es su estancia favorita de la vivienda, a la que acude muchas veces de visita cuando los propietarios andan de visita por Barcelona.
“Me encanta el salón, pero una vez sentada en el sofá”. Ríe de nuevo, tratando de explicar el apunte que ha hecho. Dice que al sentarse se ve mejor la amplitud de la habitación a ambos lados, algo perfecto porque los dueños son mucho de invitar a gente. “Cuando tú invitas a 10 o 12 personas a tu casa no están todos escuchando a una sola persona. Se van formando pequeños grupitos y momentos íntimos, que es lo interesante y lo que hemos conseguido en este proyecto”, concluye. “Aquí hemos dado la posibilidad de que todo el mundo pueda estar, pero sin necesidad de que todos tengan que estar juntos”. En resumidas cuentas, la mayor bendición que se le pueda otorgar a todo anfitrión.

Entrada al dormitorio de matrimonio, enfrentado con el de invitados y con un pared acompañada de espejos vintage estilo Louis XIV.

Una de las zonas de circulación de las que dispone este ático en Barcelona, en la que se puede ver los hidráulicos originales preservados.
La gran terraza se ha diseñado como salón y comedor de primavera-verano. En ella Veronica Mimoun instaló las colecciones Vimini y Bitta de Kettal.


Junto a la cocina se encuentra esta otra terraza pequeñita, perfecta para desayunar con sillas Enea de Triconfort y la mesa Palissade Cone de Hay.