

El salón se comunica con el comedor por medio de una serie de arcos que ocultan los pilares de madera. Butaca Krokus de Lennart Bender años 60, en Vintagitaly. Y alfombra inspirada en una duna, diseño de la interiorista y ejecutada por Santos Monteiro.
Cada rincón, un mundo en común
Rompiendo esa sensación de naturalidad, hay un elemento arquitectónico en este piso en Madrid que crea cierta belleza-extrañeza. Se trata de los arcos asimétricos que separan el estar del comedor y de los fogones. Uno de ellos es geminado y sin columna, “inspirado en los de la casa de Xavier Corberó”. Uno de sus nombres venerados junto con Fernando Higueras, Sáenz de Oiza, César Manrique, Ricardo Bofill y la ciudad utópica de Arcosanti en el desierto.
Como sucede en la mayoría de los pisos de esa época del barrio madrileño, solo hay tres huecos a la calle, el resto de estancias dan a un pequeño patio. “A la parte exterior la llamo el desierto, allí está la vida, el sol, y la componen el salón-comedor y la cocina. A la interior la he bautizado como la cueva, privada y oscura, que corresponde con los dos dormitorios y los baños. El pasillo es como un túnel que te conduce a las habitaciones con cierto surrealismo por su forma e iluminación integrada”.
La interiorista dice que ha diseñado muchos de los elementos para que encajasen con la idea que tenía en la cabeza: cama, apliques y lámparas emergen en este piso en Madrid como formaciones minerales del suelo y la alfombra del salón está inspirada en una duna, con las tonalidades de la arena. Otros, comprados online, los ha tuneado para que encajaran en su naturaleza artificial. Y no ha escatimado en hacerse con diseño poco manido y con poderío. Como el sofá Sessan original de Gianfranco Fratini o el par de butacas Krokus de Lennart Bender. “Es un espacio vacío y de proporciones extrañas, como todo lo que me atrae, lo diferente, lo especial. Tengo la sensación de vivir en un universo cerrado que me aísla del exterior y de la locura del barrio donde me encuentro. Esta casa es mi desierto personal”. Y es real, no un espejismo.